El gesto político de la presidenta de la cámara de diputados Ruth Zavaleta, el miércoles, cuando le propuso a la esposa del presidente Calderón, Margarita Zavala, trabajar juntas en la lucha contra las adicciones es, sin duda, positivo y constituye una continuación lógica de la posición que asumió la legisladora cuando aceptó, la semana pasada, reconocer al gobierno de Felipe Calderón y, además, admitir que ese supuesto gabinete alterno que dice mantener López Obrador es ilegal, además, agreguemos nosotros, de inexistente.
El gesto político de la presidenta de la cámara de diputados Ruth Zavaleta, el miércoles, cuando le propuso a la esposa del presidente Calderón, Margarita Zavala, trabajar juntas en la lucha contra las adicciones es, sin duda, positivo y constituye una continuación lógica de la posición que asumió la legisladora cuando aceptó, la semana pasada, reconocer al gobierno de Felipe Calderón y, además, admitir que ese supuesto gabinete alterno que dice mantener López Obrador es ilegal, además, agreguemos nosotros, de inexistente.
Por supuesto que falta mucho para que el perredismo comprenda que la actual ruta lo está llevando al despeñadero político. Incluso para algunos, el gesto de Zavaleta podría ser una muestra de cinismo o doble cara, porque apenas el primero de septiembre pasado, se negó a permanecer en la presidencia de la cámara cuando Felipe Calderón tenía que presentar su informe de gobierno y ella, según las disposiciones legales, recibirlo. Pero el hecho es que el inicio de la revisión de la estrategia perredista ha comenzado y será difícil detenerla. En el PRD puede que no se comprendan muchas cosas, pero sí entienden los datos electorales y éstos han mostrado números catastróficos cada vez que se insiste en la línea lopezobradorista, y las mismas razones que llevaron a ese partido a ignorar buena parte de su historia para apoyar a un líder místico y populista (la posibilidad de alcanzar una votación histórica) pueden llevarlo (ante el derrumbe electoral) a regresar a lo que debería ser su esencia.
El tema de las adicciones es un buen capítulo para establecer una estrecha colaboración porque el consumo de drogas es un desafío que debe asumir el Estado mexicano, más allá de partidos e incluso de instancias de gobierno. Pero tampoco nos engañemos: si el perredismo, incluyendo Zavaleta, no asumen también que la lucha contra las adicciones no puede tener éxito sin una estrategia sólida y firme contra el tráfico de drogas, la acción conjunta que propone la jefa de la diputados servirá de poco. Y si nos basamos en las declaraciones de los personajes más importantes de su propia bancada, debemos asumir que entienden poco y nada de lo que es una estrategia de seguridad y parecen decididos a boicotear las principales iniciativas en ese sentido. Javier González Garza cada vez que habló en los últimos días de la Iniciativa Mérida se equivocó: terminó hablando de algo que no tiene nada que ver con el verdadero acuerdo de cooperación. La participación de Ricardo Monreal el miércoles en la noche en la comparecencia de la canciller Patricia Espinosa en el senado, fue lamentable y fue tan inexacta como manipuladora. Pero ese no fue el problema, en realidad, no habló de la iniciativa. Y esas son dos de las voces más ilustradas del perredismo en el congreso. La mayoría de los otros tienen un nivel, en estos temas, de libro de texto gratuito.
El problema real del PRD pasa por la incapacidad de establecer su propia identidad sin renunciar a la colaboración que están obligados a mantener con el gobierno federal. El caso más dramático es el gobierno del DF. Marcelo Ebrard (que ahora se quiere mostrar como un hombre ubicado a la izquierda nada menos que de la familia Cárdenas) insiste en que no reconoce al gobierno federal, pero un día sí y el otro también le pide recursos, apoyos, infraestructura. Olvida que ninguna entidad recibe más recursos federales que el DF; que ninguna policía del país, federal o estatal, está mejor equipada, tiene mayor cantidad de efectivos y de presupuesto que la capitalina; que ninguna otra región del país recibe más agua e infraestructura hidráulica de la federación que el DF. Pero Marcelo, que tiene su propia agenda y que ha decidido no distanciarse de quien lo llevó al gobierno capitalino, está embargando su gobierno precisamente por la no colaboración plena con las autoridades federales. Los datos son duros: el DF se ha convertido en la entidad del país con el mayor número de ejecuciones relacionadas con el narcotráfico y el crimen organizado del país. La lucha entre los cárteles en la capital del país no es una especulación, es una realidad y sin una plena colaboración entre el GDF y la federación, difícilmente se podrá tener éxito. Es verdad que existen áreas de cooperación, tanto con la secretaría de seguridad pública que encabeza Joel Ortega como con la procuraduría de Rodolfo Félix Cárdenas (dos cargos que, recordemos, son, en última instancia, aprobados por el propio presidente de la república), pero mientras no exista cooperación plena y diálogo fluido, las cosas seguirán, como ahora, un curso errático, en la seguridad y en muchos otros capítulos: se habla mucho, se hacen muchas acusaciones y se trabaja poco.
En este sentido, el GDF no puede quejarse del apoyo del gobierno federal o del congreso: su presupuesto sigue creciendo, aunque disminuya la población, la creación de empleos y las inversiones productivas (consecuencia de la brusca caída de la productividad en la capital); sigue contando con una extraña indulgencia de las distintas fuerzas políticas para poder seguir distribuyendo dinero en efectivo a distintos grupos sociales sin solicitarle, por lo menos, los padrones de beneficiarios; sigue recibiendo enormes recursos para tratar de resolver años de abandono de las redes hidráulicas; la deuda pública de la capital (la misma que en la campaña López Obrador decía que no existía) pudo ser renegociada por el apoyo del gobierno federal, que sigue siendo el aval del capitalino por ella. La lista podría continuar, pero el hecho es que gestos tan positivos como el de Ruth Zavaleta, terminarán sirviendo de poco si no es su partido, con sus autoridades, las que siguen la misma lógica. Una corriente del PRD parece estar comprendiéndolo, otra todavía quiere o necesita vivir de espaldas a la realidad.