No es Solidaridad, pero articulará al gobierno
Columna JFM

No es Solidaridad, pero articulará al gobierno

La ausencia de una política social globalizadora del conjunto de las medidas del gobierno era, quizás, la mayor carencia de la administración Calderón. Había, no cabe duda, toda otra serie de medidas que tomar en este año y medio de gestión, pero si la idea del gobierno era rebasar por la izquierda ello era imposible sin darle otro contenido a la política social, sin convertirla en el sinónimo de “la política” de la administración.

La ausencia de una política social globalizadora del conjunto de las medidas del gobierno era, quizás, la mayor carencia de la administración Calderón. Había, no cabe duda, toda otra serie de medidas que tomar en este año y medio de gestión, pero si la idea del gobierno era rebasar por la izquierda ello era imposible sin darle otro contenido a la política social, sin convertirla en el sinónimo de “la política” de la administración.

No es que no hubiera programas sociales, muchos de ellos eficientes, otros no tanto, lo mismo que los funcionarios que deben aplicarlos. Tampoco que no hubiera avances: el número real de personas en pobreza extrema se ha reducido y también el de pobres; ha habido, con limitaciones más empleos y los salarios han aumentado en su valor real, aunque el mínimo siga en niveles paupérrimos. El punto es que en un país como el nuestro, con nuestras carencias, la política social no puede ser una suma de programas autónomos: debe ser el eje articulador, la razón de ser, el sentido profundo del conjunto de la estrategia gubernamental, incluyendo los tres niveles de gobierno. Y hasta ahora no era así.

Se podrá argumentar que eran necesarios cambios, sobre todo poner orden en lo presupuestal y en los ingresos para saber qué se podía hacer y cómo. También que llegara al gabinete en Desarrollo Social un hombre de absoluta confianza del presidente Calderón (que hace de la confianza personal en el funcionario en cuestión una condición sine qua non para encabezar los principales proyectos de su gobierno), como Ernesto Cordero, que además venía de la subsecretaría de egresos y por lo tanto, era el que había establecido el mecanismo de distribución de los recursos, es el que conoce el presupuesto, sus programas y la relación que a partir de allí se establece con gobernadores y presidentes municipales, para que, finalmente, el gobierno federal decidiera transformar sus estrategias en el sector en un programa que englobe el conjunto de la política social como una sola operación con varios brazos.

Habrá que ver cómo funciona lo anunciado este fin de semana en Chiapas por el presidente Calderón. Pero la medida, en sí misma, es un acierto. No se trata, como se ha dicho, del programa de Solidaridad de Calderón: tanto la estrategia, los programas, como el sentido de operación es diferente. Pero sí es verdad que recupera de aquel un concepto que nunca, por encima de las vicisitudes políticas, debería haberse abandonado: el transformar lo social en el centro de todo. La estrategia planteada por Felipe Calderón, de la que aún falta por conocer capítulos y tener una presentación oficial, se llamará Vivir mejor y para que tenga sentido, habrá que hacer girar en torno a ella el resto de las políticas: la seguridad tendrá que tener un sentido no sólo policial sino también social, para que la gente viva realmente mejor; la reforma energética tendrá lógica para la gente si se transforma en medidas y acciones concretas de gobierno, en planes y obras que la gente sepa cómo y dónde se darán; lo mismo sucede con los recursos fiscales: se deben traducir en acciones para la gente. Si se pregona que se quiere vivir mejor, entonces se debe actuar para ello.

La educación debe ser mejor; los planes de estudios estar actualizados; la infraestructura adecuada a las exigencias mínimas; los maestros formados a la altura de esas demandas (¿hay alguna cosa más ridícula, que demuestra su auténtico nivel, que la decisión de los maestros de Oaxaca de mantener su propio horario, porque no les gusta el horario de verano?). Y entonces el presupuesto debe estar alineado en torno a esas premisas. Lo mismo sucede con la salud, con la vivienda, con la ecología y el medio ambiente, con el agua, con la agricultura. Pero también esa debe ser la norma que guíe la política-política, la relación con los sindicatos y las empresas, incluso la política exterior.

Faltan muchos detalles por conocer de este programa, pero si es bien operado, la administración Calderón tendrá, por primera vez, un eje articulador en torno al cual podrá establecer no sólo sus políticas, sus decisiones, sus acuerdos y desavenencias, sino también evaluar a sus funcionarios, determinar sus presupuestos, saber para qué se requieren o no ciertas reformas. Y también para establecer su relación con partidos de la oposición, con gobernadores y munícipes. Pero para que eso tenga éxito, se debe actuar bajo esa lógica, con esa norma. Por supuesto que habrá temas que se escaparán a ella, decisiones de política real que tendrán que adoptarse desde otro punto de vista. Pero si esas son excepciones y realmente el gobierno federal logra alinearse en torno a su política social, arrastrará, en el mejor sentido de la palabra, a ella a los gobiernos estatales y establecerá una lógica para su accionar.

Carlos Salinas, pudo haber cometido errores en su administración, pero acertó sin duda con Solidaridad. Ernesto Zedillo pudo haber tenido aciertos, pero se equivocó rotundamente al no darle continuidad a Solidaridad (aunque fuera con otros parámetros, con menor participación comunitaria y mayor individual, como lo planteaba Zedillo) como un programa social globalizador. Y se quedó sin una política social. Vicente Fox jamás apostó por ella pese a que tuvo buenos funcionarios en la mayoría de las áreas del sector, incluso muy buenos programas, no trascendieron porque jamás estuvieron en consonancia con el resto del quehacer gubernamental. Una estrategia global de este tipo requiere de disciplina, orden, y eficiencia en el equipo gubernamental, no lo tenía Fox y deberá imponerlo Calderón. Eso también estará a prueba. Y si la evaluación es justa, también provocará, tarde o temprano, cambios. Porque una cosa es administrar y otra hacer política. Y en un país como el nuestro toda la política tendría que tener una visión, finalmente, social.

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