Aranda, Payán y el realineamiento del poder
Columna JFM

Aranda, Payán y el realineamiento del poder

Las designaciones de Ana Teresa Aranda en Sedesol y de Ana Rosa Payán en el DIF, al igual que los cambios efectuados en las subsecretarías de Gobernación determinan un realineamiento del gobierno federal que incluye la incorporación en altos cargos del poder de algunos cuadros más representativos del panismo más conservador, al mismo tiempo que las figuras con un perfil más liberal se han ido incorporando o lo harán a la estructura de campaña de Felipe Calderón.

Las designaciones de Ana Teresa Aranda en Sedesol y de Ana Rosa Payán en el DIF, al igual que los cambios efectuados en las subsecretarías de Gobernación, determinan, como se ha dicho, un realineamiento del gobierno federal que incluye la incorporación en altos cargos del poder de algunos de los cuadros más representativos del panismo más conservador (y en algunos casos ultraconservador), al mismo tiempo que las figuras con un perfil más liberal dentro del panismo, como Josefina Vázquez Mota, y próximamente Rodolfo Elizondo y Florencio Salazar, se han ido incorporando o lo harán, de una u otra forma, a la estructura de campaña de Felipe Calderón.

Pero el fenómeno admite, en ese mismo contexto, otras lecturas. Primero, no estamos hablando de una ruptura entre el gobierno y el candidato panista: simplemente, se refleja en ello las distintas tendencias que coexisten en el PAN y en el gobierno federal, y se está operando ubicando esas fichas donde puedan funcionar o para servir a la operación cicatriz del propio partido. Por ejemplo, el nombramiento de los subsecretarios de Gobernación confirma, por si ello aún fuera necesario, que Carlos Abascal tiene el control completo de la dependencia a su cargo: ni una sola de las posiciones importantes en Gobernación se puede decir, hoy, que no está ocupada por una persona cercana al secretario. Si Abascal ha logrado en estos meses una labor de estabilización mucho mayor, en resultados, que su antecesor, ahora, de cara al proceso electoral y con un equipo totalmente “suyo”, deberá rendir más en ese aspecto. A su favor cuenta con el hecho de que ninguno de los nombramientos tiene más lectura que esa: son políticos, funcionarios, cercanos a Abascal, a él, exclusivamente le deben el cargo y por lo tanto a él deben responderle. Por eso ocupan esas posiciones. Y pocas cosas pueden ser más convenientes para el proceso electoral en general, para todos los partidos y candidatos, pero sobre todo para Calderón, que exista un clima de estabilidad política en el país durante el proceso electoral.

Sobre el reemplazo de Josefina Vázquez Mota en la secretaría de Desarrollo Social se ha hablado ya mucho: para nadie es un secreto que Ana Teresa Aranda es, a diferencia de Josefina, una mujer comprometida con los sectores más conservadores del panismo, como la ANCIFERM y que ha tenido una participación activa en varias organizaciones calificadas como de derecha extrema. Es, además, una mujer fuertemente comprometida con su partido. Muchas de sus opiniones son difícilmente compartibles, pero también se debe reconocer que en el DIF, si bien se tomó algunas decisiones cuestionables, su labor fue eficiente y no hubo denuncias significativas sobre una labor partidista o sumamente ideologizada de su parte. Su caso puede ser, en muchos sentidos, similar al de Abascal: con Aranda no hay cartas ocultas, uno sabe lo que piensa y puede compartirlo o no, pero eso permite, a su vez, un mucho mayor control externo (e interno) sobre su accionar. En el caso de Abascal (un hombre mucho más sofisticado políticamente que Aranda) eso ha dado resultados: nadie se llama a engaños, ni sus adversarios ni el propio secretario de Gobernación y la capacidad de operación en Gobernación ha aumentado.

La diferencia, que no es menor, en el caso de Aranda es que tendrá que manejar programas sociales que involucran el destino de millones de personas y que requieren un trabajo cotidiano, de acercamiento con la gente y las comunidades mucho mas intenso; pero que exige, además, una comprensión mucho más amplia y tolerante de esas multiplicidad de visiones sociales, culturales, sexuales, religiosas que conviven en nuestro país y le dan su verdadera fisonomía social y cultural. Allí estará el verdadero desafío para Aranda, en darle continuidad a los programas sociales desarrollados por la Sedesol (y que en muchos sentidos son la continuación de los procesos iniciados desde el programa de Solidaridad) pero deberá hacerlo con el mismo talante y apertura de miras de su antecesora. No le resultará sencillo y la opinión pública estará muy atenta a que así lo haga.

En el caso de Ana Rosa Payán, su designación en el DIF nacional, se ubica en la misma lógica pero también es parte de otro proceso: la relación de Payán con el gobernador Patricio Patrón Laviada es pésima. Para la dos veces ex alcaldesa de Mérida ella tenía muchos más merecimientos políticos y partidarios que Patrón Laviada, un hombre sin mayor experiencia política pero que contaba con el apoyo de Vicente Fox, para ser la candidata del PAN en el 2000. En buena medida los hechos le dieron la razón a Payán, que buscaba repetir la búsqueda de la candidatura en este 2006. Pero si el PAN quiere conservar el control en el sudeste del país, necesita con urgencia un partido relativamente unido en Yucatán. Patrón Laviada apoyó en su momento a Calderón en la campaña interna (en buena medida porque Payán apoyaba a Creel) y ese resultado interno definió, también, la correlación de fuerzas en el panismo local. El gobernador, que salió mal y derrotado del caso Medina Millet (aquel asesino de su esposa, Flora Ilheana Abraham, liberado antes de cumplir su condena por una decisión política de su amigo el gobernador, después de que el caso llegó hasta la Suprema Corte que había ratificado la sentencia en su contra), y se ha visto involucrado, también, en el caso de la construcción de un nuevo aeropuerto para Mérida, que ha suscitado las más diversas y encontradas opiniones. El PAN en Yucatán debía unificar frentes y la salida de Payán del estado sin duda le aligera las cosas al gobernador.

En todo caso, como sucede con Aranda, el estilo y la forma de ejercer el poder y entender la politica de Ana Rosa Payán podrán compartirse o no, pero se trata de una mujer que, para su partido y objetivos, ha dado resultados, es eficiente y ha sabido enfrentarse a opositores externos (fue casi antológico su enfrentamiento con Dulce María Sauri, cuando ésta era gobernadora de Yucatán y Payán alcalde de Mérida) y también internos (siempre fue muy distante de Carlos Castillo Peraza cuando éste era dirigente del PAN, y por eso no es cercana a Calderón, y, como dijimos, está abiertamente enfrentada a Patrón Laviada).

Ambas designaciones serán cuestionadas y estarán en la lupa de la opinión pública y de los sectores opuestos al PAN. Para el gobierno es un intento de reubicación de piezas y realineamiento, incluso quizás de una mayor homogeneidad en las estratégicas áreas política y social del gabinete. Pero es también una jugada arriesgada, en este caso más para el gobierno para la propia campaña de Calderón.

Un nuevo conflicto, ahora con Bolivia

El domingo el presidente Fox le dijo a Eduardo Salazar, en su programa Rompiendo el Silencio en Imagen, que si el gobierno de Evo Morales no quiere venderle gas a México ni modo, que lo industrialicen “o se lo coman”. Eso provocó ayer el inicio de una tormenta diplomática en La Paz, donde los legisladores del MAS, el partido de Morales, encabezados por Antonio Peredo (el hermano del Inti, aquel guerrillero que acompañó al Ché Guevara en su aventura en Bolivia en 1967) se fueron muy duros contra Vicente Fox al que Peredo llamó un “mal charro mexicano”. Esas son las nuevas alturas de la diplomacia latinoamericana.

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