Es irreflexivo, intolerante, autoritario: con él hasta la muerte
Columna JFM

Es irreflexivo, intolerante, autoritario: con él hasta la muerte

Es difícil de entender a los seguidores de López Obrador. El movimiento, obviamente va en decadencia: en Puebla, apenas si acompañaron unas 250 personas al ?presidente ilegitimo?, sus guaruras terminaron agrediendo a los pocos periodistas que cubrían la nota. Los legisladores perredistas anuncia que han firmado un documento en el que se comprometen a ?impedir la toma de posesión? de Felipe Calderón, pero al mismo tiempo se quejan porque les están descontando 40 mil pesos mensuales para financiar sus aventuras, incluyendo la ?toma de protesta? del 20 de noviembre que costará más de dos millones de pesos.

Es difícil entender a los seguidores de López Obrador. El movimiento, obviamente va en decadencia: en Puebla, apenas si acompañaron unas 250 personas al “presidente ilegítimo”; sus guaruras terminaron agrediendo a los pocos periodistas que cubrían la nota, mientras el propio López Obrador los azuzaba y se quejaba de un “cerco informativo”. Los legisladores perredistas anuncian que han firmado un documento en el que se comprometen a “impedir la toma de posesión” de Felipe Calderón, pero al mismo tiempo se quejan porque le están descontando 40 mil pesos mensuales para financiar sus aventuras, incluyendo la “toma de protesta” del 20 de noviembre que costará más de dos millones de pesos. Las encuestas demuestran que, gracias a la actitud asumida por López Obrador desde el dos de julio, ese partido regresó a su caudal electoral cercano al 20 por ciento; Juan Sabines en Chiapas se deslindó del ex candidato de inmediato en cuanto conoció el resultado electo y el PRD perdió abrumadoramente en Tabasco. En el DF, Alejandro Encinas que funge como un jefe de la resistencia civil y no de gobierno, acaba su gestión con la calificación ciudadana más baja desde que fue creada esa figura institucional.

Por si quedaran dudas, el balance electoral del propio PRD, asume que el principal responsable de la derrota del dos de julio fue el propio López Obrador, que tuvo “exceso de confianza”, abandonó a las bases del partido, decidió pese a los consejos en contrario confrontarse con el presidente Fox y no asistir, porque consideraba que ya no era necesario, al primer debate entre los candidatos. Pero si se quiere ahondar más aún en la personalidad de López Obrador, en comprender porqué perdió las elecciones y está llevando al despeñadero al PRD, se debe leer el libro Oscar Camacho y Alejandro Almazán, La victoria que no fue, publicado por Grijalbo.

No comparto algunas de las conclusiones del libro, pero su investigación nos muestra un personaje como el que hemos descrito a lo largo de mucho tiempo: un hombre intolerante; incapaz de aceptar una crítica incluso en su círculo más íntimo; comprometido sólo con sí mismo; arrogante; con desprecio por su partido; por quienes lo llevaron a ocupar las posiciones políticas de las que actualmente goza; por los medios; rodeado por un grupo de aduladores a los que les dio todas las responsabilidades basado sólo en su amistad incondicional. No es exageración: Oscar y Alejandro ofrecen todo tipo de detalles proporcionados por los propios acompañante del ex candidato. Nos cuentan como la camioneta en la que se transportaba López Obrador se convertía en el Nico-spa, en el cual su amigo Nicolás Mollinedo, pasara lo que pasara, siempre le decía que iba muy bien, que ya habían ganado; cómo López Obrador había decidido ganar sin la televisión y terminó siendo el que más spots pagó en ella; cómo despreció a empresarios, comunicadores (“no les haga caso, licenciado, le decía Nico cada vez que aparecía una crítica, “magnifican las cosas”; “es verdad, es una prensa vendida”, le contestaba entonces López Obrador); cómo decidió dejar fuera a la estructura del PRD para apoyarse en dos amigos Alberto Pérez Mendoza y Francisco Yee (“con ellos no se metan, respétenlos, no quiero escuchar ninguna queja, apóyenlos en todo”, les advirtió López Obrador a todo su equipo), que no sabían nada de elecciones, mismos que dilapidaron 300 millones de pesos sin garantizar siquiera a los representantes de casilla. Cómo decidió colocar como candidatos, sin consultar a su partido, a una serie de priistas impresentables, pero cómo rechazó, según la versión recogida en el libro, el respaldo de algún gobernador de ese partido porque “le caía mal”. Cómo traicionó a Cárdenas desde la misma noche del 2 de julio del 2000.

Es increíble que un candidato tan poderoso, no aceptara leer los periódicos; cómo todas las encuestas eran rechazadas, incluso en ocasiones las suyas, si no demostraban lo que él quería ver. Cómo su equipo era incapaz de poder opinar sobre algo que le disgustara y cómo ese grupo de hombres y mujeres, algunos tan soberbios, no atinaban a contradecir a su jefe, aunque estuviera diciendo la mayor de las barbaridades. Un ejemplo entre muchos: “desde principios de abril, dice el libro de Almazán y Camacho, Andrés Manuel les dijo (a su equipo) que sólo acudiría a un debate y nada más. Y nadie se atrevió a siquiera hacerle el más mínimo señalamiento. Todos sabían que había asuntos en los que López Obrador no admitía réplica y que la forma en que se conducía la campaña era un facultad sólo de él. Andrés Manuel nunca trabajó en equipo. Y quienes lo rodeaban, su gente cercana, fueron únicamente satélites, que hacían lo que López Obrador les ordenaba”. Un caudillo, continúa el texto, “que se creyó infalible, indestructible. Que nunca trabajó en equipo, que nunca escuchó a nadie”.

Y ni una fuente del libro proviene de los adversarios de López Obrador: todos los que hablan son los suyos o se refiere a medios que simpatizaron con él. Almazán y Camacho incluso reconocen que el dos de julio, AMLO fue su candidato y por él votaron. Y allí siguen, tras ese hombre irascible, intolerante, arrogante y sin sentido de la realidad, un grupo de dirigentes perredistas, que saben y asumen todo esto, que lo aceptan en voz baja pero que continúan llevando adelante una farsa que sólo puede llevarlos a la ruina.  ¿Cómo teniendo un diagnóstico tan preciso se pueden sacar conclusiones tan equivocadas?¿así pensaban que López gobernaría el país?¿con base en estos datos no es correcto decir que hubiera sido un presidente autoritario, irreflexivo, nepotista y antidemocrático? Vaya paradoja: nadie describe mejor las incapacidades de López Obrador que su propia gente. ¿Hasta cuándo y porqué seguirán a tal personaje?

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