Extradiciones: la camisa de fuerza
Columna JFM

Extradiciones: la camisa de fuerza

En la reunión binacional que sirvió de preparación para el encuentro que mantendrá los presidente Bush y Fox, hubo dos temas principales: seguridad y migración. En el ámbito de la seguridad existe un capítulo clave, que podría destrabar muchos de los nudos que atenazan la relación bilateral: las extradiciones a EU de personajes ligados al crimen organizado. Si bien México ha activado su política de extradiciones, lo cierto es que, con el actual sistema legal resulta casi imposible enviar a EU a cualquier capo del narcotráfico.

En la reunión binacional que sirvió de preparación para el encuentro que mantendrá los presidente Bush y Fox, hubo dos temas principales: seguridad y migración. En el ámbito de la seguridad existe un capítulo clave, que podría destrabar muchos de los nudos que atenazan la relación bilateral: las extradiciones a EU de personajes ligados al crimen organizado. Si bien México ha activado su política de extradiciones, lo cierto es que, con el actual sistema legal resulta casi imposible enviar a EU a cualquier capo del narcotráfico.

No es difícil comprender porqué si revisamos la lista de los principales pedidos de extradición solicitados por EU por delitos relacionados con el narcotráfico: Osiel Cárdenas está detenido y su proceso en instrucción; en la misma situación están Gilberto Herrera; Jesús Labra; Víctor Manuel Vázquez y Rubén Sauceda. Ismael Higuera, está en calidad de detenido y apenas se agotó la instrucción, en primera instancia, de su caso. Gilberto Salinas Doria tiene pendiente su audiencia final y espera el dictado de sentencia en primera instancia. Jesús Palma Salazar espera las conclusiones del MPF; Manuel Campas aún espera que se le libre una orden de aprehensión. Sentenciado, de la lista de los 20 delincuentes cuya extradición interesa más a Washington, sólo está Francisco Arellano Félix, y en espera de la orden de extradición Javier Torres Félix.

Si analizamos con mayor detalle los casos de los extraditables nos encontramos con que todos están detenidos desde hace años no tienen sentencia: Osiel Cárdenas, el líder del cártel del Golfo, lleva más de tres años detenido y no ha pasado del periodo de instrucción (o sea, de presentación de pruebas); Gilberto Higuera, jefe de operaciones y sicarios del cártel de los Arellano Félix está detenido desde fines de los 90, también sigue en periodo de instrucción; Jesús Labra, que fue el cerebro de los Arellano Félix, fue detenido hace nueve años: sigue en instrucción. Jesús Palma está detenido desde el 95, tampoco tiene sentencia. ¿Por qué en una década no se puede siquiera cerrar el proceso de instrucción de un connotado narcotraficante? Obviamente, porque la justicia trabaja con una lentitud, pero sobre todo porque no hemos sabido adaptar nuestro sistema legal a la lucha contra el crimen organizado.

Los principales narcotraficantes han adoptado la estrategia de prolongar indefinidamente sus procesos para, de esa manera y pese a la reciente resolución de la Suprema Corte, poder permanecer en las cárceles mexicanas donde pueden, aunque sea marginalmente, seguir manejando sus negocios y organizaciones en condiciones de vida que jamás tendrían en una prisión de máxima seguridad en EU.

Con las actuales limitaciones legales, extraditar capos es casi imposible porque se debe esperar no sólo que estén condenados en firme, sino que, además, cumplan esa condena para luego extraditarlos. Sin embargo, en el gobierno federal se está discutiendo, sin llegar a acuerdos, una alternativa que podría romper esa camisa de fuerza: ante la imposibilidad de avanzar, por las continuas trabas legales, en ciertos procesos, ¿qué sucedería si, por ejemplo, en el caso de Osiel Cárdenas, el MPF decidiera levantar todos los cargos en el país y ejecutar de inmediato una extradición que ya ha sido aprobada? Algunos argumentarán que se dejaría el ejercicio de la justicia al otro lado de la frontera. Puede ser, pero lo cierto es que se lograría un objetivo más importante: romper, de verdad, con las cadenas de operación que estos capos, aún desde la cárcel, siguen manejando. Sólo un ejemplo: cuando fue extraditado Juan García Abrego, el cártel del Golfo tardó más de seis años en reorganizarse; hoy, su sucesor, Osiel Cárdenas está detenido desde hace tres y sigue manejando desde La Palma a su organización. ¿Qué opción prefiere usted?

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