La fortuna de El Chapo y la rigurosidad de Forbes
Columna JFM

La fortuna de El Chapo y la rigurosidad de Forbes

Hace algunos meses mi querida revista Rolling Stone publicó una lista de los cien mejores cantantes de la historia: obviamente nadie quedó conforme con los resultados. En el primer lugar estaba Aretha Franklin y era legítimo preguntarse si no había sido mejor Billy Holliday o si John Lee Hooker o Frank Sinatra (que no aparece) no eran mejores que Ray Charles, el segundo. En última instancia, había una metodología y un grupo de personas consultadas que hicieron su lista. Y servía para el debate. Era un problema de gustos, no de datos objetivos.

Hace algunos meses mi querida revista Rolling Stone publicó una lista de los cien mejores cantantes de la historia: obviamente nadie quedó conforme con los resultados. En el primer lugar estaba Aretha Franklin y era legítimo preguntarse si no había sido mejor Billy Holliday o si John Lee Hooker o Frank Sinatra (que no aparece) no eran mejores que Ray Charles, el segundo. En última instancia había una metodología y un grupo de personas consultadas que hicieron su lista. Y servía para el debate. Era un problema de gustos no de datos objetivos.

No ocurre lo mismo con las controvertidas listas de millonarios de Forbes. Si bien dicen basarse en estudios sobre acciones, empresas, participaciones, en realidad es un estudio fallido de origen: ni Microsoft representa la fortuna de Bill Gates ni la de grupo Carso la de Carlos Slim. Es peor cuando lisa y llanamente se especula: hace unos años se colocó a Fidel Castro como uno de los hombres más ricos del mundo, y quizás lo es, pero no se documentó absolutamente nada sobre ello: era simplemente una especulación que podía llegar a la conclusión que quisieran los editores. Ahora, Forbes vuelve a sorprender colocando a Joaquín El Chapo Guzmán como uno de los hombres más ricos del mundo, en el lugar 701 de la lista y con un capital de mil millones de dólares, igual al de Alfredo Harp Helú o Emilio Azcárraga. ¿Por qué, de dónde sale esa información, con base en que documentación, qué cuentas bancarias, qué conocimiento del mundo del crimen organizado?. Es, como se ha dicho, una irresponsabilidad, pero por sobre todas las cosas una absoluta ausencia de ética periodística.

Luisa Kroll la editora de Forbes dice que si bien Guzmán “es un personaje oscuro, la verdad es que está siendo exitoso en un negocio”. Y que “si bien hay muchos criminales de cuello blanco, el Chapo es el único con una recompensa sobre su cabeza”, como si eso fuera una explicación para ofrecer un dato duro. Para llegar a la cifra de mil millones de dólares dicen que los narcotraficantes mexicanos lavaron “entre 18 y 39 mil millones de dólares en el 2008 en Estados Unidos” y que si el Chapo es el dueño del 20 por ciento de ese mercado es justo decir que tiene unos mil millones de dólares. No checan ni las matemáticas, pero el problema es otro: el Chapo Guzmán es, sin duda, el narcotraficante más conocido en México pero hace ya muchos años que las grandes organizaciones de la droga se han dejado de manejar en forma vertical: desde el año 2001, en este espacio decíamos que deberían dejar de llamarse cárteles para adoptar la denominación de holding, de empresas horizontales, con intereses en muchos sectores y diferentes “accionistas” y operadores en las distintas regiones. Por eso, esa misma organización en la que participa El Chapo fue denominada por los organismos de seguridad como La Federación, misma que en los hechos sufrió una grave fractura desde el 2006 cuando los cárteles de los hermanos Beltrán Leyva y el de Juárez, que encabeza Vicente Carrillo Fuentes, rompieron con sus socios y se inició una guerra que ha provocado muchos de los miles de muertos que ahora se acumulan en distintos puntos del país.

El Chapo es un narcotraficante importante y sin duda conocido, pero también lo son varios otros, socios o no, como El Mayo Zambada, Ignacio Coronel, Juan José Esparragoza, los hermanos Beltrán Leyva, Heriberto Lazcano de los Zetas y muchos más que han logrado permanecer en un relativo anonimato. Lo cierto es que cuanto más conocido es un narcotraficante más se aleja de la operación cotidiana de estas organizaciones, por la sencilla razón de que la pone en peligro. El caso paradigmático fue Amado Carrillo que terminó asesinado por sus propios compañeros, cuando se consideró que su presencia era demasiado pública.

Si a eso le sumamos que las redes del narcotráfico son multinacionales y están integradas por miles de eslabones que participan de una u otra forma en el negocio y que reciben dinero por ello, la participación real de cualquier capo es imposible de establecer desde que se adoptaron los esquemas horizontales de operación a principios y mediados de los 90, como respuesta, precisamente a la desarticulación de la organización vertical por antonomasia: la de Pablo Escobar, del cártel de Medellín (que en esa época también fue colocado entre los grandes millonarios del mundo con una fortuna de tres mil millones de dólares). Un ejemplo es la reciente operación Xcellence que realizó el departamento de Justicia de los Estados Unidos: después de 21 meses de investigación, detuvo a 700 personas integrantes, según dijo, de las redes de distribución de El Chapo Guzmán en Estados Unidos y decomisó, en efectivo y en cuentas, después de dos años de investigaciones, 49 millones de dólares. La administradora de la DEA anunció formalmente que con ello se “desarticulaban por completo” las redes de El Chapo en su país. Suponiendo que fuera verdad y asumiendo tanto que esa red ha quedado desarticulada como que su principal mercado son los Estados Unidos ¿dónde están los otros 950 millones de dólares de El Chapo?. Peor aún, según parte de la publicación de Forbes la red global de El Chapo vale 12 mil millones de dólares: la diferencia con los 49 millones confiscados es demasiada.

En última instancia lo que demuestra esta información es que por alguna razón, la revista Forbes tiene una agenda muy peculiar con México (fue la primera que consideró a México como un posible “Estado fallido”), que si sus métodos de investigación en el terreno financiero son tan rigurosos como en el ámbito del crimen organizado no puede ser tomada n serio y que su periodismo peca de una ética endeble: pero también de que existe una agenda en Estados Unidos respecto a México que tiene intereses que trascienden la mera fortuna personal de un narcotraficante.

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