¿Sin opciones o sin expectativas?
Columna JFM

¿Sin opciones o sin expectativas?

Es verdad, la economía se ha desfondado y se ha quedado sin dinero, se han perdido 300 mil millones de pesos del presupuesto para el 2010 y la caída económica en este primer semestre ha sido de poco más del 10 por ciento, el porcentaje más alto desde la crisis de 1983. Ahora bien ¿nos hemos quedado también sin opciones como decía nuestro Excélsior en su portada de ayer?. Si no se modifica el rumbo es probable que así sea, pero existen opciones utilizando la imaginación y realizando los cambios que el país reclama desde mucho tiempo atrás.

Es verdad, la economía se ha desfondado y se ha quedado sin dinero, se han perdido 300 mil millones de pesos del presupuesto para el 2010 y la caída económica en este primer semestre ha sido de poco más del 10 por ciento, el porcentaje más alto desde la crisis de 1983. Ahora bien ¿nos hemos quedado también sin opciones como decía nuestro Excélsior en su portada de ayer?. Si no se modifica el rumbo es probable que así sea, pero existen opciones utilizando la imaginación y realizando los cambios que el país reclama desde mucho tiempo atrás.

No se trata de regresar al pasado como lo plantean algunos, pero sí de romper con la falta de expectativas, el desánimo que está permeando a la sociedad. ¿Qué se puede hacer en la economía?. Si se asume que los partidos no aceptarán imponer el IVA a alimentos y medicinas, ¿porqué no avanzar en eliminar todos los productos exentos de impuesto al consumo, salvo el de los calificados, realmente, como medicinas y alimentos? Según algunos especialistas ello generaría ingresos extras por unos 180 mil millones de pesos. En este sentido la pregunta sería cómo ampliar la base de contribuyentes. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens también dijo en el senado que entre las medidas que se podrían tomar está un ajuste del controvertido IETU ¿no sería mejor unificar el IETU y el Impuesto sobre la Renta, y eliminar, una vez más, las exenciones e incluso con ello bajar las tasas?.

¿Es lógico mantener un subsidio de entre 17 y 19 mil millones de pesos anuales a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro o 17 mil millones de pesos para el Metro? Y esos son sólo dos ejemplos de cientos, ¿cuánto se ahorraría si se revisara el funcionamiento de muchas de estas empresas públicas, si en ciertos sectores se modificara profundamente su operación, si en otros se permitiera la inversión privada o mixta?

Se habla de aumentar el déficit y ello suena lógico en la actual coyuntura, pero ¿en qué se gastarán esos recursos?. Un ejemplo: entregar un apoyo de unos 800 pesos a toda, repito, toda la población que vive en condición de pobreza y pobreza extrema en el país, significaría unos dos puntos del PIB (recordemos que ahora perdimos 10 puntos) pero  ¿cuánto se recuperaría en consumo, indirectamente en generación de empleos, en calidad de vida, en generación de expectativas a futuro, en descomprimir la situación social?. Se dirá que un programa así se tendría que diseñar con precisión y cuidando la utilización de los recursos. Es verdad, pero la base para operar esos programas ya existe y se podría operar sin mayores dificultades desde Sedesol e incluso con mecanismos de colaboración entre la Federación y los Estados.

Se prometió el programa de infraestructura, que se denominó anticíclico, más importante de la historia. Se asegura desde el gobierno que ese programa se está aplicando, pero resulta que no se ve ni se siente. Hace algunas semanas estuve en Madrid: no hay calle de la capital española que no esté en obras y allí participan una multitud de empresas constructoras como parte de los programas anticíclicos que allí también se instrumentaron. No sé si los nuestros son más eficientes, pero no me cabe duda de que los españoles se sienten mucho más que los nuestros. Con un agregado ¿dónde están las autoridades que tienen que impulsar, dar a conocer, generar expectativas con esos planes?. No las he visto, nadie lo ha hecho, en todo el semestre. ¿Hay una sola obra importante de infraestructura que se haya lanzado en este periodo?¿no es hora de dar una vuelta de tuerca para que esos programas realmente se cumplan y la gente los vea, los sienta?

¿Dónde están los programas para que los sectores empresariales más castigados puedan tener incentivos de recuperación?. Se dirá que existen programas en distintos ámbitos ¿pero alguien los ha percibido?¿se puede comparar el anunciado y no concretado programa de renovación vehicular con el que se ha lanzado, por ejemplo, en Estados Unidos, no sólo en amplitud sino en el propio concepto del mismo?

El punto es que para romper el círculo vicioso en que vivimos se deben buscar alternativas que nos alejen de las tentaciones autoritarias y populistas, pero ofreciendo algo a la sociedad más allá de las medicinas amargas de siempre. Es verdad que a diferencia del 82-83, del 87-88, o del 94-95, esta crisis vino de fuera e incluso que, como dijo el presidente Calderón si se compara la caída del 10 por ciento del PIB con el aumento del 2 por ciento del desempleo se puede comprobar que los daños fueron relativamente contenidos, pero se necesita más. Incluyendo cambios en el equipo económico, generales o parciales, porque para renovar expectativas se deben renovar también algunas caras, métodos y visiones.

La ignorancia y la demagogia

Muchos jóvenes no lograron el ingreso a las universidades públicas del DF, pero los argumentos que presentó el martes, encabezando una manifestación de unos 150 jóvenes un profesor de la UAM Xochimilco, Hugo Aboites para “explicar” la discriminación que éstos sufren, resultan lisa y llanamente vergonzosos. Dice este señor que los exámenes de admisión son “discriminatorios” porque “utilizan un vocabulario que sólo es comprendido por ciudadanos de posición media-alta (sic). En la escuela, en la familia, no tienen esa familiaridad, esta cercanía con las palabras y por lo tanto parece que no saben. Por eso, agrega este “profesor”, existen esas diferencias de personas que sacan 100 aciertos y otras que sacan 50”. Y uno que pensaba que la diferencia la hacían la preparación y los conocimientos. Ahora resulta que lo que hay que hacer para poder ingresar a la Universidad es rebajar el lenguaje. ¿Habrá que reemplazar estómago por panza, trigonometría por cuentas, el saludo protocolar por un “tons qué mi reina”, cómo se podrá escribir genoma en lenguaje “familiar y accesible”?. Y estos personajes son los que están encargados de la educación de nuestros jóvenes.  Qué vergüenza.

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