¿Qué hace inédita la violencia en Guerrero?
Columna JFM

¿Qué hace inédita la violencia en Guerrero?

Lo que está sucediendo en Guerrero se ha colocado en el centro de las preocupaciones de la seguridad pública y nacional, no sólo por los hechos de violencia que allí se han sucedido, sino también por la combinación de factores que se presentan en ese estado que hacen, en buena medida inédito el fenómeno.

Lo que está sucediendo en Guerrero se ha colocado en el centro de las preocupaciones de la seguridad pública y nacional, no sólo por los hechos de violencia que allí se han sucedido, sino también por la combinación de factores que se presentan en ese estado que hacen, en buena medida inédito el fenómeno.

Este fin de semana, hubo varias ejecuciones en ese estado pero destacó la muerte de Salvador Melisio Montiel, quien eran el delegado de transporte estatal y un hombre del equipo personal del gobernador Zeferino Torreblanca. Es la primera vez que es asesinado un funcionario estatal que no está involucrado, por lo menos directamente, en funciones de seguridad, aunque el transporte es clave en el mantenimiento de los distintos negocios del crimen organizado que conviven en el estado. El hecho es un capítulo más de la constante escalda que se ha dado en Guerrero y una demostración, también, de cómo se van involucrando los factores del crimen organizado con el mundo político.

Para entender lo que está sucediendo en Guerrero se deben cruzar varias variables. Una de ellas es obvia: el narcotráfico. Guerrero fue durante muchos años, uno de los principales centros de operaciones del cártel de los Beltrán Leyva, muy probablemente la organización más dinámica, en estos momentos, de la suma de grupos que encabeza nominalmente Joaquín El Chapo Guzmán. Tanto el propio Guzmán Loera como varios otros destacados integrantes de esa organización, han vivido durante largos periodos de tiempo en Acapulco y el puerto sirvió como una importante plaza para el ingreso de drogas pero también para su comercialización para los Beltrán Leyva. Adicionalmente, Guerrero es uno de los principales productores de marihuana y amapola, lo que permite que, en los hechos: el ingreso, la comercialización interna y la producción pudieran controlarse desde un solo ámbito. Más aún, en los últimos años, con el auge de las drogas sintéticas, la zona (al igual que su vecino Michoacán y más al norte Colima) se convirtió en un centro de producción de los diferentes derivados de las metanfetaminas, cuyo consumo, en un centro turístico en plena expansión como Acapulco, también es alto.

Lo que rompió el equilibrio fue, por una parte, la llegada de nuevos gobiernos a nivel estatal y municipal, marcados por la alternancia pero sobre todo la existencia de una fuerte presencia de distintos grupos del narcotráfico en la vida política municipal, con un componente adicional: en Guerrero, los Zetas vieron la oportunidad, en esa coyuntura política, de poder entrar en el principal coto en la costa sur del Pacífico de los Beltrán Leyva, en parte por necesidad, en parte como respuesta a los intentos que éstos han realizado para quedarse con el principal territorio de los propios Zetas: Nuevo Laredo. El esquema fue el mismo: mientras una de las organizaciones tenía un amplio control de las policías locales, sus rivales aprovecharon el cambio de administración para involucrarse en las campañas y colocar mandos suyos, antagónicos con el grupo hegemónico, en esas mismas policías. Lo que está sucediendo, en Acapulco y Zihuatanejo, es muy similar a lo de Nuevo Laredo y Reynosa: son las propias policías las que están coludidas con las organizaciones criminales y éstas terminan siendo una parte decisiva tanto de la violencia en general como de los ajustes de cuentas entre las organizaciones. El tema es grave porque, por ejemplo, en Guerrero, Zeferino Torreblanca está intentando impulsar (como sucede también en Nuevo Laredo) una nueva fuerza policial libre de los excesos de corrupción de sus antecesores. Los exámenes de control de personal se están haciendo en el DF, como sucede con los policías de la PFP y los miembros de la AFI. El problema es que casi ninguno de los agentes en activo que fueron enviados al centro de control de confianza, han podido pasar sus exámenes, poniendo de manifiesto la magnitud de la penetración del crimen organizado en esas corporaciones pero también dificultando en grado sumo la integración de la nueva fuerza policial que quiere crear el general Heriberto Salinas, secretario de seguridad pública del estado y un hombre con experiencia y capacidad para afrontar estos temas…si tiene el personal mínimo necesario como para hacerlo. Al mismo tiempo, el alcalde de Acapulco, Félix Salgado Macedonio parece totalmente superado, en lo profesional y en lo anímico, por un fenómeno que nunca entendió y que hoy se le ha ido de las manos, en parte por las controvertidas decisiones que adoptó en la integración de sus equipos, particularmente en el área de la seguridad pública.

A eso hay que sumar un factor adicional que no es menor: la presencia de distintos grupos armados, nacidos todos del que fuera el EPR, con fuerte presencia en la sierra y en algunas ciudades, grupos que han ido derivando hacia organizaciones que operan en los límites de las delincuencia pura, sin demasiados contenidos ideológicos y que los hace idóneos para establecer contactos y relaciones con sus similares del crimen organizado. Los enfrentamientos que se han sucedido en Tierra Caliente podrían tener relación con la combinación de ambos grupos, así como los ataques con granadas contra distintos destacamentos policiales.

Más temprano o más tarde habrá que tomar decisiones en varios puntos de la república para frenar esta escalada de violencia, crimen organizado, cuerpos policíacos corrompidos y desestabilización política. No se trata de simple voluntad política: por ejemplo, en Guerrero y Michoacán, tanto Torreblanca como Lázaro Cárdenas la tienen, sino de asumir que se requiere una estrategia complementaria, en la que intervengan en forma conjunta los distintos niveles de gobierno, adoptando medidas extraordinarias. La salida pasa, sin duda por la seguridad, pero deberá pasar, necesariamente, por acuerdos políticos de tan amplio espectro, que difícilmente se podrán establecer antes del proceso electoral.

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