El acuerdo Calderón-Elba
Columna JFM

El acuerdo Calderón-Elba

Semanas atrás, decíamos que la fuerza política de Elba Esther Gordillo, el número de legisladores que son parte del SNTE o que le deben su posición a la maestra y que van mucho más allá de Nueva Alianza, las posiciones políticas que ha asumido en la administración federal y muchas estatales, la relación que tiene vía el sindicato y la federación de trabajadores al servicio del Estado con los gobernadores, la convierten, de facto, en la cuarta fuerza política. Su expulsión del PRI, además, no ha sido factor para que, dentro y fuera de ese partido, haya podido seguir jugando sus cartas y, en general, ha tenido éxito al hacerlo.

Semanas atrás, decíamos que la fuerza política de Elba Esther Gordillo, el número de legisladores que son parte del SNTE o que le deben su posición a la maestra y que van mucho más allá de Nueva Alianza, las posiciones políticas que ha asumido en la administración federal y muchas estatales, la relación que tiene vía el sindicato y la federación de trabajadores al servicio del Estado con los gobernadores, la convierten, de facto, en la cuarta fuerza política. Su expulsión del PRI, además, no ha sido factor para que, dentro y fuera de ese partido, haya podido seguir jugando sus cartas y, en general, ha tenido éxito al hacerlo.

Elba Esther, por supuesto, no es de los personajes más populares de la vida política del país, pero pocos tienen la capacidad de operación y el poder, de la presidenta del SNTE. Por eso no debería llamar la atención que, por distintos sectores y personajes, sea vista como una enemiga y tratada como tal. En realidad, Gordillo es como todo político con poder: juega sus cartas, apuesta, a veces gana, en otras pierde, hace alianzas o rompe de acuerdo con sus convicciones y necesidades. Puede ser una formidable aliada o una enemiga temible. Para bien o para mal esa es, en muchos sentidos, la psicología del poder.

Felipe Calderón estableció con Gordillo un acuerdo desde el proceso electoral. No entiendo quién pudiera asombrarse de ello: la ex secretaria general del PRI había roto en forma por demás pública con Roberto Madrazo, el candidato priista; la mayoría de los cercanos a López Obrador la cotejaron para establecer una alianza con ella mientras otros la acusaban de asesina y financiaban a los grupos de la Coordinadora: un acuerdo de esas características pudiera haber sido casi un suicidio para Gordillo. El acuerdo con Calderón era lógico pero tenía que tener bases: habría posiciones para Nueva Alianza y el equipo de confianza de Gordillo y a cambio de ello existiría apoyo legislativo y el sindicato respaldaría la reforma educativa.

Para muchos puede ser un utopía. Se acaba de publicar que, según el BID, el sindicato es el mayor obstáculo para realizar la reforma educativa. Probablemente es verdad, pero quisiera que los especialistas del BID nos explicaran cómo podrá realizarse una reforma educativa sin el sindicato, o peor aún, con la oposición al actual liderazgo del sindicato representado por ejemplo, por la sección 22 de Oaxaca, la que ha mostrado el peor desempeño educativo del país desde hace años y que, además, ha terminado controlada por sectores cercanos al EPR. Es lo mismo que aquellos que plantean que se puede avanzar en la reforma laboral con la oposición de los sindicatos, en primer lugar de la CTM: a muchos no nos simpatiza en absoluto el estilo corporativo, clientelar de nuestros sindicatos, desde los cetemistas hasta los de la UNT (por ejemplo, su líder, Francisco Hernández Juárez llegó al sindicato de telefonista prohijado por Fidel Velásquez y enarbolando  la no reelección y lleva tres décadas al frente del sindicato: lo que cambian son las posiciones partidarias, las prácticas son las mismas) pero son una realidad y para operar sobre parte de esa realidad los sindicatos son necesarios: muy difícilmente las grandes reformas pueden realizarse sin colaboración de parte de los mismos sectores que deben ser reformados.

Si la política es el arte de lo posible, la legitimación política de Gordillo deberá pasar, precisamente, por hacer avanzar la reforma educativa desde el propio sindicato. Ese fue, aparentemente, el acuerdo alcanzado entre el presidente Calderón y Elba Esther en la reunión que mantuvieron esta semana. Dependerá, en buena medida del propio gobierno federal y de Josefina Vázquez Mota, ver hasta dónde se puede llegar. Y habrá que ver también cómo actúa Elba Esther en sus posiciones en el gobierno y en los procesos legislativos. Si Gordillo puede tener influencia, como se asegura, en unos 40 diputados, entre los de Nueva Alianza y los de otros partidos, ello le puede dar en forma automática una mayoría virtual en la cámara baja al ejecutivo. Y ello es un punto clave para cualquier operación política.

En este marco, se lanzó también el programa escuela segura. Para muchos podrá parecer algo menor pero no lo es: la base real del narcotráfico está en las escuelas. Hace un par de años un especialista en el tema me decía, y tenía razón, que la verdadera batalla contra el narcotráfico, la estratégica, la de fondo, la que determinará el futuro sobre el tema, no se libraba ni en Tijuana, ni en Sinaloa ni en Nuevo Laredo, sino en las escuelas secundarias y preparatorias del país. Si los índices de consumo de drogas siguen aumentando y la edad de inicio de consumo reduciéndose, no hay batalla contra la inseguridad que se pueda ganar: de allí germinarán todas las plantas del jardín de la delincuencia, crecerá el costo social que genera una enfermedad como el consumo de drogas, crecerán los problemas de salud y seguridad pública y nos seguiremos deteriorando como sociedad. Para los cárteles, por añadidura, el mercado interno resulta ya tan redituable como el envío de drogas a los Estados Unidos, y lo será más porque ese país está decidido a cerrar, realmente, su frontera durante los próximos años, mientras que en la Unión Americana el consumo de cocaína está disminuyendo en beneficio de las drogas sintéticas, pero crece el consumo en Europa. Habrá todo un cambio en los sistemas internacionales de tráfico de drogas y en nuestro caso la batalla ya es básicamente interna y se debe desarrollar, sobre todo, en las aulas, las casas y las calles. El programa de escuela segura, es el primer intento serio de avanzar en ese sentido. Y no se podrá hacerlo, una vez más, sin los maestros. Lo demás, son expresiones de deseos quizás muy válidas. Pero una política se construye con base en realidades y posibilidades, no con deseos.

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