Una vez más, el ex presidente Fox cometió un grave error al acusar al senador Manlio Fabio Beltrones de presuntas relaciones con el narcotráfico y de ser quien está detrás, según el ex mandatario, de la “campaña” en su contra y su familia. Ello como consecuencia de las declaraciones de Beltrones de que la empresa Oceanográfica podría tener responsabilidades por el mantenimiento de la plataforma petrolera Usumacinta, que sufrió un grave accidente en la Sonda de Campeche la semana pasada. Y en la empresa Oceanográfica, dijo Beltrones, podría estar involucrada la familia política del ex mandatario.
Una vez más, el ex presidente Fox cometió un grave error al acusar al senador Manlio Fabio Beltrones de presuntas relaciones con el narcotráfico y de ser quien está detrás, según el ex mandatario, de la “campaña” en su contra y su familia. Ello como consecuencia de las declaraciones de Beltrones de que la empresa Oceanográfica podría tener responsabilidades por el mantenimiento de la plataforma petrolera Usumacinta, que sufrió un grave accidente en la Sonda de Campeche la semana pasada. Y en la empresa Oceanográfica, dijo Beltrones, podría estar involucrada la familia política del ex mandatario.
Se ha dicho que las dos declaraciones son irresponsables y que no se puede criticar una sin involucrar a la otra. No es así: existen varias diferencias notables. Primero, Vicente Fox es un ex presidente de la república que, resulta, como diría el ex mandatario español Felipe González, una suerte de enorme jarrón chino, que puede ser para algunos estéticamente bello y hasta valioso, pero que nadie quiere tener en su casa, tiene que estar en un museo. Por eso, como escribíamos aquí la semana pasada, González dice que el ejercicio más difícil de un ex presidente es el silencio, que a su vez le resulta el más valioso e indispensable. Pero eso Fox nunca lo ha entendido.
La irresponsabilidad de su declaración se puede medir desde distintos ángulos. Primero y el más evidente: si Fox ya tenía esa información durante los seis años que fue presidente, ¿por qué no hizo ni dijo nada entonces, en lugar de declararlo en una conferencia en California, como respuesta a una acusación en contra de su familia política? Segundo, ¿evalúa el ex presidente cuánto daño o cuánto les cuestan sus declaraciones a su sucesor, al presidente Calderón? Por supuesto que no, pero paradójicamente, casi obliga, al salir de los temas personales y al involucrarse en uno de los capítulos más delicados de la agenda nacional, al gobierno federal a tomar posición, sobre todo en un momento en el que en Estados Unidos, en el congreso se está discutiendo el respaldo a la llamada Iniciativa Mérida y Beltrones es uno de los interlocutores (la negociación central la lleva el senador Ricardo García Cervantes) con el congreso estadounidense para sacar adelante esa iniciativa. ¿No cree el ex presidente que algún legislador preguntará porqué apoyar un programa antidrogas en México si uno de los líderes más importantes del senado mexicano es acusado nada menos que por un ex mandatario de estar relacionado con el narcotráfico? ¿No sabe tampoco el ex presidente que, guste o no el estilo o la forma de hacer política de Beltrones, éste es uno de los principales interlocutores y negociadores del ejecutivo federal con el congreso y con el PRI para tratar de sacar adelante la agenda interna y, precisamente en este momento, la reforma de justicia y seguridad?
Otro punto: el tema Oceanográfica. Vicente Fox acaba de concluir su mandato. Dijo en su momento que regresaría a su rancho y se retiraría pero ese retiro duró exactamente 20 días, y desde entonces no ha parado de realizar labores de proselitismo. Las razones del mismo ya lo analizaremos en otra oportunidad. Lo que se debe destacar en este caso es que el involucramiento o no de su familia política en los contratos de Oceanográfica, es un tema que está siendo investigado, que está en manos, entre otras dependencias, de la secretaría de la Función Pública. Y el ex presidente con todo derecho puede decir que ni él ni su familia tienen nada que ver con el tema pero debe esperar, también, a que concluya esa investigación. Y si tiene pruebas contundentes al respecto debe presentarlas. Eso es parte de la carga de un ex mandatario: en todo el mundo, cuando concluye una gestión quedan dudas, sospechas, acusaciones, se indaga y son los datos duros y la historia la que pone en verdadera perspectiva la labor realizada. No son mayores las acusaciones que se han hecho sobre Vicente Fox que sobre Luis Echeverría, José López Portillo o Carlos Salinas de Gortari. El tiempo los fue colocando, para bien o para mal, en su verdadera dimensión histórica.
El último punto es el más delicado: la acusación de relaciones con el narcotráfico. Sin duda hay personajes de todos los niveles ligados al narcotráfico, pero se ha convertido en uno de los fenómenos más enfermizos de nuestra vida política acusar a cualquiera de relaciones con el narcotráfico sin poder probarlo. En el caso de Beltrones, las acusaciones surgieron hace ya más de diez años, a través de una serie de filtraciones surgidas de las oficinas del tristemente célebre fiscal Pablo Chapa Bezanilla y basadas en un documento interno de la DEA que se basaba a su vez en las declaraciones de un testigo protegido no identificado, de los que proliferaron en aquellos días. El tema fue retomado y llevado a la primera plana del New York Times por los entonces corresponsales Julia Preston y Samuel Dillon, que incluso publicaron un libro (El despertar de México, editorial Océano) donde se abordaba el tema, con el que ganaron el premio Pulitzer. Hasta allí todo muy bien: el problema es que la información era falsa y no tenía fundamento. Beltrones presentó sendas demandas en México y en Estados Unidos y ganó la misma en los dos países. No fue acusado sino que incluso nunca le fue retirada la visa estadounidense y viaja con toda regularidad a ese país, donde incluso tengo entendido que tiene algunos negocios. Y no hay en la justicia mexicana ni en la estadounidense ninguna indagatoria en curso respecto a Beltrones. Ese es el punto, luego puede gustar o no Beltrones, se puede o no estar de acuerdo con él, puede o no estar preparándose para el 2012. Pero el hecho es que el “record” de Beltrones en la DEA del que habla Fox, no existe. Y ello hace más grave el error y la irresponsabilidad del ex mandatario. El narcotráfico es un tema demasiado serio para usarlo en discusiones triviales.