Quince días para las reformas
Columna JFM

Quince días para las reformas

Las próximas semanas deberán ser muy agitadas para el presidente Calderón, que llega de Europa después de una gira que inició bien, con los resultados de la asamblea panista en León, y que transcurrió sin problemas.
En la agenda nacional se han sumado muchos temas que deben comenzar a canalizarse con relativa rapidez. En primer lugar está el de la seguridad. El presidente Calderón tuvo un encuentro que aparentemente fue muy fructífero con los fiscales antimafia de Italia y también pudo compartir opiniones con Nicolás Sarkosy, el nuevo presidente francés que tiene amplia experiencia en el tema de la seguridad pública.

Las próximas semanas deberán ser muy agitadas para el presidente Calderón, que llega de Europa después de una gira que inició bien, con los resultados de la asamblea panista en León, y que transcurrió sin problemas. No hubo escándalos ni beso en anillo alguno, ni los funcionarios jugaron a las escondidas entre antiguos tesoros de humanidad, pero tampoco hubo declaraciones desafortunadas que confundieran el sentido de la visita con agendas exclusivamente internas. No fue espectacular porque ese tipo de eventos, salvo excepciones, no deben serlo. Y en ese y otros sentidos se cumplieron los objetivos.

Pero lo importante, en todo caso es lo que viene. En la agenda nacional se han sumado muchos temas que deben comenzar a canalizarse con relativa rapidez. En primer lugar está el de la seguridad. El presidente Calderón tuvo un encuentro que aparentemente fue muy fructífero con los fiscales antimafia de Italia y también pudo compartir opiniones con Nicolás Sarkosy, el nuevo presidente francés que tiene amplia experiencia en el tema de la seguridad pública. Para México resulta mucho más cercana la experiencia italiana, por la combinación del crimen organizado con el poder económico, el político y sus raíces sociales. Nadie ha logrado erradicar el fenómeno del narcotráfico, e Italia no ha logrado, ni mucho menos, acabar con la mafia, la camorra y otras organizaciones criminales, pro ha logrado acotarlas en forma notable, incluyendo, en su caso, la llamada operación manos limpias que terminó exponiendo en sus relaciones a unos mil miembros de las más diversas fuerzas políticas, incluyendo uno de los más importantes políticos de la post guerra, el democristiano Giulio Andreotti (hoy procesado) y el ex líder socialista Bettino Craxi (muerto en el exilio). Según distintos informes, la mafia sigue moviendo unos 12 mil millones de dólares anuales en Italia y está involucrada profundamente en distintas estructuras de poder, pero el Estado ha retomado el control de distintas regiones y sectores que estaban en los hechos bajo dominio de esos grupos criminales y éstos han tratado de legalizar al máximo sus actividades, con una reducción también dramática de los índices de violencia. Pero eso se logró luego de esfuerzos políticos decididos y de un prolongado pico de extrema violencia y de asesinatos de personajes de primer nivel. De la misma manera que se hizo con las Brigadas Rojas en el plano político, esa lucha fue concebida y realizada, en términos generales, con el apoyo de la población, sin violar los derechos humanos y con una mezcla de trabajo interinstitucional, de inteligencia y de una amplia política social, sobre todo en los feudos mafiosos del sur de Italia. El Estado debía, y así lo hizo, recomponer el andamiaje social y económico que en esas regiones dependía de esas organizaciones.

Todo indica que, concluida esa etapa de la gira y con el beneplácito de los dirigentes partidarios que acompañaron al presidente, tanto Eduardo Medina Mora como Genaro García Luna tuvieron la encomienda de comenzar a trabajar con el congreso para destrabar los aspectos más controversiales de las reformas en seguridad y sacar así esos nuevos ordenamientos que son esenciales para llevar a otro nivel la lucha contra el crimen organizado y la seguridad pública en nuestro país.

Pero al mismo tiempo, el presidente Calderón confirmó en la gira que en las próximas semanas se presentará la iniciativa de reforma fiscal e incluso se han puesto ya algunos objetivos muy concretos para la misma: un crecimiento, en primera instancia, de la recaudación del 3 por ciento respecto al PIB (la tasa actual de aproximadamente un 11 por ciento del PIB es vergonzosa para un país de nuestro tamaño y nivel de desarrollo) que no alcanza para solucionar los problemas de financiamiento que requieren el Estado y la sociedad mexicanas, pero sirven como una base para construir un sistema fiscal más eficiente.

En los hechos se espera que los temas de seguridad y la reforma fiscal se puedan hacer ingresar para un periodo extraordinario que, lo ideal, sería que se realizara en julio, porque en agosto ya estaremos con varias elecciones en puerta, incluyendo una, la de Baja California que, desde ya, parece marcada por la controversia y ello dificultará cualquier negociación. El punto clave en esto son los niveles de acuerdo que se tenga con los diferentes partidos, particularmente con el PRI pero no solamente con él, porque la idea es sacar esas reformas, sobre todo la de seguridad (la fiscal podría generar otro tipo de acuerdos), con un respaldo amplio, como ocurrió con la reforma del ISSSTE. Y en ese sentido, lo que se haya platicado a lo largo de una semana en la cual el presidente estuvo acompañado por Beatriz Paredes y los dirigentes de otros partidos políticos puede ser muy importante.

Queda pendiente también, y podría tratarse en el periodo extraordinario, si éste se llega a realizar, la iniciativa para el cambio de fecha y diseño del informe presidencial, que pasaría de septiembre al primero de marzo, aunque previamente el presidente le tendría que hacer llegar éste a los legisladores para en esa oportunidad responder a sus opiniones. Existe la posibilidad de llegar a un acuerdo en ese sentido, incluso por el hecho de que el próximo primero de septiembre le toca presidir la mesa directiva de la cámara de diputados al PRD y puede ser tan “peligroso” para ese partido, desde esa posición, reventar la ceremonia, como respetar estrictamente el protocolo. En el primer caso le costaría en términos de popularidad y respaldo social. En el segundo la ira correría por cuenta de los duros del lopezobradorismo.

Lo cierto es que estamos ya a mitad de junio. Si se quiere un periodo extraordinario, los acuerdos deberían estar concluidos y el periodo convocado, para la primera semana de julio. Vienen quince días que debería ser decisivos.

 

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