Una vida por dos mil millones de dólares
Columna JFM

Una vida por dos mil millones de dólares

¿Recuerda usted cuando se tomaba a broma aquella propuesta de algún narcotraficante, creo que fue Caro Quintero, de que él se podía hacer cargo del pago de la deuda externa de México. La noticia pasó prácticamente desapercibida en nuestro país, pero algo así ha sucedido en la lucha contra el crimen organizado, porque debe ser considerado un cambio trascendental de estrategia del gobierno estadounidense en el tema y podría contribuir y asumir otra serie de medidas y reformas como en Colombia y poder contar con armas eficientes para controlar el narcotráfico.

¿Recuerda usted cuando se tomaba en broma aquella propuesta de algún narcotraficante, creo que fue Caro Quintero, de que él se podía hacer cargo del pago de la deuda externa de México? La noticia pasó prácticamente desapercibida en nuestro país, pero algo así ha sucedido y ello resulta un dato notable para la lucha contra el crimen organizado, porque debe ser considerado un cambio trascendental de estrategia del gobierno estadounidense en el tema y podría contribuir, asumiendo otra serie de medidas y reformas, como se hizo en su momento en Colombia, para tener más armas, más eficaces, para tratar de controlar el narcotráfico.

El hecho es que los dos narcotraficantes más importantes que ha habido en el mundo contemporáneo, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, líderes del poderoso cártel de Calí, responsables de haber introducido durante décadas el 80 por ciento de la cocaína que se consume en Estados Unidos, en su momento fueron detenidos en su país (se asegura que en realidad se entregaron luego de un acuerdo con el gobierno de Alvaro Uribe para evitar más persecuciones), fueron extraditadotes a Estados Unidos, y allí llegaron a un acuerdo judicial hasta ahora inédito en este ámbito.

La justicia estadounidense que siempre ha dicho que no acepta negociaciones con el narcotráfico, accedió reducir las condenas de Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela a 30 años de prisión en lugar de cadena perpetua, pero mucho más importante que eso, aceptó un acuerdo mediante el cual los narcotraficantes y su familia, entregaron al gobierno estadounidense (y una parte de ello será para el colombiano) dos mil 100 millones de dólares en efectivo y bienes, producto de sus actividades. Además, seis familiares quedarán libres de cualquier acusación que los relacione con el narcotráfico y el lavado de dinero, 28 personas ligadas a ellos serán borradas de la llamada lista Clinton que congela sus bienes y les impide realizar negocios con cualquier empresa estadounidense y otros 28 familiares más están en proceso de correr la misma suerte. Ninguno de los hermanos, establece el acuerdo, tendrá que cooperar ni ahora ni en el futuro en investigaciones policiales. En los hechos, luego de la entrega de esa parte importante de su patrimonio (William Rodríguez Abadía, hijo de Miguel, ya había llegado a un acuerdo similar entregando propiedades por 300 millones de dólares), tanto el resto de la familia como todos los recursos ligados a ella, han quedado legalizados. El narcotráfico por supuesto continúa pero se ha cerrado un capítulo clave en el mismo.

Los hermanos Rodríguez Orejuela resultan, además, paradigmáticos en el mundo del narcotráfico. Gilberto, apodado El Ajedrecista, por su pensamiento estratégico sobre el curso de esa actividad, planteó un modelo que han seguido muchas otras organizaciones y por supuesto sus ahora ex socios mexicanos. Mientras Pablo Escobar Gaviria, con sus modos espectaculares, se dedicaba a la política y al populismo, hacía exhibición de su riqueza, se embarcaba en una guerra contra el estado colombiano y los Estados Unidos y se convertía en el enemigo público número uno, los hermanos Rodríguez Orejuela, invertían sus recursos en una multitud de empresas lícitas en todas partes del mundo, trataban de pasar desapercibidos y vivir en forma relativamente modesta. Como tenían comprada a buena parte de la policía de su país, fueron fundamentales en la persecución y la muerte del propio Pablo Escobar, asumiendo que el personaje dañaba sus actividades y en su momento colaboraron con las mismas autoridades en la persecución a las FARC y el ELN. Para llevarlo a los parámetros mexicanos, Pablo Escobar se parecería mucho más, por ejemplo, a Osiel Cárdenas y su gente, mientras que los Rodríguez Orejuela, tendrían una forma de operar mucho más parecida a la que han tenido la mayoría de los jefes de lo que fue el cártel de Juárez, en particular Juan José Esparragoza. Osiel ha jugado políticamente con el lopezobradorismo y los derechos humanos, toma medidas espectaculares, hace gala de una violencia también espectacular, pero ello lo vuelve, paradójicamente, más vulnerable. Sus adversarios no son menos temibles pero apuestan y juegan de manera diferente, más cerca del poder tradicional y de sus reglas.
Sin duda, aquellos “méritos” de los Rodríguez Orejuela deben haber allanado el camino para el acuerdo judicial obtenido esta semana, pero el hecho es que el mismo abre un capítulo inédito en las armas de las que disponen las autoridades para luchar y neutralizar los poderes del narcotráfico.

En nuestro caso, estamos lejos de esos lujos en la lucha contra el narcotráfico y de su sofistificación. Por ejemplo, funcionarios del gobierno federal y un grupo de gobernadores se han puesto de acuerdo para lanzar un programa de seguridad pública: proponen centralizar información sobre policías, automóviles, pedir registro de huéspedes en hoteles, establecer mecanismos uniformes de comunicación interpolicial y hasta intercambiar información. El programa será presentado en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública a mediados de este mes, se ratificará en la Conago, y unos días después asumirá un nuevo presidente que no sabemos si comparte ese programa.

Pero lo que en buena medida explica el porqué del fracaso que vivimos en el ámbito de la seguridad, es que son las mismas medidas aprobadas entre 1995 y 1998, cuando se estableció el sistema nacional y que prácticamente se abandonaron al inicio de este sexenio. Avanzamos mirando el pasado.

Archivos recuperados

Mientras hoy será un día importante en el esquema de desestabilización orquestado desde el lopezobradorismo, el sábado pudimos ver al líder con su “banda presidencial” estilo art narco, comparándose, modestamente, con Vicente Guerrero. Quizás tendría que recordar que Guerrero terminó siendo entregado por los suyos.

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