Vivir Mejor o la lucha casa por casa
Columna JFM

Vivir Mejor o la lucha casa por casa

Concluyó con la toma de las tribunas en el Congreso una etapa política de la administración Calderón, como decíamos días atrás. La etapa de los acuerdos en el Congreso todavía podrá tener espacios, pero ya no puede ser prioritaria, por la sencilla razón de que los propios partidos han decidido, en parte o totalmente, dejarla de lado. Debería venir ahora, decíamos, una etapa en la cual el Ejecutivo utilice a plenitud las atribuciones con las que cuenta, si puede hacerlo acompañado por el congreso mejor, si éste no lo permite o entra nuevamente en un proceso de parálisis, es su propia responsabilidad.

Concluyó con la toma de las tribunas en el Congreso una etapa política de la administración Calderón, como decíamos días atrás. La etapa de los acuerdos en el Congreso todavía podrá tener espacios, pero ya no puede ser prioritaria, por la sencilla razón de que los propios partidos han decidido, en parte o totalmente, dejarla de lado. Debería venir ahora, decíamos, una etapa en la cual el Ejecutivo utilice a plenitud las atribuciones con las que cuenta, si puede hacerlo acompañado por el congreso mejor, si éste no lo permite o entra nuevamente en un proceso de parálisis, es su propia responsabilidad.

El lanzamiento oficial de la estrategia denominada Vivir Mejor es, debería ser, el eje que articule no sólo de palabra sino también de acción, toda la labor gubernamental. En un país como el nuestro toda la política debe tener en última instancia un contenido social y debe, además, ser lo más local, lo más aterrizada posible, al mismo tiempo que todas esas acciones se incluyen en un amplio paraguas articulador que englobe la acción de gobierno. Eso intenta hacer Vivir Mejor con las políticas sociales e incluso con las hacendarias y fiscales. Pero en ella se debería incluir desde la política-política, incluyendo las iniciativas legislativas, y hasta la seguridad pública y la justicia.

El concepto desarrollado en realidad es muy interesante porque conserva, sólo en algunos capítulos muy específicos, los cambios que se realizaron en la administración Zedillo, que se basaban en la individualización de los apoyos, pero recupera algo imprescindible que se había perdido: la comprensión de que la política social tiene que girar en torno a la comunidad. Solidaridad pudo haber tenido errores, pero en eso no se equivocaba y ello explicaba su impacto. La política es local y en nuestro país lo local pasa por las comunidades, no sólo las que viven en la pobreza y la extrema pobreza, sino también en los sectores suburbanos, en las clases medias, en las grandes ciudades. Uno de los aciertos de Vivir Mejor es unir la política social, de alguna manera asistencial, con la obra pública, la infraestructura y con el mercado productivo a través de mecanismos fiscales, todo ello enmarcado en una profunda reforma educativa que se dará a conocer plenamente en unos días más. Nadie puede saber si esos objetivos se cumplirán plena o parcialmente, pero el sólo hecho de enunciarlos y tenerlos como un propósitos definido de toda la administración es, de por sí, un acierto.

Un acierto que no está exento de desafíos. Para el PRI la estrategia anterior, con un Ejecutivo de relativamente bajo perfil que le otorgaba los reflectores al Congreso mientras éste sacaba adelante reformas de distinto calado, era el escenario ideal: cosechaba mucho y tenía que invertir muy poco. Si a eso sumamos que en la administración Fox, buena parte de los recursos sociales, como ya se había iniciado con Zedillo, iban directamente a los gobernadores, el escenario de la exposición pública se completaba con recursos. En el caso del PRD, los acuerdos en el congreso eran parte, lo son aún, de su lucha interna: pero el secuestro de la elección de ese partido, la inexistencia de una dirigencia partidaria (una pregunta a los consejeros del IFE: si el PRD no tiene autoridades ¿a quién le entregan las millonarias prerrogativas que recibe ese partido?¿quién decide respecto a la utilización de espacios publicitarios?¿quién es el responsable del partido ante las autoridades?), ha dejado ese partido en el limbo y ha logrado uno de los objetivos del lopezobradorismo: cobrar mucho más caro la acusación de “traición” que con tanta ligereza lanza su líder.

Por eso, el sólo anuncio de la nueva estrategia gubernamental ya ha generado reacciones que deben ser tomadas en cuenta, no para echarse para atrás, sino para saber qué terreno político pisaremos en los próximos días. En el PRI, Manlio Fabio Beltrones lanzó la acusación de que la estrategia social era para ganar votos en el 2009 (habría que contestar de la misma forma que contestaba Manlio cuando operaba, por ejemplo, Solidaridad: nadie gobierna para perder elecciones), pero más importante es que propone que haya un consejo de desarrollo social que determine la política social del país, por encima incluso del poder ejecutivo. En realidad, en ninguna democracia del mundo existe algo siquiera parecido: cada uno de los poderes tiene atribuciones y las utiliza, y los acuerdos se trasladan al terreno legislativo. Como lo está planteando Manlio, por lo tanto resulta inviable, pero sí podría ser útil y viable la instauración de un consejo que establezca las políticas a seguir y que pueda detectar en las comunidades, en los estados y regiones las necesidades específicas, dejando después a los tres niveles de gobierno su instrumentación. Desde ese óptica podría ser un instrumento innovador y que diera certidumbre a los procesos, pero no debería ser su función ejecutar las políticas públicas.

Los gobernadores tendrán que adaptarse a una nueva realidad: durante casi diez años, recibieron directamente recursos federales que en algunos casos se transparentaba su uso y en muchos otros no. Ahora seguirán recibiendo recursos muy importantes que pueden utilizar con bastante discrecionalidad, pero el ejecutivo federal implementará sus propios programas en forma directa. En los estados en los que pueda hacerlo con los gobernadores ambos ganarán. Si no se puede, cada uno recorrerá su camino.

En el caso del lopezobradorismo (no se puede hablar del PRD como tal), éste ya comprendió el momento que viene y por eso el anuncio de comenzar una campaña casa por casa. La lucha política se trasladará del congreso a las comunidades y los estados: allí operará el Ejecutivo y ahí buscará contrarrestarlo López. Algo similar sucedió entre 89 y 91: el PRD terminó ese año con la peor votación de su historia.

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