Un proyecto de país, algo de geopolítica, una traición
Columna JFM

Un proyecto de país, algo de geopolítica, una traición

La gira europea de Felipe Calderón ha sido exitosa y le ha permitido al nuevo presidente posicionarse correctamente en el Viejo Continente. Lo más importante, por encima de anécdotas, es que logró dos objetivos claves. Primero, impuso un discurso que puede ser interesante a futuro y que fue lo que generó la reacción de Chávez: la idea de que si otros países de América latina se cierran a las inversiones y optan por revivir la fracasada política de nacionalizaciones, México apuesta a la apertura y garantiza la seguridad jurídica de esas inversiones.

La gira europea de Felipe Calderón ha sido exitosa y le ha permitido al nuevo presidente posicionarse correctamente en el Viejo Continente. Lo más importante, por encima de anécdotas, es que logró dos objetivos claves. Primero, impuso un discurso que puede ser interesante a futuro y que fue lo que generó la reacción de Chávez: la idea de que si otros países de América latina se cierran a las inversiones y optan por revivir la fracasada política de nacionalizaciones, México apuesta a la apertura y garantiza la seguridad jurídica de esas inversiones. Chávez y su corte han puesto el grito en el cielo y se han centrado en las descalificaciones personales porque no tienen argumentos para sostener su punto de vista. Las inversiones en Venezuela se han derrumbado, en Bolivia y Ecuador van por el mismo camino y no parece que, en ese sentido haya opciones hacia el futuro: nadie, con certidumbre, invertirá a largo plazo en un país cuyo presidente gobierna a perpetuidad e instrumenta a placer nacionalizaciones y expropiaciones. Claro que existirán inversionistas de riesgo y corto plazo que podrán hacerlo buscando la complicidad del régimen. Eso ocurrió incluso en el México de Echeverría y López Portillo. La diferencia es que a la menor señal de problemas esas inversiones huyen: ¿es necesario recordar, por ejemplo, la crisis del 82, después de que López Portillo hubiera decidido que era hora, como dice ahora Chávez, de “administrar la abundancia”?. La política es la misma y los resultados también lo serán. Hacer resaltar esas diferencias es uno de los capítulos más importantes de la gira de Calderón: sólo con un nulo sentido de proyecto de nación, se puede criticar la búsqueda de un posicionamiento firme en ese terreno. Si Chávez y demás cortesanos no lo comprenden, sí lo comprendió bien Luis Inácio Da Silva, Lula, porque sabe que compite por el mismo mercado de inversiones. Algunos destacaron la defensa que hizo Lula de Chávez, respecto a que había ganado tres elecciones, pero lo importante es que Lula no avaló el proyecto de Chávez y Morales porque mientras necesita el petróleo barato que le envía Venezuela, tiene graves problemas con las inversiones de su país en Bolivia. Brasil es un país amigo, en muchos sentidos entrañable, pero no debemos perder de vista que es el adversario geopolítico natural de México y eso ha sido así casi desde siempre: no se trata de considerarlo un enemigo porque no lo es, pero existe una competencia natural, similar, salvando todas las diferencias, a la que se establece en Europa entre Gran Bretaña, Francia y Alemania, diferencias amortiguadas por la integración pero aún existentes. Por eso mismo, entre Lula y Calderón hubo una suerte de esgrima verbal en Davos pero no se dio ni un enfrentamiento ni hubo descalificaciones entre los dos mandatarios. Los dos saben que la apuesta de sus respectivos países es demasiado alta como para jugar con ello. Saben también que en el marco de un mismo tipo de desarrollo, México y Brasil, están presentando las dos verdaderas opciones políticas en el continente. Chávez no es más que una anécdota que depende del petróleo.

Pero hubo algo que en el corto y mediano plazo es tanto o más importante. La relación de Calderón con Angela Merkel, se podía dar por descontada, pero los dos grandes referentes de la socialdemocracia europea (y por ende de la izquierda moderna en América Latina) son Tony Blair y José Luis Rodríguez Zapatero. El respaldo que ambos proporcionaron al presidente Calderón es decisivo para mantener una buena relación con la izquierda democrática internacional y tiene repercusiones internas importantes. No en vano, el sector ultra del PRD reaccionó con tanto encono y torpeza cuando Rodríguez Zapatero criticó la actitud de López Obrador de no aceptar el resultado electoral del año pasado: saben que de allí proviene una fuente de legitimidad básica entre las fuerzas progresistas y el mundo liberal que alimenta a la actual administración y se la quita al lopezobradorismo.

Por supuesto, la única nota discordante de todo esto la tuvo que dar el presidente del PAN, Manuel Espino, quien criticó, en plena visita de Calderón a España, a Rodríguez Zapatero por sus pasadas negociaciones con la ETA, comparando ese proceso con una hipotética negociación con el narcotráfico (sic). Ello obligó al presidente Calderón a deslindarse en forma pública de Espino. Este se justificó diciendo que había dado la entrevista unos días atrás: ¿acaso no sabía que el presidente iría a España o que Rodríguez Zapatero se había enfrentado con el lopezobradorismo para respaldar a Calderón?. No tiene remedio.

Cofetel-SCT: otra crisis

El 9 de mayo pasado, el entonces presidente Fox propuso a los nuevos comisionados de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, que debían, por ley, ser ratificados por el senado. De los cinco presentados sólo uno fue ratificado y entre los rechazados se encontraban Gonzalo Martínez Pous y Rafael del Villar Alrich, que se inconformaron y presentaron un amparo contra el poder legislativo que ampliaron contra quienes fueron propuestos por el ejecutivo y ratificados por el legislativo en su lugar, Eduardo Ruiz Vega y Gerardo González Abarca. Argumentan que son ellos los comisionados en funciones, a pesar de que la realidad (y la ley) muestra otra cosa. Para colmo, Martínez Pous fue designado por Luis Téllez responsable de asuntos jurídicos de la SCT y Del Villar, subsecretario de comunicaciones, algo obviamente incompatible con la representación que dicen ostentar en la Cofetel y con la relación que deben mantener con ésta. El proceso se deberá desahogar en estos días, pero las designaciones de los dos funcionarios en la SCT ya han tenido un mérito: lograron enfrentar gratuitamente a la SCT con la Cofetel y el congreso. Una crisis gratuita y un enfrentamiento absurdo en la que pierde el gobierno federal.

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