La reconfiguración del narcotráfico
Columna JFM

La reconfiguración del narcotráfico

Se está por cumplir un mes del frustrado atentado en avenida Chapultepec y pese a la información proporcionada, pese a las versiones tanto de la procuraduría capitalina como de la secretaría de seguridad pública local, lo cierto es que nadie ha podido dar una explicación verosímil de lo sucedido, particularmente de los capítulos fundamentales de esta historia: primero, porqué se quería atentar contra un jefe de la policía capitalina; segundo, porqué se quería hacerlo a través de un método tan bizarro como la colocación de un explosivo casero en su automóvil ubicado en un estacionamiento de la secretaría de seguridad pública capitalina; tercero porqué teniendo los grupos del narcotráfico sicarios entrenados dentro y fuera de la ciudad de México, utilizar a un grupo de personas sin ninguna experiencia ni preparación. Si no se responde eso, que es lo básico, todo lo demás recuerda a investigaciones sin cimientos sobre las que se construyeron hipótesis que se cayeron en cuanto tuvieron que confrontarse con la realidad. Hay muchas historias similares pero quién no recuerda, por ejemplo, los casos de La Paca, aquella bruja contratada por Pablo Chapa Bezanilla para encontrar el cadáver de Manuel Muñoz Rocha, o en el DF, el que construyó el fallecido Samuel del Villar para tapar las verdaderas causas del asesinato de Paco Stanley.

Se está por cumplir un mes del frustrado atentado en avenida Chapultepec y pese a la información proporcionada, pese a las versiones tanto de la procuraduría capitalina como de la secretaría de seguridad pública local, lo cierto es que nadie ha podido dar una explicación verosímil de lo sucedido, particularmente de los capítulos fundamentales de esta historia: primero, porqué se quería atentar contra un jefe de la policía capitalina; segundo, porqué se quería hacerlo a través de un método tan bizarro como la colocación de un explosivo casero en su automóvil ubicado en un estacionamiento de la secretaría de seguridad pública capitalina; tercero porqué teniendo los grupos del narcotráfico sicarios entrenados dentro y fuera de la ciudad de México, utilizar a un grupo de personas sin ninguna experiencia ni preparación. Si no se responde eso, que es lo básico, todo lo demás recuerda a investigaciones sin cimientos sobre las que se construyeron hipótesis que se cayeron en cuanto tuvieron que confrontarse con la realidad. Hay muchas historias similares pero quién no recuerda, por ejemplo, los casos de La Paca, aquella bruja contratada por Pablo Chapa Bezanilla para encontrar el cadáver de Manuel Muñoz Rocha, o en el DF, el que construyó el fallecido Samuel del Villar para tapar las verdaderas causas del asesinato de Paco Stanley.

Con el atentado de avenida Chapultepec (que hasta ahora no se ha podido comprobar fehacientemente ni siquiera que en verdad estuviera dirigido hacia un mando del SSP-DF) pasará lo mismo, porque se quiere construir una historia sin responder las preguntas básicas. Y es que éstas, todo indica que no pueden tener respuesta. ¿Por qué?. Por muchas razones: la primera de ellas porque desde el principio la investigación quedó fuera de curso, de control, marcada por las profundas diferencias entre la secretaría de seguridad pública y la procuraduría capitalinas. Segundo, porque de la misma forma que ahora se pide que la PGR atraiga el caso, cuando ha sufrido casi un mes de manipulaciones, en su momento, las autoridades del DF pasaron más de 24 horas sin informar a las federales sobre lo que realmente ocurría. Tercero, porque no se puede saber por quién pero todo parece indicar que el escenario fue prefabricado, quizás con otras intenciones, pero si no fuera así, el asunto no tiene lógica.

Cuarto y más importante, porque finalmente las autoridades del DF tuvieron que reconocer que en la capital del país operan y lo hacen todos los grupos del narcotráfico, y no sólo para lavar dinero sino también para recibir droga, depositarla, para reenviarla hacia otros lugares, para comercializarla al menudeo. Poco antes, cuando se produjeron una decapitaciones de agentes aduanales, las autoridades del DF decían que no había narcotráfico en la capital y que si lo había era sólo de personajes que estaban de paso (sic).

Un quinto punto es más importante aún: muy probablemente todo este escenario que estamos viendo, incluyendo los decomisos de armas, el intento de atentado contra José Luis Santiago Vasconcelos, los hechos de avenida Chapultepec y muchos otros, tengan relación con un capítulo que no se ha abordado en forma pública: la reconfiguración que a partir de la estrategia antinarcóticos que ha desarrollado el gobierno federal, han iniciado los propios grupos del narcotráfico, una reconfiguración que rompe viejas alianzas y crea nuevas en busca de optimizar sus intereses y zonas de influencia.

Faltan detalles aún sobre cómo se está procesando esa reconfiguración, pero en el ámbito oficial se cree que la rama operativa más importante del llamado cártel de Sinaloa, la de los hermanos Beltrán Leyva, se está separando o se ha separado ya, de los grupos que encabezan Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El mayo Zambada. Los Beltrán Leyva querrían quedarse, ante la debilidad de los Arellano Félix con el control que ya tienen en Sonora y parte de Coahuila, pero también con Tijuana. Pero van más allá: quieren el control sobre toda la frontera. Por eso estarían buscando un acuerdo con Vicente Carrillo (el hermano del fallecido Amado Carrillo) que ya había roto con el Chapo y Zambada años atrás. E incluso los Beltrán Leyva, en lo que sería el cambio más notable de esta reconfiguración, estarían estableciendo una alianza con los Zetas, debilitados en Tamaulipas y otros puntos del país por los recientes operativos en su contra, pero con mucha presencia en el área metropolitana. La base del acuerdo, se dice extraoficialmente en áreas oficiales, sería buscar un control completo de la frontera, de Tijuana a Matamoros, aumentar la presencia en el centro del país, por sus implicaciones, políticas y económicas (e incluso operativas), utilizar las buenas relaciones de los Beltrán Leyva con ciertos sectores políticos y con los proveedores de Colombia, mientras que los Zetas, debilitados por la pérdida de muchos de esos contactos, sobre todo luego del decomiso de 23 toneladas de cocaína en Altamira a fin del año pasado, pondrían su capacidad operativa, que sigue siendo alta y sus relaciones en la ciudad de México.

Ello, si todo esto es así, se reflejará en enfrentamientos en todo el país, incluso en plazas que habían estado “tranquilas” en los últimos tiempos (como sucede en Guadalajara en estos días), pero en la capital tendrá otro tipo de repercusiones porque es uno de los centros de disputa de estas organizaciones. Sin poner todas estas cosas en contexto, en este contexto, ni el bombazo ni todo lo que está sucediendo, puede entenderse, ni siquiera cuando se habla repentinamente del cártel de Sinaloa, se puede saber si las autoridades se están refiriendo a los grupos del Chapo o a los Beltrán Leyva que hoy son ya otra cosa. Y no se puede explicar porque, como en muchos otros ámbitos, esas alianzas criminales tienen referentes políticos.

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