La indulgencia ante la corrupción
Columna JFM

La indulgencia ante la corrupción

El verdadero cáncer de nuestro sistema político y social es la corrupción: en la seguridad, en la economía, en la política, en la justicia, en la vida sindical o empresarial, la corrupción penetra, marca tendencias, está en el fondo de decisiones que de otra manera serían incomprensibles.

El verdadero cáncer de nuestro sistema político y social es la corrupción: en la seguridad, en la economía, en la política, en la justicia, en la vida sindical o empresarial, la corrupción penetra, marca tendencias, está en el fondo de decisiones que de otra manera serían incomprensibles.

Apenas ayer el gobierno federal anunció sanciones de la secretaría de la Función Pública contra 11 mil 500 funcionarios de distintas áreas, de Diconsa a PEMEX, pasando por aduanas y varias otras instituciones federales. Ayer mismo, las formas de corrupción son muchas, se informó que el 38 por ciento de los integrantes de la PGR no pasaron los controles de confianza. El diputado Edgar Olvera, de la comisión de seguridad de la cámara de diputados, aunque no especifica cuál es la fuente de esa información, asegura que el 83 por ciento de los policías estatales y federales no pasarán las pruebas de control de confianza, y pese a ser un porcentaje altísimo nos resulta creíble. Un grupo de jueces acusados de relación con el narcotráfico buscan amparos para ser reinstalados en sus cargos y las lista podría continuar en forma indefinida.

El tema es la corrupción: sin combatirla no habrá salida a ninguna de las crisis que nos azotan. Y en ese sentido, por supuesto que las autoridades de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes de la Unión tienen una responsabilidad ineludible. Pero también la tenemos en la sociedad porque somos parte de la misma y no terminamos de ser absolutamente intolerantes con ella. ¿Alguien podría explicarnos en qué país que no fuera tolerante e incluso indulgente con la corrupción un hombre como René Bejarano podría tener el descaro de presentarse nuevamente en el escenario político, lanzar un movimiento político aliado íntimamente a un ex candidato presidencial que se dice “incorruptible” y que coloca a sus hermanos como dirigentes del mismo?. Un movimiento que se caracteriza por tener tras de sí un grupo de legisladores y de grupos sociales que lucran y operan políticamente con miles de taxis piratas, vendedores ambulantes, que construyen viviendas de pésima calidad explotando a los sectores más necesitados, que los usan como carne de movilización. ¿Tan mala memoria tenemos como sociedad que podemos olvidar que este personaje y su movimiento, que se alimentan cotidianamente de recursos provenientes de la corrupción, fue el mismo que vimos llevarse bolsas enteras con miles de dólares de la oficina de un empresario al que estaba chantajeando hace apenas cuatro años?. Ese es el rostro de la corrupción no sólo por el dinero, sino también por la forma en que se ejerce y se utiliza la política, los recursos públicos, se violan las leyes impunemente en beneficio personal.

¿Tan indulgentes podemos ser con la corrupción que un personaje como Napoleón Gómez Urrutia, el “líder” del sindicato minero puede desafiar a las autoridades, en este caso al secretario del Trabajo, Javier Lozano, a mantener un “debate virtual” sobre “la política laboral” obviando el hecho de que lo hace a través de una comunicación on line por la sencilla razón de que el señor está prófugo en Vancuver, Canadá, protegido por un grupo empresarial que quiere incursionar en el sector minero en México, apoyado en ese “líder” que está acusado de haberse robado más de 50 millones de dólares de sus afiliados?. No hay peor política laboral, y quizás pocas formas de corrupción son peores, que robarle desde sus organizaciones sindicales sus recursos a los trabajadores y si Gómez Urrutia quiere mantener algún debate debería, por lo menos regresar al país, mostrar sus cuentas y atenerse a las decisiones de la justicia. No merece ser tolerado.

Once mil 500 funcionarios federales fueron sancionados por la SFP: ¿cuántos han sido sancionados en los estados y municipios o en Distrito Federal?. El ex oficial mayor del GDF, Porfirio Barbosa, como una derivación del caso Bejarano (en realidad como unavenganza por haber desenmascarado a éste) se encuentra ya en la cárcel pero ¿qué sucede con las casi 400 obras viales que se están desarrollando simultáneamente en la capital y que fueron otorgadas en la enorme mayoría de los casos por adjudicación directa, sin que mediara licitación?¿allí no hay irregularidades?¿hubo, por ejemplo, que reconstruir el metrobus en tres ocasiones porque todo estuvo bien hecho desde el principio?¿cuándo conoceremos los recursos destinados a los “programas sociales” y cómo se utilizan, cuándo el padrón de beneficiarios, cuándo el mismo podrá ser auditado por una institución independiente?¿porqué el GDF decide otorgarle, sin licitación de por medio, la exclusividad para la utilización de los vales de despensa de sus trabajadores a una cadena comercial en quiebra?

Vamos al norte del país ¿qué pasó con las denuncias de la iniciativa privada sobre los actos de corrupción en la administración de Adalberto Madero, el presidente municipal panista de Monterrey y precandidato a Nuevo León?¿realmente se cortó de raíz con la detención de un par de empleados de segundo nivel?

La corrupción ahí está. Ahora cuando en el IFE y los partidos se habla de “blindar” las elecciones del 2009 para que no ingresen recursos del narcotráfico o de otros factores de poder no estaría mal saber cómo lo harán, con base en qué, porque hasta ahora lo que hemos visto, de casi todos los ángulos partidarios, es que lo que están buscando es poder darle la vuelta a la legislación que ellos mismos aprobaron, utilizando desde la promoción en programas para amas de casa hasta las revistas del corazón. ¿Con eso se blindarán de los recursos del narcotráfico?

Sin abatir la corrupción no habrá seguridad, ni crecimiento, ni creación de empleos, ni mejoría en la calidad de vida. Ni un sistema político que funcione eficientemente.

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