Ebrard, las oportunidades y los riesgos
Columna JFM

Ebrard, las oportunidades y los riesgos

El jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, parece tener buenas ideas e intenciones para su gestión en el DF, pero también parece estar atrapado en una dinámica que puede ser muy peligrosa para su futuro político.

El jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, parece tener buenas ideas e intenciones para su gestión en el DF, pero también parece estar atrapado en una dinámica que puede ser muy peligrosa para su futuro político.

Caben pocas dudas de que Ebrard, legítimamente, buscará tener un espacio propio en los comicios del 2012. La concentración política y de medios y el enorme poder que la jefatura de gobierno del DF le otorga a quien la detenta, sumado a su capacidad de operación, le abre una posibilidad real a Ebrard.

El problema es cómo llegar. Hay dos opciones. Una de ellas es tratar de reiterar el fenómeno López Obrador, que debería ser considerado irrepetible. Hay que recordar lo elemental, la suma de factores que se dieron para que ello ocurriera: el tabasqueño llegó a la candidatura del GDF sin cumplir con los requisitos legales: su aprobación fue parte de un acuerdo del gobierno de Ernesto Zedillo con el PRD, en el cual el PAN decidió mirar hacia otro lado porque creía que podría aprovechar la situación. Una vez en el gobierno fue destacando porque el gobierno federal abandonó la capital y el escenario nacional, al tiempo que López Obrador supo capitalizar ese espacio para crecer con base en una inversión impresionante en medios. Pero todavía en el 2003, el PRD no obtenía siquiera el 20 por ciento de los votos. Meses después llegaron los videoescándalos y López Obrador estaba políticamente destruido, pero en el PAN la candidatura de Santiago Creel no crecía, la de Marta Sahagún era inviable y el presidente Fox parecía empeñado en resucitar, al querer hundirlo, al gobernante capitalino: el desafuero le terminó dando un oxígeno político impensable meses atrás, que creció porque el PRI, que tenía el escenario puesto para ganar el 2006, decidió autodestruirse.

Ese contexto no se volverá a repetir: en primer lugar porque Felipe Calderón no es Vicente Fox y eso ha sido evidente en estos meses. Segundo, porque el PRI ha logrado librar con éxito su proceso interno y con Beatriz Paredes en la presidencia vendrá un periodo de estabilización y, si lo hace bien, de crecimiento, luego del desastre de julio. Y porque en el PRD, la actividad del propio López Obrador parece destinada a sacrificar al partido para rescatar su capital político pero hasta ahora lo único que ha logrado es generar una crisis en su partido. Por eso, la situación para Marcelo es compleja y él mismo debe sobrellevar varias dudas existenciales para poder avanzar en una segunda opción.

Para ello debe asumirse como un político con ambiciones reales. El peso del lopezobradorismo en la capital es terrible pero sin poner una distancia más clara con él, lo hundirá. En el partido, Marcelo eligió mal a sus enemigos. No ganó nada echándose como adversarios a la corriente de Nueva Izquierda: tenía espacio y posibilidades para negociar con ella. Ahora, Nueva Izquierda, que controla la Asamblea Legislativa y que tiene posibilidades reales de ganar la dirección nacional del PRD, ya lo tiene en la mira. Y en esa misma lógica algunos de sus aliados son muy rescatables, como Amalia García, pero otros resultan impresentables, como es el caso del bejaranismo.

Lo que sucede es que luego de la experiencia López Obrador, para figurar en el resto del país, Ebrard tiene que demostrar que es mucho más confiable que su antecesor y para eso tendrá que romper con alguno de los principales lastres en el gobierno capitalino. Y buena parte de esos lastres pasan por la relación clientelar de esos grupos.

Ebrard ha apostado en estos días al tema del narcotráfico y la seguridad para consolidar posiciones y aparecer en los medios. Hace bien: es la mayor preocupación social y en ese ámbito el gobierno federal ha tenido una labor muy destacada, que le ha permitido imponer la agenda. El GDF ha adoptado medidas inteligentes con el anuncio de un par de expropiaciones en Tepito y de algunas más, en el futuro, en Iztapalapa. Pero le resulta muy difícil hacer crecer el tema por dos razones: la primera, es que el mismo ya lo puso en la agenda el gobierno federal. Todo lo que haga el GDF en este sentido, parece hoy una copia en región cuatro, de lo que ya vimos en original, producida por el gobierno federal, en el resto del país (se invierte la situación que, el sexenio pasado le había impuesto AMLO a Fox). Eso incluye hasta algunas declaraciones del gobernante (“el narco va por la revancha en el DF”, ¿revancha de qué?¿por la expropiación de dos predios?) que parecen descontextualizadas al compararse con lo realmente realizado. Segundo, el tema de la seguridad en el DF, pasa por romper con el narcomenudeo, pero para ello hay medidas que son mucho más evidentes y que no se están tomando: un ejemplo son los taxis piratas o la corrupción de algunas corporaciones, comenzando por la policía judicial. Hay unos 40 mil taxis piratas que son los que están en el centro de la inseguridad pública de la capital: intervienen desde en el narcomenudeo hasta en los secuestros express y los robos de todo tipo. Allí o en el control del ambulantaje o de los bloqueos viales, Ebrard tiene una enorme oportunidad para crecer y hacerse fuerte.

Para eso deberá asumir algunos costos ahora que se transformaran en réditos en el mediano plazo. Pero sucede que esos sectores que deberían ser tocados por el gobierno capitalino, terminan siendo la base de operaciones y financiamiento del bejaranismo. En otras palabras, para avanzar tiene que deshacerse de esos aliados y descubrir otros, que ahí están, pero que el jefe de gobierno aún no se ha decidido a convocar.

Hurtado en el senado

Este miércoles estará en el Senado, Carlos Hurtado, propuesto para subgobernador del Banco de México. Hurtado ha sido un funcionario de primer nivel. Debería ser confirmado en ese cargo. Si no es así, se deberá a una revancha política demasiado difícil de comprender. 

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