Y el ciclo especulativo se rompió
Columna JFM

Y el ciclo especulativo se rompió

Esta noche se realizará el último debate entre Barack Obama y John McCain en la búsqueda de la presidencia estadounidense. En los últimos días, los dos han hablado de la economía y han presentado proyectos a futuro que no se apartan un ápice de los que tantos republicanos como demócratas han propuesto desde hace años: el senador por Arizona propone reducir impuestos para activar la economía y su homólogo por Illinois también, pero en los sectores más pobres, financiando la baja fiscal con un incremento a quienes tienen mayores ingresos. Los dos le están hablando al electorado cautivo y muy difícilmente cualquiera de ellos podrá cumplir con ese programa en forma estricta de llegar a la presidencia, por la sencilla razón de que no se ajusta a las exigencias ni de su país ni de la economía mundial.

Esta noche se realizará el último debate entre Barack Obama y John McCain en la búsqueda de la presidencia estadounidense. En los últimos días, los dos han hablado de la economía y han presentado proyectos a futuro que no se apartan un ápice de los que tantos republicanos como demócratas han propuesto desde hace años: el senador por Arizona propone reducir impuestos para activar la economía y su homólogo por Illinois también, pero en los sectores más pobres, financiando la baja fiscal con un incremento a quienes tienen mayores ingresos. Los dos le están hablando al electorado cautivo y muy difícilmente cualquiera de ellos podrá cumplir con ese programa en forma estricta de llegar a la presidencia, por la sencilla razón de que no se ajusta a las exigencias ni de su país ni de la economía mundial.

Aunque no se viviera una situación tan compleja entonces como ahora, a la postre ambos, sobre todo Obama si llega a la Casa Blanca, tendrán que realizar lo que hizo Bill Clinton, revisar todos sus compromisos y aplicar una política estricta y en buena medida ortodoxa que le permitió a los Estados Unidos tener, por primera vez en décadas, un superávit fiscal que generó la mayor época de prosperidad en la Unión Americana desde la post guerra. Hay un libro fantástico de Bob Woodward sobre el tema que se llama, en español, La agenda de Clinton y que debería ser lectura obligada paran comprender cómo un presidente puede y debe cambiar sus opciones políticas y económicas, incluso las que ha mantenido durante muchos años, ante los cambios de la realidad política, económica y social. Eso hizo Clinton y tuvo enorme éxito. Tanto Obama como Mc Cain tendrán que aprender a hacerlo, porque sus propuestas hoy son más pobres que las de las naciones europeas, e incluso que las de economías como Brasil o México.

La conducción de la crisis se le fue de las manos a la Casa Blanca a pesar de las advertencias que desde todos los sectores le llegaron. La quiebra de Lehmann Brothers, sin que el gobierno atinara a reaccionar, fue lo que catalizó la crisis y el tema de las garantías a los préstamos interbancarios estaba en el corazón de ella y provocó su generalización. Más allá del plan de rescate de 700 mil millones de dólares, lo que permitió establecer bases para evitar un mayor deterioro ante la crisis, fue que las naciones europeas, sobre todo Gran Bretaña y Alemania decidieron garantizar los préstamos interbancarios y capitalizar las instituciones financieras, los siguió toda la zona del Euro y lo hizo días después el propio Estados Unidos. En otras palabras, los gobiernos, luego de su reunión en Washington del fin de semana, decidieron utilizar sus reservas y recursos para capitalizar el sistema, evitar las quiebras y permitir que el sistema económico, el mercado, siguiera funcionando y hubiera margen para las correcciones a futuro. Rompieron el ciclo de la crisis.

Decíamos en días pasados y hay que ratificarlo, que México adoptó una política sensata y correcta ante ella. El programa que presentó Felipe Calderón incluye muchos de los puntos que le permitirán al país afrontar con una política anticíclica la crisis, apostar al mercado interno y con la cuestionada subasta de dólares pudo romper un ciclo especulativo que hubiera ocasionado una devaluación que hubiera hundido a la economía. Es verdad que hubo empresas que especularon con el dólar y sus movimientos financieros y también es verdad que con el actual marco jurídico, ello es legal, aunque se transite en el límite de la legalidad. Pero lo es indudable es que en el pasado no se pudieron afrontar estas presiones especulativas porque el país no tenía cómo hacerlo: en la crisis del 94-95, México tenía 6 mil millones de dólares en reservas cuando debía afrontar, solo en febrero del 95 más de 60 mil millones de dólares en vencimiento de los famosos Tesobonos. Cuando se dio la corrida especulativa el 19 de diciembre del 94, las arcas se vaciaron. Hoy con casi 90 mil millones de dólares en reservas, con una deuda externa baja, sin vencimientos importantes a corto plazo, con la inflación y la relación peso-dólar bajo control, se pudieron adoptar medidas que rompieran el círculo especulativo. Se argumentó en días pasados que para evitar ese ciclo especulativo se habían utilizado casi el 8 por ciento de las reservas. La respuesta de Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México fue impecable: “sí, dijo, para eso están las reservas” y agreguemos nosotros que como resultado de ese juego de fuerza financiero, veremos que las reservas no tendrán afectaciones serias ni tampoco hubo una devaluación descontrolada.

En última instancia que en estas horas se esté discutiendo un presupuesto con un dólar estimado para el año próximo en 11.70 es una de las consecuencias directas de esa estrategia bien aplicada.

¿Qué viene? En el contexto nacional, viendo lo que han hecho otras naciones, desde Estados Unidos hasta la de la Unión Europea, sería importante que, por un plazo determinado (en la Euro Zona se estableció en tres años) México garantice la totalidad de los depósitos, que hoy están cubiertos por un equivalente a poco más de 130 mil dólares, sobre todo para hacer más competitivas las inversiones financieras en México y evitar debilidades comparativas.

Si estas medidas se combinan con la aprobación en tiempo y forma de los capítulos más importantes de la reforma energética (sí, una reforma menor e insuficiente, lejana aún de la necesaria, pero de todas maneras importante aunque sea para poner en orden el sector y darle oxígeno financiero), con la aprobación de los programas de obras públicas propuestos y con un presupuesto equilibrado tendremos posibilidades, en el 2009, de demostrar que todas esas medidas económicas que fueron en muchas ocasiones costosas para la sociedad, finalmente, pueden traer beneficios y disminuir costos. 

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