Cien días que son todo y nada
Columna JFM

Cien días que son todo y nada

Mañana se cumplen cien días de la administración Calderón. Hay motivos para el optimismo pero también para la preocupación respecto al futuro. Cien días no determinan una administración, pero marcan, en buena medida, la percepción que se puede tener de ella, la forma en la que actuará el resto de su mandato. En ese sentido, hay señales dominantes: capacidad de toma de decisiones, claridad sobre el manejo del poder, un programa definido en varias áreas estratégicas y la capacidad de privilegiar los puntos que concentran el interés del gobierno y de la ciudadanía.

Mañana se cumplen cien días de la administración Calderón. Hay motivos para el optimismo pero también para la preocupación respecto al futuro. Cien días no determinan una administración, pero marcan, en buena medida, la percepción que se puede tener de ella, la forma en la que actuará el resto de su mandato. En ese sentido, hay señales dominantes: capacidad de toma de decisiones, claridad sobre el manejo del poder, un programa definido en varias áreas estratégicas y la capacidad de privilegiar los puntos que concentran el interés del gobierno y de la ciudadanía.

Sin duda lo más relevante de estos cien día ha sido la seguridad pública y la lucha contra el crimen organizado. Ha sido tan frontal la forma en que se asumió el tema que ha generado una muy buena recepción social, ha colocado el mismo en la agenda cotidiana y ha obligado a otros actores políticos de primer nivel, como el gobierno del DF, a seguirlo aunque no hubiera estado originalmente en sus prioridades. Es un acierto por muchas razones: la principal de ellas es que si no se basa cualquier otra estrategia en la seguridad, incluyendo la jurídica y el control del territorio, todo saldrá sobrando: no habrá inversión, ni empleo, ni educación. Y a ello se ha abocado el gobierno federal. Los operativos no son la solución del problema pero han permitido recuperar el control de la situación al tiempo que comienzan a diseñarse estrategias de mediano y largo plazo. El sexenio comenzó con los operativos contra la inseguridad en los estados más complejos y llega a los cien días con un desafío evidente del crimen organizado, que ha acusado el golpe, a las propias autoridades y el lanzamiento de un programa de reestructuración de la estrategia que rendirá frutos, si se siguen todos y cada uno de los pasos, hacia mitad del sexenio. Nadie puede reprocharle, en ese sentido, a la administración Calderón que no ha cumplido con los compromisos en la materia.

Lo complejo está en otro ámbito. ¿Cómo dar el salto en términos de percepción pública de la seguridad a la política?¿cómo lograr que la misma aceptación con la que cuenta hoy el presidente en ese tema se trasmine a la actividad política cotidiana?. El gobierno ha querido mostrar un dinamismo y un deseo de actuar que implique un contrapunto con su antecesor: se propuso lanzar en cien días cien acciones que deberán marcar la ruta hacia el futuro. Pero la verdad es que la gran mayoría de esas acciones han pasado de alguna manera desapercibidas porque ha sido el tema de la seguridad el que ha ocupado casi todo. Al mismo tiempo, tantos anuncios (sobre todo en las dos últimas semanas con dos o tres en un día) hicieron perder la perspectiva y la importancia de cada uno de ellos. La eficacia de la propuesta se contrapuso con su efecto mediático y de expectativas. En ello hubo capítulos muy interesantes y otros que demostraron falencias de cara hacia el futuro.

Sigo pensando que parte del gabinete social ha sido de los que mayor debilidad han tenido en estos primeros cien días. No sólo por el bajo perfil de muchos de sus integrantes sino también por el poco involucramiento en las tareas centrales de esa actividad: el tema del precio de la tortilla fue un buen ejemplo de ello. Una mala declaración destapó una crisis que se dejó crecer durante una semana hasta que llegó al propio presidente Calderón. No hubo fusibles, no hubo interlocutores intermedios que intervinieran para frenar el tema antes de que afectara al jefe del ejecutivo. Es verdad que el tema melló la imagen presidencial pero también que finalmente pudo ser controlado. Pero el aviso ahí quedó: algo que era controlable desde ámbitos intermedios del poder terminó golpeando al propio presidente y obligando a su intervención. Algo similar, con otra dimensión ocurrió con las declaraciones del secretario de salud, José Angel Córdova con el tema del sida y el condón.

Diría que falta más política en el gabinete. Es verdad que el presidente Calderón ha concentrado buena parte de ese quehacer y ha hecho bien en tomar esa medida porque fortalece su posición. Pero a la hora de operar no todo el aparato gubernamental ha trabajado a la par del equipo de Los Pinos, la secretaría de Gobernación, Hacienda, Educación, por lo menos no en el plano de la aparición y la expresión pública, en la generación de expectativas y en la búsqueda de no generar problemas fuera de agenda al presidente.

El elegir a los enemigos, a los adversarios, el decidir qué batallas pelear en cada momento, es un aspecto clave de cualquier administración y más aún de una que ha debido iniciar con tantos desafíos como la del presidente Calderón. Esta administración eligió como primer adversario nada menos que el crimen organizado y ello impone una serie de consensos con otras fuerzas, con diferentes grupos de poder que le permitan avanzar en esa lucha mientras construye los acuerdos que le permitan avanzar en lo político, lo social, lo económico. Más en un momento en el que parece existir la decisión, no sólo en el ejecutivo, de realizar ajustes muy serios en la estructura global del sistema.

El balance de estos primeros cien días es positivo para el presidente Calderón pero dista, obviamente, de ser definitivo. Quizás lo más importante, lo más trascendente es que, llegamos a los cien días con un país que, fuera de las convulsiones ocasionadas por el crimen organizado, está en paz, con estabilidad, con políticas públicas definidas, con instituciones funcionando, con fuerzas políticas que juegan cada una de ellas sus propias cartas pero que, en última instancia saben, todas, que tienen que jugar para tener un futuro. No es poco si recordamos que en los últimos días de noviembre pasado muchos pensaban que el presidente Calderón ni siquiera podría asumir la presidencia. Pasaron los primeros cien días, ahora vienen dos mil 90 días de ejercicio del poder.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *