El fin de una etapa
Columna JFM

El fin de una etapa

Concluyó el primer mes de campaña real y los números electorales no se han movido demasiado aunque mantienen la misma tendencia de los últimos meses. Ni las exageraciones ni las encuestas dispares pueden modificar un cuadro en el cual las tendencias parecen ser bastante claras: Andrés Manuel López Obrador sigue con una caída por goteo que no le impide seguir adelante en las expectativas electorales; Felipe Calderón creció desde noviembre hasta enero y se mantiene en un segundo lugar pero no tuvo un avance significativo en febrero; y Roberto Madrazo, a pesar de todos los pesares priistas, sigue estando en una tercera posición y en algunos estudios, como el de María de las Heras, prácticamente empatado con Calderón.

Concluyó el primer mes de campaña real y los números electorales no se han movido demasiado aunque mantienen la misma tendencia de los últimos meses. Ni las exageraciones ni las encuestas dispares pueden modificar un cuadro en el cual las tendencias parecen ser bastante claras: Andrés Manuel López Obrador sigue con una caída por goteo que no le impide seguir adelante en las expectativas electorales; Felipe Calderón creció desde noviembre hasta enero y se mantiene en un segundo lugar pero no tuvo un avance significativo en febrero; y Roberto Madrazo, a pesar de todos los pesares priistas, incluyendo el caso de Mario Marín, sigue estando en una tercera posición y en algunos estudios, como el de María de las Heras, prácticamente empatado con Calderón. En promedio, la distancia entre López Obrador y Calderón (y en varios de ellos también con Madrazo) es de entre 3 y 5 puntos (aunque en casos como el de Mitofsvky se amplía a 9 puntos, lo que contrasta con lo cerrado que queda en la misma encuesta la votación por partido), pero quizás lo más importante es analizar esos resultados a partir de la participación ciudadana: quien más ha insistido en ello ha sido María de las Heras que estima, desde hace meses, que la participación, según sus mediciones, será del 47 por ciento. Por eso, los cuatro puntos de diferencia que le da María de las Heras a López Obrador, se traducen en dos millones de votos, una diferencia que puede ser manejable para cualquiera de los candidatos en las actuales circunstancias.

En este sentido, todos están trabajando en ese sentido. López Obrador no quiere exponer nada. Sabe que, independientemente de lo que digan sus apologistas, la diferencia que le permite mantener la delantera está lejos de ser definitoria: dos millones de votos en cinco meses pueden cambiar de mano sin mayor problema, sobre todo cuando hay millones de electores de los denominados cambiantes que, como su nombre lo indica, pueden modificar el sentido de su voto de acuerdo a la forma en que perciban el proceso electoral. Otro aspecto que puede afectar los resultados es el propio porcentaje de votación: si éste se ubica en el 50 por ciento aproximadamente, la estructura priista con sus 17 gobernadores se torna mucho más influyente que en unos comicios con un porcentaje de electores muy alto. Nada indica hasta ahora que exista un entusiasmo generalizado de la ciudadanía por las campañas electorales o los comicios.

López Obrador sabe que la estructura de su partido es débil y que su voto está muy concentrado en un grupo de estados. Por eso no va a lugares donde se puedan generar debates, ni ofrece entrevistas en las que pueda resultar cuestionado, no se expone en lo más mínimo e incluso sus representantes están presionando para que exista un solo debate de una hora entre los cinco candidatos presidenciales, lo que llevaría a un “debate” en el cual cada candidato expondría sus posiciones en apenas 10 minutos. Eso no es un debate ni servirá, si es diseñado de esa forma, para esclarecer posición alguna ante la ciudadanía. En realidad, un solo debate de esas características y no tener ninguno no hace diferencia. Resulta vergonzoso que, en lugar de avanzar en ese sentido sigamos retrocediendo, pero más extraño resulta que un partido que fue el que más presionó a lo largo de su historia para que se abrieran este tipo de mecanismos se haya convertido ahora en el más refractario a ellos. Es, sin embargo, una misma línea de conducta: López Obrador se negó, incluso a debatir con Cuauhtémoc Cárdenas, dentro de su partido ya ni siquiera sobre la candidatura, sino incluso sobre sus respectivos proyectos de gobierno.

En el PAN, Felipe Calderón necesita retomar el crecimiento que tuvo en los meses pasados. Es verdad que llegado al punto en el cual se encuentra el candidato panista, el crecimiento de cada punto es una tarea compleja, pero el desafío para Calderón sigue siendo que en abril sus números y los de López Obrador se crucen. En otras palabras, que se acentúen las tendencias que se han marcado en los últimos meses. Para ello Calderón tiene que recurrir a dos expedientes que ha relegado en los últimos tiempos y que estuvieron en la base de su crecimiento en diciembre y enero. Primero, recuperar el discurso respecto a lo viejo y lo nuevo, de la lucha entre el futuro y el pasado y sus respectivos representantes. En febrero su discurso se centró mucho más en fortalecer el voto panista, un voto que ya está con él. Un segundo punto importante para Calderón es, en línea con lo anterior, salir a buscar mucho más el voto de los electores cambiantes que sólo podrá obtener planteando una batalla programática e ideológica respecto a López Obrador y Madrazo.

Este último impulsará cambios en su equipo de trabajo y en el CEN priista para controlar la operación del mismo y de su campaña en el momento clave de la confección de las listas de candidatos a diputados y senadores,  a partir de la cual podría recuperar posiciones y colocarse en situación realmente competitiva o iniciar un camino de un regreso imposible. En el CEN se designará como secretario de organización, coordinando en los hechos todos los aspectos nodales de la campaña, a César Augusto Santiago, en la secretaría de elecciones al ex gobernador de Colima, Fernando Moreno Peña y se reincorporará al CEN Carlos Flores Rico, posiblemente en sustitución de Eduardo Andrade. Existe la posibilidad, también, de que Rosario Green no permanezca en la secretaría general y pase a ocupar otra posición en el propio CEN priista. Esas medidas le permitirán a Madrazo concentrar, mucho más, la toma de decisiones, hoy demasiado dispersa. Pero el desafío de Madrazo es otro: despegar de su alto piso electoral, elevando su bajo techo de electores potenciales. Para ello requerirá mucho más que cambios internos, aunque hagan más operativo su equipo. Insistimos en un punto: el momento de las definiciones en la campaña electoral se dará en abril y mayo. Entonces se sabrá si estos movimientos que hoy se planteando han tenido o no éxito.

Finaliza e inicia otra etapa

Desde mañana la columna Razones dejará de publicarse en los periódicos Milenio. En los próximos días, luego de estos años entrañables en esta casa editorial, iniciaremos una nueva etapa, personal, profesional, en el periódico Excélsior, que acaba de ser recuperado por el grupo Imagen. Milenio ha sido una casa acogedora, respetuosa al máximo de mi trabajo personal y, en todos los sentidos, estimulante para el debate y la confrontación de ideas. Por supuesto, esta columna seguirá publicándose, mientras tanto, sin modificaciones, en todos los medios de los estados en los que cotidianamente se publican estas Razones.

Otra etapa que también comenzaremos el próximo domingo, será cuando iniciaremos un espacio periodístico de investigación, reportajes y entrevistas en el nuevo canal Proyecto 40 a las 21 horas. Allí también nos seguiremos encontrando, al igual que en radio, en Imagen Informativa, diariamente entre las 18 y las 20 horas.

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