La epidemia de la conspiración
Columna JFM

La epidemia de la conspiración

En medio de la inevitable crisis que ha producido la expansión de la epidemia de influenza porcina, no podían estar ausentes las teorías de la conspiración: ahora resulta que, como se publicó, hay una conjura internacional en torno al tema o se están ocultando los datos en México, sin comprender que ante una situación de esta magnitud los datos de lo que sucede en nuestro país están siendo monitoreados por organismos internacionales y por las instituciones epidemiológicas de otros países y no hay forma de ocultarlos.

En medio de la inevitable crisis que ha producido la expansión de la epidemia de influenza porcina, no podían estar ausentes las teorías de la conspiración: ahora resulta que, como se publicó, hay una conjura internacional en torno al tema o se están ocultando los datos en México, sin comprender que ante una situación de esta magnitud los datos de lo que sucede en nuestro país están siendo monitoreados por organismos internacionales y por las instituciones epidemiológicas de otros países y no hay forma de ocultarlos. Se ha recriminado a las autoridades por no haber actuado con prontitud cuando en realidad el mismo día que se supo que el virus que estaba afectando a la población y causando casos atípicos de influenza, era nuevo e impredecible fue apenas el jueves y esa misma noche se tomaron medidas de emergencia. Es verdad que en algunos laboratorios internacionales se comenzó a analizar la situación desde días antes y se advirtió que algo estaba pasando en México y el sur de Estados Unidos al centro de control de enfermedades de Atlanta y a la Organización Mundial de la Salud, pero fue hasta el jueves pasado cuando hubo la confirmación de que el virus era nuevo y desconocido. Se ha dicho que como muestra de esa irresponsabilidad gubernamental había un stock de un millón de vacunas contra la influenza para un país de cien millones de habitantes. El problema es que ésta es una enfermedad atípica, que la vacuna no impide que se contraiga porque está confeccionada para atacar otros virus y que el periodo tradicional de la vacunación contra la influenza es entre octubre y noviembre. En otras palabras, aunque se tuvieran cien millones de dosis de vacunas éstas no sirven para atender la enfermedad. Lo que importa es que existan las medicinas que sí pueden curar la influenza porcina (los antivirales) y de éstas existe un abasto adecuado. Se ha llegado a decir que en realidad todo es una construcción mediática para distraernos de los problemas económicos o de las consecuencias de la lucha contra el narcotráfico, como si la comunidad médica nacional e internacional pudiera ser parte de un conjura de esas características.

El desafío es demasiado grande para terminar, sin sustento, especulando o de plano inventando complots o conjuras sin sentido. El hecho cierto es que la epidemia existe, que se sabía que podía ocurrir aunque la preparación básica estaba enfocada a otros virus como el SARS o la gripe aviar, que ya habían atacado en el pasado a otros países. Por eso, al descubrir que se trataba de un virus nuevo hubo que adecuar la respuesta ese desafío. por eso también se están tomando medidas más drásticas que las que se suponía se tendrían que tomar originalmente: porque el virus, como decíamos ayer, al ser desconocido, es impredecible en su forma de actuar y evolucionar.

Por lo menos al momento de escribir estas líneas ningún país ha cerrado sus fronteras para México o personas o productos procedentes de nuestro país, pero ese peligro existe. Habrá mayores controles pero eso no sucedió, por ejemplo, cuando la epidemia de gripe aviar en China o la de SARS en Toronto. Sin embargo, los daños que sufrirá la economía son indudables: se habla, sólo por la virtual paralización comercial del fin de semana, que los comercios del área metropolitana de la ciudad de México han perdido unos 3 mil millones de pesos, una cantidad que se queda muy corta cuando se suman los costos de la paralización de actividades, en forma total o parcial en muchos otros sectores de la economía. Y no se ha establecido aún si durante esta paralización se pagarán o no salarios a los trabajadores o cómo se deberá operar en ese sentido, sobre todo si se da, como se ha dicho, una suspensión total de actividades económicas en la ciudad (un extremo que suena exagerado por lo menos con la información con la que se cuenta públicamente en la actualidad pero que de ninguna manera es descartable con el paso de las horas). El costo económico del temor ciudadano no es menor tampoco: desde las compras de pánico hasta la decisión de salir de la ciudad (aunque paradójicamente ello pueda llevar la enfermedad a otros espacios geográficos) golpean de muchas formas a la economía. El turismo será la actividad más golpeada en el corto plazo: España ya ha pedido a sus ciudadanos no visitar México y varias empresas operadoras de charters ya han suspendido sus vuelos. Es verdad que en ciertos destinos la ocupación del fin de semana y del puente que se aproxima es alta, pero se trata, sobre todo, de personas que han decidido salir de las ciudades por la coyuntura. En el corto plazo recuperar la imagen de un destino confiable a nivel internacional tomará tiempo y dinero. Si llegara a cerrarse la frontera con Estados Unidos los costos serían casi imposibles de evaluar porque por allí se comercian mil millones de dólares diarios. Como ayer dijo Janet Napolitano "cerrar la frontera es algo que uno haría si hubiera una esperanza realista de contención (de la epidemia). Pero, como ya tenemos casos en cinco estados y probablemente tendremos más y además Canadá ya también ha reportado algunos, la verdad no tiene mucho sentido". Y destacó el costo millonario de esa decisión. Pero las instituciones reguladoras de Europa ya han recomendado a los 23 países de la comunidad no viajar si no es estrictamente necesario a México, Estados Unidos y Canadá.

De esa magnitud es el desafío y todo ello depende de que la epidemia pueda ser controlada. Se deben tomar todas las medidas y precauciones pero se deben evitar, al máximo y esa es una responsabilidad de los medios, el pánico y, sobre todo, las especulaciones sin sentido y las teorías de la conspiración sin sustento. Y se debe reconstruir la historia real del surgimiento de la epidemia porque será allí donde se podrán encontrar respuestas para México y el mundo de cara al futuro.

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