América latina, Calderón y los grises
Columna JFM

América latina, Calderón y los grises

Hemos estados estos días en Sudamérica, una región siempre bellísima, comenzando por la ciudad de Buenos Aires, y confirmamos lo que ya habíamos adelantado hace tiempo: no es verdad que la región esté conformando un bloque homogéneo o que la aventura del chavismo esté siendo aceptada en forma uniforme. Quizás donde mayor penetración ha tenido la propuesta de Chávez en los últimos meses, ha sido, fuera de sus socios en Bolivia y Ecuador, en Argentina, donde el presidente Néstor Kirchner está pergeñando con su esposa Cristina, alternándose ambos en el gobierno, una estrategia para mantenerse durante por lo menos los próximos doce años en el poder. Como la economía está mostrando señales contradictorias, y como se está apostando a medidas populistas para consolidar esa opción en las elecciones de este año, Kirchner ha decidido apostar al socio venezolano garantizando el fuerte respaldo económico que recibe de Chávez e impulsando su plena integración al MERCOSUR.

Hemos estados estos días en Sudamérica, una región siempre bellísima, comenzando por la ciudad de Buenos Aires, y confirmamos lo que ya habíamos adelantado hace tiempo: no es verdad que la región esté conformando un bloque homogéneo o que la aventura del chavismo esté siendo aceptada en forma uniforme. Quizás donde mayor penetración ha tenido la propuesta de Chávez en los últimos meses, ha sido, fuera de sus socios en Bolivia y Ecuador, en Argentina, donde el presidente Néstor Kirchner está pergeñando con su esposa Cristina, alternándose ambos en el gobierno, una estrategia para mantenerse durante por lo menos los próximos doce años en el poder. Como la economía está mostrando señales contradictorias, y como se está apostando a medidas populistas para consolidar esa opción en las elecciones de este año, Kirchner ha decidido apostar al socio venezolano garantizando el fuerte respaldo económico que recibe de Chávez e impulsando su plena integración al MERCOSUR.

Pero ello ha provocado confrontaciones serias en la región. El más evidente con Brasil: no sólo la distancia entre Luis Inácio Lula Da Silva con sus homólogos de Argentina y Venezuela se ha ampliado en forma notable sino que se ha hecho pública. Lula es el más firme impulsor de la alternativa energética del etanol, y ello lo ha llevado a coincidir con George Bush. Pero, como se sabe, el propio Fidel Castro hizo publicar en el Granma un artículo donde augura, nada más y nada menos, que la hambruna de tres mil millones de personas porque, mintiendo descaradamente, anuncia que se usarán los alimentos para fabricar combustible y ello dejará sin sustento a buena parte de la población mundial. El argumento no tiene pies ni cabeza, pero sí un objetivo político claro: en la misma medida en que crezcan las energías alternativas, la opción venezolana en la región (basada íntegramente en el petróleo) se debilita y hoy Cuba recibe de Chávez un apoyo mayor del que recibió la isla incluso en las épocas de la Unión Soviética.

El texto de Castro, avalado plenamente por el gobierno de Venezuela, está dirigido públicamente contra Bush pero en realidad el destinatario es el gobierno de Lula, en Brasil, quien ha tomado nota del mismo y reiterado, públicamente, que el respaldo al proyecto del etanol está más firme que nunca en su país, que se trata de una propuesta estratégica y que no afecta en nada la producción de alimentos. Al contrario, beneficia en forma notable a la economía del Brasil que necesita cada vez más energía. Evidentemente ello no ha gustado en Caracas, y se ha trasmitido a Buenos Aires, donde en círculos cercanos a ambos gobiernos se recrimina a Lula de ser un traidor que se ha aliado con Bush (sic). Kirchner no ha opinado personalmente sobre el tema, pero si sus operadores cercanos y los medios que los respaldan, que son la mayoría.

Pero la historia va más allá: Argentina se encuentra en un diferendo diplomático absurdo con Uruguay por la construcción de unas papeleras que se están construyendo del lado de ese país en las orillas del río Uruguay. El tema se ha disfrazado de nacionalismo y ecologismo, pero ello es falso: el propio gobierno argentino había pujado por esos contratos y las desavenencias comenzaron de la mano con las que marcaron las distancias entre el propio Kirchner y Chávez, con otro gobernante con una larga historia en la izquierda que se ha acercado mucho a Lula: Tabaré Vázquez, el mandatario uruguayo perteneciente al Frente Amplio, una organización de izquierda creada desde los años 70.  Paradójicamente, una vez que un país pequeño como Uruguay recibe una inversión internacional considerable, la oposición proviene de un gobierno vecino y amigo, que se supone comparte los mismos conceptos ideológicos a la hora de ejercer el poder. No ha sido así, y desde hace meses, los puentes internacionales que unen a ambos países están cerrados o bloqueados por manifestantes supuestamente defensores de la ecología. Lo notable es que el gobierno argentino, pese a las reiteradas críticas del uruguayo y al respaldo que ha recibido éste de distintas instancias internacionales, no sólo no ha impedido los bloqueos sino que incluso los ha impulsado. Una vez más, desde el inicio del conflicto, oficialmente el presidente Kirchner no ha hablado sobre él, fuera de decir que se trata de un conflicto “local”.

Mientras tanto, del otro lado de la cordillera, Michelle Bachelet, trata de iniciar una tarea compleja: terminar de deshacerse de las estructuras políticas que le heredó al país el pinochetismo. Pero de la misma manera que en Argentina se percibe a Chávez como un aliado y benefactor (incluso para permitirle usar el país como base de su estrategia antiBush cuando éste realizó su gira por América del Sur), en Chile es evidente que el gobierno y los medios no le tienen la más mínima confianza y no lo ven como un aliado sino como un adversario. Una vez más, el gobierno de Bachelet se está acercando al de Lula para colocar distancia con las posiciones chavistas que incluso están impulsando, nuevamente, un movimiento nacionalistas en la frontera de Chile con Perú, liderado por el derrotado Olanta Humala, retomando las viejas reivindicaciones territoriales, que va de la mano, a su vez con la demanda de Evo Morales, también apoyado por el chavismo, de una salida al mar para Bolivia, que rechazó una propuesta chilena al respecto.

La historia podría prologarse con los conflictos que se viven entre otros países . Lo importante, en todo caso, es destacar que la proyección que ha buscado la administración Calderón con la reciente reunión del Plan Puebla Panamá es un acierto que debe ser complementado con el acercamiento con nuestros principales aliados en Sudamérica: Colombia, Brasil, Chile, Uruguay, Perú. El espacio es mucho mayor del que quieren hacernos ver los que muestran la región solo en blanco y negro. Se imponen, en realidad, los grises.

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