Raquenel Villanueva: punto final
Columna JFM

Raquenel Villanueva: punto final

Nadie merece morir asesinado en un mercado público, perseguido por un grupo de sicarios. Pero resultaba casi inevitable que algo así terminara sucediendo con Silvia Raquenel Villanueva, esta abogada regiomontana que se había significado por defender a los más importantes narcotraficantes del país, involucrada, ella misma, en más de una historia de muy dudosos orígenes. Raquenel Villanueva, que ya había sufrido otros cuatro atentados y que estuvo hasta el último día en el ojo del huracán, tenía demasiados enemigos, sabía demasiadas cosas, había traspasado el límite de la defensa personal para convertirse en parte de un esquema de protección a delincuentes que, finalmente, la superó.

Nadie merece morir asesinado en un mercado público, perseguido por un grupo de sicarios. Pero resultaba casi inevitable que algo así terminara sucediendo con Silvia Raquenel Villanueva, esta abogada regiomontana que se había significado por defender a los más importantes narcotraficantes del país, involucrada, ella misma, en más de una historia de muy dudosos orígenes. Raquenel Villanueva, que ya había sufrido otros cuatro atentados y que estuvo hasta el último día en el ojo del huracán, tenía demasiados enemigos, sabía demasiadas cosas, había traspasado el límite de la defensa personal para convertirse en parte de un esquema de protección a delincuentes que, finalmente, la superó.

Su último caso importante era la defensa de Javier Herrera Valles, este ex policía que armó toda una campaña mediática, que algunos medios aceptaron sin cotejar los dichos con la realidad, argumentando que era perseguido por denunciar la corrupción en la PFP: en realidad, había sido comenzado a investigar mucho antes, lo mismo que uno de sus hermanos, y utilizó el argumento de la denuncia como coartada para distraer el curso de esa investigación. En su defensa, como lo hizo muchas veces (¿cómo no recordar la incalificable defensa que hizo del joven Diego Santoy, asesino de dos niños, hermanos de su ex novia, tratando de ensuciar a las víctimas?) Raquenel Villanueva utilizó los medios, a las familias, presionó pero no logró la libertad de Herrera Valles. Pero la historia es mucho más antigua.

El 28 de marzo del 2000 publicamos en esta columna una larga investigación sobre Raquenel Villanueva, luego del atentado que sufrió en las puertas del hotel Emporio en DF, junto con un ex comandante de la policía judicial al que defendía en esos días. Una historia que demuestra cómo la abogada estaba enredada con muchos de los principales hilos del narcotráfico. Y que confirma también que esos mismos hilos son los que se siguen anudando ahora.

Decíamos entonces que el atentado contra ex jefe operativo de la unidad de lucha contra el crimen organizado de la PGR, Cuauhtémoc Herrera Suastegui, “no podía desligarse de su acompañante, la abogada Silvia Raquel Villanueva, una connotada defensora legal de varios de los principales hombres del cártel del Golfo, que resultó herida en el mismo…Tampoco del misterioso maletín que portaba la abogada y que fue sustraído por los atacantes al momento del atentado”.

“Los últimos pasos de esta guerra, decíamos en marzo del 2000 para explicar que había sucedido con Raquenel Villanueva y Herrera Suástegui, parecen estar demasiado bien escritos, aunque sea con sangre. Un comando encabezado por ex policías municipales de Tijuana, y contratado por Ismael El Mayo Zambada y su hijo Vicente, lanzaron una campaña de eliminación de enemigos y personajes públicos de Tijuana con el objeto de involucrar en esa campaña a los Arellano Félix: el punto clave de ese proceso se dio 48 horas después de que el propio presidente Zedillo se comprometiera a acabar con la inseguridad en esa zona de la frontera, cuando el citado comando asesinó un domingo por la mañana al jefe de la policía local, Alfredo de la Torre. En el camino, el enfrentamiento entre el cártel de El Mayo Zambada (asociado al cártel de Juárez y uno de los sucesores de Amado Carrillo Fuentes) y el de los Arellano Félix, había dejado más de un dos centenares de muertes en lo que va del año, tanto en Baja California como en Sinaloa”, lo que nos debería hacer recordar que la violencia que vivimos viene de muy lejos.

Pocos días después ese comando del cártel de Sinaloa estaba detenido. “Luego fue detenido el principal operador financiero y organizativo del cártel de Tijuana, Jesús Chuy Labra: una vez más, la operación la realizaron fuerzas militares y de élite de la PFP (entonces bajo el mando de Wilfrido Robledo, con Genaro García Luna como director de Inteligencia) sin informar de ello a autoridades locales para evitar filtraciones. Como se desconfiaba de la seguridad de las cárceles locales, tanto el llamado comando de la muerte, como Labra, fueron trasladados a la cárcel de Almoloya. Allí se hizo cargo del caso, el juez Felipe Cerecero Díaz. La semana pasada en un inexplicable accidente de tránsito, el juez fue encontrado muerto, luego de haber chocado contra el muro de un túnel en la carretera México-Toluca. Por su parte, el abogado de Labra, que había acompañado a su cliente al DF, apareció asesinado en esta capital: había sido objeto de distintas torturas y murió asfixiado. La mayor parte de las especulaciones sostiene que el abogado fue asesinado por los Arellano, por haber delatado a Labra a las autoridades federales”, decíamos en ese texto de marzo del 2000.

Dos días más tarde, se produjo el atentado contra Herrera Suastegui y la abogada Raquenel Villanueva. “Herrera Suastegui, continuaba aquella historia, debía declarar cuarenta minutos más tarde en la PGR, en un proceso abierto se dijo primero que contra los Arellano Félix y Labra, pero apenas ayer el procurador Jorge Madrazo me aseguró que era contra el cártel de Juárez y su conexión en Cancún…Para la DEA, decía aquella investigación, la información de Herrera contra los Arellano, provenía de los datos que le filtraba a Herrera el cártel de Juárez, como una forma de desarticular a sus eternos adversarios”.

Por eso, decíamos entonces, “quizás lo más grave y comprometedor en este nuevo atentado, haya sido que Herrera estuviera acompañado por una abogada, reconocida por defender a los dirigentes del cártel del Golfo, un grupo que ha barrido, aliado con uno de los que fueran lugartenientes de Juan García Ábrego, Osiel Cárdenas, con la mayoría de sus adversarios”. Raquenel Villanueva, por cierto, se aseguraba que fue la persona que había entregado a García Abrego y cobrado la correspondiente recompensa, lo que abrió el camino a Osiel y los Zetas, que entonces apenas comenzaban a existir.

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