El momento de Calderón
Columna JFM

El momento de Calderón

Terminaron las vacaciones y de alguna manera también la tregua electoral: durante esta semana, aunque la tregua en sí concluye hasta el próximo 18 de enero, los candidatos presidenciales se registrarán ante el IFE (Patricia Mercado ya lo hizo el sábado); en estos días han ido reconstituyendo sus equipos de campaña y estrategias, y la movilización interna se desatará, sobre todo en la búsqueda de posiciones en las listas plurinominales que se deberán definir en febrero próximo.

Terminaron las vacaciones y de alguna manera también la tregua electoral: durante esta semana, aunque la tregua en sí concluye hasta el próximo 18 de enero, los candidatos presidenciales se registrarán ante el IFE (Patricia Mercado ya lo hizo el sábado); en estos días han ido reconstituyendo sus equipos de campaña y estrategias, y la movilización interna se desatará, sobre todo en la búsqueda de posiciones en las listas plurinominales que se deberán definir en febrero próximo.

Pero tan importante como eso es comprender el momento, la percepción con la que comenzarán este año los principales candidatos y partidos. Este, muy probablemente, es el momento de Felipe Calderón, el candidato panista. Es el momento en el que deberá refrendar el espectacular crecimiento registrado a partir del proceso interno en el PAN y que se vio beneficiado por la falta de discurso y los problemas internos que, respectivamente, han mostrado el PRD y el PRI. En diciembre del 99, Francisco Labastida llegó a una suerte de autoimpuesta tregua navideña, con una fuerte ventaja de por lo menos 17 puntos respecto a Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas. Al favorable proceso interno de selección del priista, se había sumado el fracaso del intento de fusionar las candidaturas opositoras en un único frente antiPRI y, si alguien tomaba la foto electoral del momento, la ventaja de Labastida parecía tan amplia que nadie podría alcanzarlo. Seis meses después perdía las elecciones ante Vicente Fox. Pero si se analizan las cosas en perspectiva se comprobará que en realidad, la tendencia estaba dada desde enero: cuando sale de esa tregua navideña, el equipo de Labastida ya estaba tan sobrecargado como dividido y las tendencias electorales mostraban que, por goteo e incluso en algunos ámbitos a chorros, como en el DF, sus expectativas electorales decaían en cada encuesta, cada semana, mientras que la candidatura de Vicente Fox crecía también en forma persistente y constante. En abril y mayo, todo mostraba ya una tendencia en la cual, si no cometía errores, Fox podría ganar las elecciones y aunque incluso los cometió en aquel famoso “martes negro”, la tendencia era tal que logró revertir e incluso capitalizar electoralmente en su favor aquel terco “hoy, hoy, hoy”. Pero el secreto de ese proceso estuvo en enero y febrero: fue cuando Fox apareció como una posibilidad real, seria, de ganar aunque los números todavía no le alcanzaban para ello. Y a partir de esa percepción de que él sí podía y quería ganar las elecciones, construyo su estrategia y su triunfo aquel dos de julio.

Seis años después, el momento es de Felipe Calderón. La encuesta de ARCOP que trascendió el domingo (que le da a Calderón el 35 por ciento, a López Obrador el 33 y a Madrazo el 30 por ciento de las expectativas de voto), podrá generar muchos debates sobre esos resultados, pero sigue confirmando una tendencia que se puede acentuar con el relanzamiento formal de las campañas: Felipe sigue creciendo con base en el voto (que son la enorme mayoría) de los electores no definidos y lo hace porque es una candidatura más fresca, más cercana a ese tipo de elector, que se beneficia de los aspectos positivos del gobierno de Fox pero que no está contaminada como una opción continuista. Pero por sobre todas las cosas porque ha logrado generar las expectativas suficientes entre ése y otros sectores del electorado de que él sí puede ganar las elecciones (lo que nunca logró, por ejemplo, Santiago Creel y permite explicar, también, su debacle en el proceso interno panista) con una propuesta enfocada en el futuro más que en el debate sobre el pasado.

¿Porqué cae López Obrador y se mantiene estancado en los 30 puntos Madrazo? Por razones bastante sencillas de explicar: en el caso de López Obrador su piso electoral (o sea el voto definido del PRD), lo hemos dicho muchas veces, es muy escaso, no llega al 20 por ciento. Su crecimiento se debió a que un porcentaje muy importante de indefinidos, ante el desafuero y las opciones de Creel y Madrazo, se inclinó por esa opción. Cuando surge la candidatura de Calderón, pero también cuando se diluye la estrategia de victimización de AMLO, buena parte de esos electores comienzan a preferir al joven ex presidente del PAN, que logra ubicarse de alguna forma en el centro, ante la pronunciada confrontación entre Madrazo y López Obrador. La incorporación de Josefina Vázquez Mota en el equipo de Calderón será clave para acentuar este proceso: nadie en el equipo del presidente Fox tenía mejor imagen y grados de eficiencia (con la excepción, en otro ámbito, del secretario de la Defensa, el general Vega García), que la ex secretaria de Sedesol. Paradójicamente, la designación de Ana Teresa Aranda en su reemplazo, le dará a la labor pasada de Josefina una dimensión mayor a la actual, con obvios beneficios para la campaña de Calderón.

En el equipo de AMLO lo saben y lo están midiendo, por eso el centro de sus ataque mediáticos se concentrarán en Calderón. El problema es que la candidatura de López Obrador lleva ya varios meses sin crecer, ha perdido desde julio unos 12 puntos y sigue, como le ocurrió a Labastida, cayendo por goteo y su electorado se concentra cada vez más en un puñado de estados, en buena medida porque la estrategia de coptar externos en forma indiscriminada en lugar de apostar por fortalecer la estructura interna del partido (como proponía Cárdenas) se agotó y porque el candidato perredista, hasta ahora sigue siendo una incógnita en torno a qué quiere para el futuro del país. Y no hay nada que haga dudar más al elector no definido que la incertidumbre sobre el futuro.

En el caso de Madrazo es notable como el PRI se mantiene, pese a todo, en una línea del 30 por ciento, lo que demuestra que su piso electoral es muy alto, pero que su techo está casi a la misma altura: Madrazo no está captando casi nada del voto no definido. Por eso está intentando redefinir sus estrategias y equipos, por ello también ha intentado colocar un freno a los más duros de su sector (que se convierten en los principales ahuyentadores de ese voto) y ha comenzado a conformar una suerte de comité de estrategia electoral en la que participarán, además, de Madrazo y Mariano Palacios, personajes como Manlio Fabio Beltrones, Enrique Jackson y Diódoro Carrasco, abriendo incluso la posibilidad de que se configure una suerte de corriente de no madracistas que tenga un lugar en la campaña y el partido. Es un paso adelante en la lógica de mantener unido al priismo, pero falta mucho más para que aunque sea una parte de esos electores no definidos puedan acercarse a la candidatura de Madrazo: en este sentido, ese tipo de elector (que es el mayoritario) siente ante Madrazo lo mismo que con López Obrador: incertidumbre sobre su futuro. Si ambos no comienzan a ofrecerle esa certidumbre (con los personajes que los acompañan y las propuestas que presenten) a los electores sin partido, las posibilidades de Calderón aumentarán geométricamente. Ese es el momento que estamos viviendo, la oportunidad que tiene Calderón, como la tuvo y aprovechó, en otro contexto, de otra manera, Fox hace seis años para, entre enero y febrero: confirmarle a esos electores que es una opción realmente ganadora. En este contexto los que vienen son, para todos pero en particular para Felipe, los dos meses claves de la elección de julio próximo.

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