Garza Sada, 33 años de un crimen de Estado
Columna JFM

Garza Sada, 33 años de un crimen de Estado

La historia de las provocaciones políticas y los crímenes realizados como parte de ellas son demasiados para ignorarlos. En estos días, ha comenzado a circular (la presentación oficial será el 14 de octubre en Monterrey) del libro Nadie supo nada y lleva como subtítulo La verdadera historia del asesinato de Garza Sada. Publicado por Grijalbo se basa en una extensa investigación documental que inicié en 2002 sobre el intento de secuestro y el asesinato de don Eugenio Garza Sada, hecho del que ayer se cumplieron 33 años. Allí se demuestrá cómo muchas de las ?buenas causas? de entonces servían a los intereses políticos y económicos del poder, de esos mismos grupos que representaba el presidente Luis Echeverría y estuvieron tan empeñados en regresar al poder por la vía de la candidatura de López Obrador.

La historia de las provocaciones políticas y los crímenes realizadas como parte de ellas, son demasiados como para ignorarlos. En estos días, ha comenzado a circular (la presentación oficial será el 14 de octubre en Monterrey) un libro de esos que un autor, en este caso un servidor, no puede menos que sentirse orgulloso. El libro se llama Nadie supo nada y lleva como subtítulo La verdadera historia del asesinato de Garza Sada, publicado por Grijalbo está basado en una extensa investigación documental que inicié en el 2002 sobre el intento de secuestro y asesinato de don Eugenio Garza Sada, hecho del que ayer se cumplieron 33 años. Allí se demuestra cómo muchas de las “buenas causas” de entonces servían, en realidad, a intereses políticos y económicos del poder, de esos mismos grupos que representaba el presidente Luis Echeverría y que estuvieron tan empeñados en regresar al poder vía la candidatura de López Obrador.

En ese libro, se pone de manifiesto por documentos desclasificados de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, cómo operaba el viejo régimen que tanto añoran los restauradores. En el nuevo Archivo General de la República, encontramos documentos de la DFS que demuestran que esa instancia, supo, desde un año y medio antes de que se produjera el intento de secuestro, quiénes realizarían esa acción, los tenía localizados, y pudo seguir paso a paso los preparativos de la acción pero no hizo nada por evitarlo.

En el documento de la DFS desclasificado y marcado con el expediente 11-219-972, en el legajo dos, hojas 46 y 47, se puede leer un detallado informe enviado por el representante de la DFS, Ricardo Condelle Gómez y dirigido al director de la DFS, titulado “Asunto: estado de Nuevo León, planes de secuestro de los industriales Eugenio Garza Sada y Alejandro Garza Lagüera”. El documento está fechado el 22 de febrero de 1972, año y medio antes de que se intentara el secuestro que terminó con el asesinato de Garza Sada.

Allí se puede leer como Manuel Saldaña Quiñónez (alias Leonel) “que fue reclutado, dice el documento, como profesional de la guerrilla por Héctor Escamilla Lira (a) Víctor, en septiembre de 1971, fue descubierto como policía en la segunda quincena de octubre de ese año”. Pero, “para demostrarle su confianza”, sus compañeros, “le llevarían a su casa para que se procurara ropa y llevarlo a pasar (sic) unas vacaciones a México” (esa es la redacción original).
Leonel, como informante de la DFS detalló con pelos y señales lo que ocurría en esa casa operativa. Dice el informe de la DFS de febrero del 72, que Leonel fue hospedado “en la casa número 18 , apartamento 5 de Casas Grandes, colonia Narvarte” donde vivían y se reunían los dirigentes de la organización que, con el paso del tiempo, pasó a ser la Liga 23 de Septiembre. En el documento se relatan los contenidos de esas reuniones y se dice que “aproximadamente el 4 de diciembre (de 1971) efectuaron una junta donde (…) propusieron efectuar el secuestro de una persona que pagara inmediatamente un rescate de varios millones de pesos para comprar más armas y una radiodifusora para la transmisión clandestina de mensajes revolucionarios…”. Para el estudio de los planes de secuestro se comisionó a Víctor (Escamilla Lira). También, a un grupo de 10 o 12 personas para efectuar el secuestro”. Todas están identificadas en distintos documentos.

Según otro documento de la DFS de febrero del 72: “el 8 de diciembre del 71, Leonel regresó a Monterrey y supo por boca de Víctor que los señores Eugenio Garza Sada y Alejandro Garza Lagüera, serían las personas que el grupo trataría de secuestrar”. Faltaba un año y medio. Nadie hizo nada para evitarlo.

Escamilla Lira, es el mismo que había mantenido a Leonel en la organización sabiendo que colaboraba con la DFS. Una vez detenido en Culiacán, Escamilla Lira hizo una larga declaración sobre toda su historia política. Allí ratificó y amplió la historia de cómo se había decidido el secuestro de Garza Sada, confirmando en todos sus detalles el informe confidencial que había recibido la DFS año y medio atrás. En el documento que transcribe la declaración de Escamilla, éste reconoce que se volvió a encontrar con Leonel antes del secuestro y que éste había admitido que había sido detenido y se “había visto obligado a denunciar al exponente (Escamilla) como uno de los participantes” y “que obtuvo su libertad mediante el compromiso de continuar proporcionando información a la policía”. Además, había proporcionado información sobre quienes intentarían realizar el secuestro de Garza Sada: Escamilla era vigilado por la DFS, pero quedó en libertad. En Monterrey, Escamilla, según su testimonio, se alojó en la casa de Jesús Piedra Ibarra. Escamilla tenía la responsabilidad de vigilar los movimientos de Garza Sada y organizar con el secuestro.

Que él decidió el lugar y la fecha del mismo. Unos días antes de la operación, fue enviado a Tampico porque la célula consideraba que “ya había sido descubierto por la policía”. En Tampico, apenas llegó, fueron detenidas su esposa y otro dirigente de la Liga 23. Pero no se detuvo, antes del secuestro, a ningún miembro de la célula que lo llevaría a cabo. Escamilla volvió a Monterrey a alojarse con Piedra Ibarra en enero del 74 (éste desaparecería poco después). Finalmente, el 12 de abril del 74, Escamilla fue detenido en Culiacán.

Siempre se tuvo la sospecha de que en el secuestro y asesinato de Garza Sada había habido alguna participación o tolerancia del gobierno de Echeverría. Ahora se puede saber, con base en esta investigación, que la DFS siempre supo del intento de secuestro y conocía los detalles de la operación. Ahí están, los maestros de muchos de los políticos que hoy rodean a López Obrador y que tenían, entonces como ahora, la consigna de crear los problemas para luego poder resolverlos. Creando, por ejemplo, “presidentes legítimos”.

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