La disputa por el dinero
Columna JFM

La disputa por el dinero

Allá por 1982, Rolando Cordera escribió un libro que marcó aquella transición presidencial y que se llamó La disputa por la Nación. Hoy, muchos años después, lo que está en disputa (en los prolegómenos de otra transición presidencial muy importante), es el dinero, los recursos públicos, la decisión sobre quién se quedará con qué, luego de varios años de relativa prosperidad en las finanzas públicas que permitieron que los gobiernos y partidos no realizaran las reformas estructurales que el país requería y requiere,. No asistimos a una revisión de las finanzas públicas para su imprescindible reestructuración sino a una suerte de rebatinga a ver quién se queda con una parte del pastel sin sacrificar nada.

Allá por 1982, Rolando Cordera escribió un libro que marcó aquella transición presidencial y que se llamó La disputa por la Nación. Hoy, muchos años después, lo que está en disputa (en los prolegómenos de otra transición presidencial muy importante), es el dinero, los recursos públicos, la decisión sobre quién se quedará con qué, luego de varios años de relativa prosperidad en las finanzas públicas que permitieron que los gobiernos y partidos no realizaran las reformas estructurales que el país requería y requiere,. No asistimos a una revisión de las finanzas públicas para su imprescindible reestructuración sino a una suerte de rebatinga a ver quién se queda con una parte del pastel sin sacrificar nada.

Ya sabemos que para el presupuesto del 2010 faltarán unos 300 mil millones de pesos. Apenas el domingo, los partidos de la oposición ya han planteado que no aceptarán nuevos impuestos ni tampoco el incremento de los ya existentes. Su alternativa, que jamás aterriza en propuestas concretas, es mejorar el sistema de recaudación (¿cómo?¿de qué forma plantean que se podrá incorporar a nuevos causantes y no seguir exprimiendo a los que ya tienen cautivos?), eliminar privilegios fiscales (¿cómo lo harán sin que ello implique aumentar impuestos?), reducir el gasto corriente (¿en qué rubros?), cancelar la creación de nuevas plazas en el gobierno y lo que será lo único que terminará paliando la escasez de recursos: ampliar el déficit fiscal.

Habrá menos recursos pero nadie quiere resignar nada. Los estados y municipios que ahora reclaman que están quebrados (y lo están), tuvieron 90 mil millones de pesos este año que nadie sabe a dónde fueron a parar. Los senadores reclaman recursos del Fondo de Estabilización Petrolera pero es obvio que ese Fondo ya se secó, con las transferencias y por la caída de los precios del petróleo. los alcaldes panistas piden que se entreguen más recursos a los municipios y menos a los gobiernos estatales pero no existen mecanismos para garantizar que ellos (o los estados) utilicen correctamente esos recursos. Como no existe esa seguridad, se duplican estructuras porque la Fedración requiere cada vez más delegaciones estatales para tener ese control.

Un recorrido por las primeras planas de los periódicos permite comprobar que nadie quiere reducir el gasto corriente y éste aumenta, paradójicamente, cada día más. La presidencia de la república, dice Reforma , sobrepasó su gasto en el primer semestre en 361 millones de pesos. Pero esas cifras empalidecen ante otros reportes: El Universal dice que los estados tuvieron este año 40 mil millones de pesos más que el pasado y un funcionario de la SHCP se pregunta “porqué tienen entonces tantos problemas”. En el mismo periódico se consigna que Manlio Fabio Beltrones pide al gobierno que utilice los “guardaditos”, aunque no dice cuáles son. Excélsior además de consignar el frente opositor contra los nuevos impuestos, muestra que el ejecutivo federal recortará cuatro mil 158 millones de pesos de sus gastos “sociales” que incluyen las asesorías y consultorías”, pero eso apenas es el 0.9 por ciento de la partida destinada a ese fin, lo que contrasta con los 18 mil millones que se le recortará al gasto de infraestructura (¿no debería ser al revés?) mientras que El Economista sostiene que se gasta un 235 por ciento más en las delegaciones estatales de las dependencias federales.

Hay que recortar el gasto y hacerlo de verdad. Pero ¿sólo el gasto gubernamental? No merece primeras planas pero habría que recordar que organizar las elecciones de este año costó la friolera de 12 mil 300 millones de pesos. Que los partidos recibieron cerca de 7 mil millones de pesos sólo en el ámbito federal (reciben partidas en todos y cada uno de los estados y el doble cuando se trata de comicios locales), de los que no rinden cuentas ni pagan impuestos, que ese costo aumenta a niveles mucho más altos cuando se suman el resto de las prerrogativas, desde los anuncios de televisión y radio hasta el correo y los impresos gratis.

Pero nadie quiere ni cobrar nuevos impuestos ni recortar nada, tampoco se quiere centralizar esfuerzos ni mucho menos tocar los dineros que van a los partidos y las elecciones para un 2010 con 10 comicios estatales. Y por eso se recurrirá, sin duda, a incrementar el déficit presupuestal como la medida más fácil, sencilla, sin costos políticos de corto plazo, aunque en el mediano y el largo nos puede hacer volver a caer en los serios desequilibrios que lastraron la economía en el pasado.

En todo este panorama, bastante desalentador por cierto, la única y tenue luz que se ha percibido en los últimos días es el encuentro que tuvieron en Brasil el presidente Calderón con los presidentes del PRI, del PAN, del Verde y de Nueva Alianza para construir una agenda nacional de “consenso”, una posibilidad que podría explorar los acercamientos un poco más allá de lo que se cree si tomamos en cuenta que Beatriz Paredes ha tenido, en ese aspecto, acuerdos de fondo con el presidente Calderón y todo parece indicar que Beatriz se está acercando a la posibilidad de encabezar el grupo parlamentario del PRI en la próximo legislatura.

Pero no nos engañemos: los partidos no se van a recortar su presupuesto, ni van a recortar el gasto corriente (o mejor dicho cada uno defenderá el gasto corriente de “sus” gobiernos) ni van a realizar las reformas que la economía exige. Van a apostar, en mayor o menor medida, por el déficit y si es así, de una u otra forma vamos a estar regresando a un manejo de las finanzas públicas más emparentadas con los viejos tiempos del lopezportillismo que del pasado reciente. Claro, las cosas han cambiado mucho, la sustentación de la economía es más firme, el comercio es mucho más amplio y abierto, las inversiones son mayores…salvo que ya no tenemos el petróleo que teníamos entonces. Y de alguna manera los partidos lo buscarán compensar endeudándose más.

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