Tres meses, 65 muertos y ninguna respuesta
Columna JFM

Tres meses, 65 muertos y ninguna respuesta

Mañana se cumplen tres meses, del accidente en la mina de pasta de Conchos en Coahuila, que dejó un saldo de 65 mineros muertos y un mundo de preguntas sin responder. El hecho es que en estos tres meses no sólo los cuerpos de las víctimas no han sido rescatados, sino que nos encontramos con una grave crisis en el sindicato minero que tiene en los hechos dos liderazgos: uno reconocido oficialmente, el de Elías Morales, y otro prófugo de la justicia pero aparentemente con mayor representatividad.

Mañana se cumplen tres meses, 90 días, del accidente en la mina de Pasta de Conchos, en Coahuila, que dejó un saldo de 65 mineros muertos y un mundo de preguntas sin responder. El hecho es que en estos tres meses no sólo los cuerpos de las víctimas no han sido rescatados (y todo indica que jamás lo serán), sino que nos encontramos con una grave crisis en el sindicato minero que tiene en los hechos dos liderazgos: uno reconocido oficialmente, el de Elías Morales, y otro, prófugo de la justicia pero aparentemente con mayor representatividad en el propio sindicato, en la figura de Napoleón Gómez Urrutia; un conflicto que ha tenido más expresiones violentas como los muertos en el desalojo de la planta de Sicartsa en Lázaro Cárdenas.

Tenemos un secretario del Trabajo, Francisco Javier Salazar que realizó una muy mala operación política en aquellos días del accidente en Pasta de Conchos, de donde salió confrontado con el sindicato minero, con el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira y perdiendo la interlocución con una parte del sindicalismo que, además, exige ahora su renuncia. Si Salazar ha perdido interlocución, los propietarios de la mina, el Grupo México, han tenido un fuerte desprestigio y el conflicto sindical ha derivado en una huelga que tiene, desde hace semanas, semiparalizado a un sector estratégico para la economía nacional como lo es la minería (paradójicamente, o no tanto, cuando los precios de esos insumos están alcanzando máximos históricos).

Decíamos que las preguntas sin respuesta, ante esta compleja situación son demasiadas. Enumeremos sólo las principales: primero, ¿por qué no se dio a conocer públicamente, ni por el sindicato ni por las autoridades, la famosa toma de nota que unos días antes de la explosión de Pasta de Conchos, reconoció como líder del sindicato a Morales en reemplazo de Gómez Urrutia? La pregunta es crucial, porque en buena medida, el conflicto se generó porque durante la larga semana del rescate frustrado  de los mineros, todo indicaba que el gobierno reconocía como dirigente a Gómez Urrutia; es más, Morales ni siquiera se apareció por Coahuila en aquellos días. La información sobre el reemplazo de Gómez Urrutia se dio un par de días después de que se anunció que todos los trabajadores accidentados habían muerto y allí comenzó el conflicto.

Otra pregunta clave es qué sucedió con el dinero otorgado al sindicato por la venta de Minera Cananea y que se estima quedó en manos de Gómez Urrutia: estamos hablando de 20 millones de dólares y la PGR está acusando al depuesto líder por un lavado de dinero de 314 millones de pesos. El liderazgo del sindicato, mayoritariamente partidario de Gómez Urrutia, no ha explicado qué ha sucedido con el dinero, pero se escuda en el derecho sindical de que las autoridades no intervengan en los asuntos internos del sindicato (el caso, por cierto, es muy similar a aquellos 90 millones de dólares que recibió el sindicato petrolero y que se depositaron en una casa de bolsa en Nueva York y que estuvieron en el centro del debate sobre el pemexgate, pero que finalmente quedaron en manos del propio sindicato). Y la CTM juega sus cartas, oponiéndose a Napoleón Gómez Urrutia, porque en el verdadero origen del conflicto estuvo la lucha por el liderazgo del Congreso del Trabajo, donde la CTM apoyó al ferrocarrilero Víctor Flores, en contra de la corriente que impulsaban la CROC y el propio Napoleón. ¿Fue esa una decisión relacionada con el apoyo que podrían dar el PRI y la CTM a la reforma laboral que entonces se sentía que aún estaba viva?

El tema de la actuación de las autoridades laborales es más importante aún porque durante todo el sexenio de Ernesto Zedillo no se reconoció a Gómez Urrutia al frente del sindicato minero porque no cumplía con el requisito, establecido por el propio sindicato, de que hubiera trabajado como minero alguna vez. Por alguna razón, durante la gestión de Carlos Abascal en la secretaría del Trabajo se reconoció al Napoleón, pero posteriormente, después del conflicto en el Congreso del Trabajo, se terminó reconociendo a Elías Morales. La STyPS insiste en qué, en ambos casos, lo que se hizo fue simplemente “tomar nota” de las decisiones del propio sindicato. Puede ser, pero ¿nadie calculó el costo político de las decisiones?¿se asumieron voluntariamente las mismas?

Otra pregunta difícil de responder ha pasado como un incidente menor pero no deja de ser significativo. Días atrás, el destacado abogado laborista, Néstor de Buen, defensor de Gómez Urrutia, viajó a Canadá para entrevistarse con su cliente. A De Buen, un hombre reconocido dentro y fuera de México, por alguna inexplicable razón, por primera vez en su vida se le impidió la entrada a Canadá y se lo envío de regreso a México: ¿alguien operó para impedirle a De Buen entrar en Canadá? Por lo pronto, hasta hoy no hay una explicación de las autoridades canadienses sobre el tema, pero la sospecha no se ha despejado.

Otra pregunta es qué une a los sindicatos que se han unido tras la defensa de Gómez Urrutia. En apariencia nada puede unirlos: pertenecen a corrientes sindicales completamente diferentes, desde la CROC hasta grupos radicales. En todo caso, lo que debe considerarse es otra cosa: es lo refractarios que resultan los sindicatos, todos, a rendir cuentas sobre sus acciones e incluso respecto a la utilización de sus recursos, ya no sólo a la sociedad, sino incluso a sus afiliados. Y no se trata de respetar la autonomía sindical, sino de no seguir contando con estamentos de poder que se mueven fuera de cualquier intento de transparencia.

Queda finalmente una pregunta: sin duda hubo una terrible explosión hace tres meses en Pasta de Conchos, pero ¿fue realmente un accidente?

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