El partido del gobierno o el gobierno del partido
Columna JFM

El partido del gobierno o el gobierno del partido

La aparición pública de una asociación política nacional que pretende su registro como partido, en una mezcla de los sectores más conservadores del panismo sumados a los restos del movimiento sinarquista, en el que participan algunos miembros del gobierno de Felipe Calderón, entre ellos el director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, y el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, entre otros, debería ser razón suficiente para acelerar los cambios profundos que, como ya habíamos adelantado, la administración Calderón está planeando para un futuro próximo.

La aparición pública de una asociación política nacional que pretende su registro como partido (ver en la página web www.tupartido.org.mx), en una mezcla de los sectores más conservadores del panismo sumados a los restos del movimiento sinarquista, en el que participan algunos miembros del gobierno de Felipe Calderón, entre ellos el director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, y el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas, entre otros, debería ser razón suficiente para acelerar los cambios profundos que, como ya habíamos adelantado, la administración Calderón está planeando para un futuro próximo.

Todo gobierno, siendo muy esquemáticos, se asienta en cuatro pilares: la gobernabilidad, su propio partido o coalición gobernante, la política social y la seguridad pública y nacional. Salvo ésta última, en los otros tres ámbitos la administración Calderón tiene debilidades que deberían ser subsanadas. En el caso del partido, la situación es grave: no es tan grave el tema de las declaraciones encontradas de Manuel Espino respecto al propio presidente Calderón, sino el estado de debilidad interior en que se encuentra el PAN. Hay que comenzar por un punto, que en buena medida explica el surgimiento de ese intento de nuevo partido (una suerte de Foro Democrático, con personajes de menor peso y trascendencia que aquel que se desprendió del PAN a fines de los 80): el llamado Yunque, está desconcertado, sin rumbo ni liderazgo político claro. No puede serlo el ex presidente Fox y fracasó en ese intento Manuel Espino: esa corriente siempre pensó que la llegada a la candidatura de Felipe Calderón y el ala más liberal y centrista del PAN era una suerte de accidente, y que el trabajo que había realizado Espino, primero desde la secretaría general y luego desde la presidencia del partido, les aseguraría un control de la estructura partidaria que condicionaría al presidente: Después de la última asamblea nacional panista y con la derrota en toda la línea de esa corriente, con el consiguiente triunfo del calderonismo, su situación quedó comprometida. Por eso surge, sin ser necesariamente una expresión de ella, este nuevo intento de partido, de alguna manera preparándose para los resultados que pudieran presentarse en la próxima renovación de dirigencia en el PAN, en marzo próximo.

Pero lo cierto es que, mientras llega marzo, la situación interna del partido en el poder se ha deteriorado. Falta organización, liderazgo, claridad: como que el PAN está en una suerte de stand by a la espera de que se defina la situación interna. Los problemas se suceden en ese sentido: en Yucatán, Espino había apostado por Ana Rosa Payán, no fue candidata y contribuyó mucho a una derrota que tiene como corresponsable al ex gobernador Patricio Patrón Laviada (que, para colmo, se autopromociona para un cargo en el gabinete); en Baja California es inadmisible que hayan sufrido tanto para ganarle a un personaje como Jorge Hank Rhon, con disputas entre la dirigencia local y la nacional, entre el gobernador Eugenio Elourdy y el ex gobernador Ernesto Ruffo, sin claridad sobre cómo dirigir la campaña. En Aguascalientes perdieron un estado que había tenido en ocasiones anteriores votaciones superiores al 70 por ciento: otra vez disputas internas, las cuales la dirección nacional, en lugar de solucionarlas las profundizó.

Las divisiones internas del PAN se han vivido en todos lados: en el estado de México, en el DF, en Nuevo León. Un ejemplo es claro: siempre había sido el PRD el partido que terminaba teniendo un mayor número de conflictos intrapartidsitas que terminaban en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Hoy, en términos absolutos, lo sigue siendo con un 40 por ciento del total de procesos que se han presentado, pero el PAN ha alcanzado el 27 por ciento (el triple que el PRI), la gran mayoría en los dos últimos años. Incluso dos jefes estatales del PAN, Guillermo Galván, de Hidalgo, y Héctor Juárez, de Baja California Sur, acudieron ante el tribunal a un juicio de protección de derechos políticos. Ese es el verdadero problema en el PAN: una gestión que ha generado profundas rupturas internas y que impide al gobierno utilizar a su partido como plataforma e interlocutor político. Preguntémonos cuánto hace que no se da una reunión entre presidentes de partidos para buscar salidas a conflictos determinados: los encuentros se suelen realizar entre coordinadores parlamentarios o de éstos con Los Pinos. No sólo porque la actual dirigencia del PAN está en sus horas finales, sino también porque tampoco en el PRD, Leonel Cota Montaño tiene peso real en el partido.
El tema es que el panismo tiene que comenzar a dar señales de qué quiere hacia el futuro. Y en buena medida esa definición (y ello no implica regresar a los tiempos del presidencialismo) tiene que provenir del propio presidente Calderón. Las opciones son dos: seguir en la confusión o enfocar al partido hacia una posición de centro derecha, de corte liberal, que puede aceptar diferentes corrientes conservadoras, pero que no puede admitir que sus gobernadores estén utilizando la casa de gobierno como templos o que confundan su fe con sus obligaciones políticas. Paradójicamente, el intento de creación de esta nueva expresión a la derecha del PAN, podría ayudar a ese partido a tener una definición más clara y moderna. Eso en términos ideológicos, pero para efectos prácticos, y en buena medida relacionado con esa disyuntiva, desde el centro del poder se tendrá que tomar, a más tardar en septiembre, una definición: si el candidato del calderonismo para presidir el partido será César Nava o si será Germán Martínez. Los dos son calderonistas, pero cada uno de ellos representa cosas, proyectos, un estilo de partido diferente.

Eso es en el partido. Mañana analizaremos los pilares ausentes en el gabinete.

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