Buscadores de formas y esquizofrenia
Columna JFM

Buscadores de formas y esquizofrenia

El primer mensaje de Felipe Calderón como presidente de México ha sido certero: convergencia a otras fuerzas políticas, un llamado reiterado a la unidad nacional pero sobre todo tres temas en la mesa para empezar a negociar y llegar a acuerdos en el propio período de transición: pobreza y desigualdad, empleo y seguridad pública.
Se ha criticado la ausencia de los ?cómo? en el discurso de Calderón. Se trata de una verdad parcial, porque los cómo avanzar en esos temas tendrá que ser parte de los acuerdos a llegar por las distintas fuerzas políticas con la próxima administración.

El primer mensaje de Felipe Calderón como presidente electo ha sido certero: convergencia con otras fuerzas políticas, un llamado reiterado a la unidad nacional pero sobre todo tres temas sobre la mesa para comenzar a negociar y llegar a acuerdos en el propio periodo de transición: pobreza y desigualdad, empleo y seguridad pública. El primer punto ha sido puesto más que de manifiesto con los resultados electorales. El segundo ha sido su principal oferta de campaña y quizás la mayor carencia en el plano social del foxismo. El tercero es un mal que parece estar rebasando a las instituciones y que cuyas carencias ya no pueden seguir ocultándose debajo de la alfombra: ayer, cinco decapitados en Michoacán y el asesinato del director de la Agencia Estatal de Investigación de Nuevo León (la principal fuerza de seguridad del estado), han puesto de manifiesto, una vez más, que el crimen organizado también ha jugado sus cartas en este proceso electoral y político.

Se ha criticado la ausencia de los “cómo” en el discurso de Calderón. Se trata de una verdad parcial, porque los cómo avanzar en esos temas tendrá que ser parte de los acuerdos a llegar por las distintas fuerzas políticas con la próxima administración. Si Calderón propusiera ahora esos cómo públicamente, tal cual lo hizo una y otra vez la administración Fox, aunque fueran propuestas acertadas, estarían muertas de origen. Los acuerdos deben ser los que permitan avanzar en esos y otros temas, desde la reforma de pensiones hasta los cambios políticos, energéticos y fiscales que son necesarios, llegando, si es posible, a un verdadero gobierno de coalición. Los cómo tendrán que colocarse en la política, en las formas. El fallecido director de la revista Cambio 16, José Luis Salas, clave en la transición española, decía, cuando se le preguntaba cómo definiría a los arquitectos de esa transición, que habían sido unos “buscadores de formas” para llegar a los objetivos que la mayoría compartía. La administración Calderón se tiene que convertir en una “buscadora de formas” con los demás partidos políticos para definir cómo arribar a programas concretos que permitan avanzar al país. Es la hora de la política seria y de abandonar los histrionismos efectistas pero vacíos. Una de las notas positivas de la jornada del martes fue que, salvo el lopezobradorismo, todas las demás fuerzas políticas, incluyendo gobernadores, empresarios y centrales sindicales, reconocieron los resultados electorales.

El contraste con el discurso de López Obrador y sus cada vez más escasos seguidores fue evidente. El tabasqueño ante un puñado de militantes, la mayoría de grupos como los Francisco Villa, acompañado por Rosario Ibarra, rechazó los resultados y ahora su duda parece ser entre lanzar “su gobierno” el 16 de septiembre, el 20 de noviembre o el primero de diciembre, mientras que ese personaje convertido en un cúmulo de torpezas políticas que es su vocero Gerardo Fernández Noroña, como único argumento para rechazar el retiro de los abandonados campamentos de Reforma y el Zócalo, ante el inminente desfile militar del 16 de septiembre dijo que el ejército mexicano se fuera a desfilar a otro lado porque “nosotros llegamos primero” (¿realmente pensará este hombre que el lopezobradorismo “llegó primero” que el ejército mexicano?¿tendrá algún sentido de lo que es la historia este vocero que hasta que asumió ese cargo sólo era recordado por arrojarse frente a Ernesto Zedillo cada vez que lo veía?).

Tendrá que tomar una decisión rápida López Obrador porque se está quedando cada vez más solo. Su respaldo ha disminuido al nivel histórico del PRD, de aproximadamente el 20 por ciento, pero si no modifica su actitud incluso el partido del sol azteca podría terminar fracturándose. López Obrador ha seguido los mismos pasos que Marcos: éste declaró la “guerra” al Estado mexicano y desconoció a sus instituciones, López las mandó “al diablo” y tampoco reconoce al gobierno; ambos, formados en un historicismo de libro de texto gratuito, soñaron con convertirse en una suerte de Zapata revivido, elaborando sus planes de Ayala respectivos y convocando a sus convenciones, sus “Aguascalientes”; ambos tuvieron un momento de popularidad y ante la falta de propuestas se han ido quedando progresivamente solos: Marcos deambula sin generar siquiera atención mediática, hoy López Obrador está acompañado por un puñado de fieles en el Zócalo mientras, como sucedió con Marcos, muchos de los que fueron sus aliados sólo están pensando cuál es la hora idónea para abandonarlo.

Hay en todo ello una cierta esquizofrenia: López Obrador dice que lanzará su propio gobierno, llama a una ignota revolución y rechaza las instituciones pero todos sus legisladores asumen sus cargos y cobran sus dietas. De Marcelo Ebrard tenemos noticias por las revistas del corazón pero debemos imaginarnos que estará preparando su futura administración en la capital y ya veremos cuántos lopezobradoristas “duros” incorpora a ella. De los demás gobernadores perredistas no tenemos noticia, salvo el gobernador electo de Chiapas, Juan Sabines que reconoció sin dudarlo al nuevo presidente electo. Y todo indica que en la misma posición están Lázaro Cárdenas, Amalia García, Zeferino Torreblanca y Narciso Agundis. Convergencia sigue un doble juego que terminará lastimando a ese partido: reconoce al gobierno, dice que buscará acuerdos con él y, al mismo tiempo, firma una declaración con López Obrador apoyando una convención que lo desconoce.

Pero el problema mayor de López Obrador no es la esquizofrenia política que ha sembrado en su gente. El mayor problema se llama Cuauhtémoc Cárdenas. El fundador del PRD más temprano que tarde asumirá su responsabilidad de rescatar a su partido de tanta mediocridad y arribismo, regresándolo a la senda de la verdadera izquierda. Esa será la hora de la verdad para el lopezobradorismo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *