No se necesitan refinerías sino apertura
Columna JFM

No se necesitan refinerías sino apertura

Hoy se celebra un nuevo aniversario más de la expropiación petrolera y se esperan anuncios importantes del gobierno federal respecto al sector, sobre todo en relación al tema, tan llevado y traído, de la nueva refinería y la ampliación de alguna de ellas, probablemente la de Tula. También algo relacionado con los nuevos yacimientos en Chicontepec y los yacimientos profundos en el Golfo de México.

Hoy se celebra un nuevo aniversario más de la expropiación petrolera y se esperan anuncios importantes del gobierno federal respecto al sector, sobre todo en relación al tema, tan llevado y traído, de la nueva refinería y la ampliación de alguna de ellas, probablemente la de Tula. También algo relacionado con los nuevos yacimientos en Chicontepec y los yacimientos profundos en el Golfo de México.

Pero lo que no se abordará es lo principal: que el sector energético en nuestro país no tiene rumbo. Un ejemplo: los legisladores están proponiendo que los recursos de las afores se utilicen para construir más refinerías. Suena muy bien, la pregunta es para qué, quién las necesita, financiadas a un costo millonario por el Estado. Vamos a construir una refinería que va a costar por lo menos 10 mil millones de dólares, que no soluciona el problema del abasto de gasolinas y otros petroquímicos, que tardará cinco años en eregirse y que podría haber sido una obra concesionada sin ningún problema a una o varias empresas privadas para que la construyeran y asumieran el riesgo. Pero eso se impidió en la reforma: la demagogia crece en la misma medida en que aumenta la ignorancia. Y buena parte de nuestros políticos y legisladores son ignorantes sobre el tema. Simplemente, el margen de utilidad que deja una refinería es pequeño, no más del 10 por ciento (cuando tiene nuevas tecnologías y es bien administradas: las que tenemos en México están todas en números rojos, la única de Pemex que tiene números negros está en las afueras de Houston, en Texas), muchísimo menos a lo que deja hoy la extracción de crudo: no más de diez dólares el barril y se vende en unos 35 dólares. Con sentido común se tendrían que colocar todos los esfuerzos en la exploración, la consolidación de reservas y la explotación, asociándose para ello con quien tenga los recursos y la tecnología, como hacen todos los países exitosos del mundo en ese terreno. Acaban de estar en México los príncipes de Noruega, Mette Marit y Haakon y cualquiera sabe que no son tan glamorosos como Carla Bruni, pero no hubiera estado en absoluto de más que nuestros legisladores y políticos les preguntaran cómo su país logró colocarse como lograron que la industria petrolera, a partir de una empresa pública, estatal, fuera gracia al petróleo del Mar del Norte, una de las más eficientes del mundo. La respuesta es sencilla: simplemente controlaron el proceso pero dejaron que las inversiones y la asociación se diera con quien tuviera recursos y tecnología para explotar los yacimientos marítimos. Lo mismo hizo Petrobras que pasó en dos décadas de ser una distribuidora de gasolinas importadas a convertirse en una empresa con potencial en el sector. Con un agregado que no tuvieron que hacer, porque no sufrían ese fenómeno, los noruegos: en Brasil pusieron orden en la relación con el sindicato y terminaron con los abusos. Este fin de semana, Barack Obama se reunió con el presidente Lula Da Silva y están negociando que Brasil se convierta, en los próximos años, en el sustituto de Venezuela como uno de los principales proveedores de crudo para la Unión Americana. México no está contemplado en ese esquema porque, con suerte, lograremos en los próximos años seguir siendo exportadores de crudo, si es que la demanda interna no consume nuestra cada vez más escasa producción.

Allí está el verdadero desafío y nadie lo quiere reconocer. Y no sucede sólo con el petróleo, se extiende a todo el sector energético. El SME acaba de renovar su contrato colectivo con prestaciones, una vez más, muy por encima de la media, casi 10 por ciento de aumento, mientras que la empresa para la que trabajan, la Comisión de Luz y Fuerza del Centro, sigue brindando un servicio deficiente (comparado incluso, en todos los sentidos, con la CFE) y está en números rojos desde la expropiación que realizó López Mateos en los 60. Desde entonces prácticamente cada administración ha asumido que la CLyFC es inviable pero nunca se ha terminado de tomar la decisión de liquidarla y, por lo menos, fusionarla con la Comisión Federal de Electricidad. Estamos hablando de una empresa que pierde, unos 100 millones de pesos diarios, cuyo servicio, para quienes lo pagamos es muy caro y que para muchos otros es gratis porque simplemente no se les cobra: la transferencia de recursos del erario para mantener la empresa es de miles de millones de pesos anuales.

¿Qué sentido tiene?. Ninguno, y la explicación de porqué se mantiene el mismo estado de cosas es sencillo: el sindicato no puede ser tocado y nunca es el momento político adecuado para hacerlo. Por supuesto que nadie podría oponerse a que un sindicato gane lo más que pueda para sus afiliados pero no suena lógico, menos en una empresa pública, que un sindicato tenga el mejor contrato colectivo del país y que la empresa esté quebrada y deba ser financiada por los contribuyentes con recursos fiscales.

En última instancia, lo que falta es competencia. La CLyFC puede funcionar así y su sindicato desafiar al Estado de esa manera porque es un monopolio: si el servicio es malo o caro, si es inexistente o si los cortes de energía son cotidianos no importa, nadie puede contratar otro servicio. Tampoco hay cómo poner la empresa en números negros porque, simplemente, su capacidad de generación de energía no lo permite y sus condiciones laborales terminan haciéndola muy onerosa. ¿Qué sucedería si se hubiera permitido a los particulares generar energía y vendérsela a la CFE y sobre todo a la CLyFC?¿qué ocurriría si usted tuviera la opción de castigar a una empresa o un sindicato ineficiente en un servicio público imprescindible?. Mientras nuestra industria energética siga dependiendo de monopolios y sindicatos intocables (sea el petrolero o el de electricistas) será imposible salir adelante como el país lo reclama. Nada de eso se abordará hoy en los actos oficiales.

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