La fuga como respuesta
Columna JFM

La fuga como respuesta

El fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación podrá tener varias lecturas, pero el punto central es que por unanimidad, desechó las dos demandas más peligrosas para nuestra gobernabilidad y estabilidad: el llamado conteo voto por voto, y su consecuencia directa, la anulación de la elección presidencial, una decisión cuyo costo hubiera sido insostenible.

El fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación podrá tener varias lecturas (desde aquellos que aseguran que fue una suerte de “regaño” al IFE hasta los que recuerdan, con razón, que en las elecciones federales del 94 y del 2000 se terminaron abriendo un porcentaje similar de paquetes electorales para su revisión, y en ninguno de los dos casos ello determinó un cambio en la tendencia electoral ni cuestionamientos sobre su legitimidad), pero el punto central es que el Tribunal, por unanimidad, desechó las dos demandas más peligrosas para nuestra gobernabilidad y estabilidad: el llamado conteo voto por voto, y su consecuencia directa, la anulación de la elección presidencial, una decisión cuyo costo hubiera sido insostenible.

Aproximadamente un 9 por ciento de los paquetes electorales se abrirán y con ello se cumple en forma escrupulosa, y hasta con exceso de celo, la ley vigente. Resulta desconcertante que López Obrador continúe con la necedad de no aceptar los fallos del Tribunal, que se lance en una serie de agravios contra el mismo y que personajes que tuvieron un papel importante en propia construcción de estas instituciones, incluyendo el proceso de designación de los magistrados, como Arturo Núñez, arrojen por la borda el logro más importante de su carrera (la reforma del 96) en aras de quedar bien con su novísimo jefe. En los hechos, la propia Alianza por el Bien de Todos (sic) había pedido revisar casillas de 174 distritos, y se revisarán las de 149: para cualquiera que no se basara sólo en la estrategia de obtener el triunfo a como dé lugar, el fallo debería haber sido considerado como positivo.

Muchos otros, además de Núñez, han perdido capital político a manos llenas como consecuencia de seguir acríticamente las ocurrencias de López Obrador. Ahí está Alejandro Encinas que se ha cansado de violar la normatividad de la ciudad que supuestamente gobierna, para respaldar política y materialmente unos plantones que no tienen justificación alguna. O Marcelo Ebrard que terminó insultando a todos los que firmamos el desplegado de la semana pasada en el cual se pedía, básicamente, que se respetaran las instituciones electorales y el fallo del Tribunal. Sólo por ofrecer esa opinión, Marcelo se lanzó a una carrera de insultos sin fundamento que ofenden su inteligencia, además de que lo distancia de un grupo importante de personalidades que forman parte, muchos de ellos, de su propia corriente política. Una verdadera estupidez indigna de un hombre que se supone buscará consolidarse para el 2012. El propio Joel Ortega, que acaba de recordar que le debe su puesto no a López Obrador o a Ebrard, su verdadero jefe, sino al presidente Fox y trata de atenuar con declaraciones lo que ignora en la práctica: la abierta colaboración de las fuerzas de seguridad capitalinas con el plantón. Ortega ha atenuado sus declaraciones porque sabe que su salida de la SSP-DF dejaría sin muchos instrumentos de control y financiamiento al movimiento, pero no ha hecho absolutamente nada por aligerar los problemas que sufrimos cotidianamente los capitalinos. Y ahí están en la lista de perdedores, y por lo tanto de intransigentes, desde Manuel Camacho hasta Ricardo Monreal, y muchos más cuyo destino político, por lo menos el que ellos imaginaron, se ha visto coartado.

Pero no todos los perredistas están apostando igual. Son muchos los que ya son concientes de que es imposible seguir en el camino al despeñadero, a pesar de los “comités de salud pública” que dirige Martí Batres, encargados de supervisar cualquier atisbo de “traición” a las decisiones del líder místico. Y sin embargo, el mundo se mueve: mientras los futuros legisladores han ignorado el llamado a no asumir sus cargos, se preparan para elegir a sus futuros coordinadores parlamentarios y se asegura que serían dos dialoguistas los responsable de los mismos: Javier González Garza en la cámara de diputados y Carlos Navarrete en la de senadores. Ello llevará más temprano que tarde a un ajuste en la dirigencia del partido, porque resulta obvio que Leonel Cota Montaño no cuenta con respaldo alguno. Cota Montaño será uno más de los jefes partidarios que probablemente dejarán, formal u oficiosamente, su cargo en las próximas semanas (lo mismo terminará ocurriendo con Mariano Palacios Alcocer y Manuel Espino). Entre los gobernadores, salvo el triste caso de Encinas, los demás originarios del PRD han puesto, también, una sana distancia con las medidas de López Obrador. Lázaro Cárdenas Batel y Amalia García estuvieron la semana pasada en Monterrey en encuentros con empresarios a los que el propio López Obrador acusa de todos los males posibles de la república, incluyendo el haber perpetrado el presunto fraude electoral. Zeferino Torreblanca está mucho más ocupado con lo que sucede en su estado que en participar en plantones con su ex candidato. Buena parte de los intelectuales que lo apoyaron en su campaña han decidido no continuar en la escalada de López Obrador y a éste le queda, en términos reales, sólo la estructura perredista en el DF y el área metropolitana.

El aislamiento de López Obrador y su equipo más cercano, no será indoloro para el perredismo y deberán ser sus dirigentes históricos los que se encarguen de rectificar un camino que ese partido hoy ha perdido, despilfarrando, además, el enorme capital político que acumuló en esta elección. López Obrador sigue mostrando su peor rostro y de la misma manera que dijo que iba a respetar los resultados electorales y al IFE y no lo hizo, también sostuvo en su momento que confiaba en el Tribunal y ahora lo rechaza. El problema para López Obrador es que se le acabaron las opciones, el 14 a más tardar habrá presidente electo, no será él y cada día son menos los que siguen su camino. Y él ha optado por la fuga hacia delante.

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