La influenza no tiene origen fiscal
Columna JFM

La influenza no tiene origen fiscal

Ha comenzado el segundo (en realidad podría considerarse como el tercero) brote de la influenza A H1N1 y si bien se deben tomar precauciones todo indica que la situación puede estar muy controlada por las autoridades y que a diferencia de lo sucedido en abril y mayo pasado, en buena medida, las medidas más radicales se deberán adoptar en cada uno de los estados, como está sucediendo ahora en Sinaloa y en Baja California Sur o en Querétaro y San Luis Potosí, de acuerdo con los brotes particulares que allí se registren.

Ha comenzado el segundo (en realidad podría considerarse como el tercero) brote de la influenza A H1N1 y si bien se deben tomar precauciones todo indica que la situación puede estar muy controlada por las autoridades y que a diferencia de lo sucedido en abril y mayo pasado, en buena medida, las medidas más radicales se deberán adoptar en cada uno de los estados, como está sucediendo ahora en Sinaloa y en Baja California Sur o en Querétaro y San Luis Potosí, de acuerdo con los brotes particulares que allí se registren.

El tema no es menor porque el costo que implicó la adopción de medidas para contener el primer brote fue altísimo en varios sentidos, sobre todo en el económico (poco más de un punto del PIB en un año de profunda crisis económica global) y particularmente doloroso para la industria del turismo y en la capital del país para la restaurantera. ¿Por qué será menos compleja la situación? Por varias razones. Primero porque existe una vacuna que está a punto de llegar al mercado y que permitirá inmunizar a buena parte de la población de riesgo. Segundo, porque el virus ha resultado mucho menos virulento de lo que se pensó originalmente y si bien se debe controlar su expansión, paradójicamente, el mayor peligro hoy estaría en un descontrol de la misma que sature los servicios hospitalarios y que por ello mismo multiplique en forma geométrica los daños. Pero con las medidas de prevención y control adoptadas, más las vacunas y con los medicamentos comerciales existentes para tratarla, la nueva influenza tendrá un grado de mortalidad que está, incluso, por debajo de la estacional.

Hay varios puntos adicionales que se deben analizar. Ha existido temor en muchos sectores de que no existan las vacunas necesarias para inmunizar a toda la población. Y no las habrá, pero tampoco son necesarias: ni con ésta ni con ninguna otra vacuna. Se debe vacunar sólo la población de riesgo, incluso porque se debe recordar que la vacuna se debió generar en un tiempo record para que llegara a esta temporada invernal en el hemisferio norte y el hecho es que no todas las pruebas se han concluido efectivamente. Saldrá al mercado en las próximas semanas y seguramente se verán sus resultados últimos una vez aplicada la vacunación masiva. En realidad, si no se está entre la población de riesgo, lo conveniente es no aplicarse la vacuna que tienen ya un grado de confiabilidad alto pero aún no absoluto.

Se podrá argumentar en este sentido, porqué entonces en abril y mayo pasado se tuvieron que tomar decisiones tan drásticas que prácticamente paralizaron al país durante semanas. Y es que en ese momento no se conocía el virus, como evolucionaría y tampoco cómo se podía expandir la enfermedad ni qué consecuencia tendría la infección. Las acciones realizadas, aunque algunas pudieron ser exageradas, contribuyeron a frenar la epidemia, a focalizarla, y analizar su evolución con mayor certidumbre. Las naciones que actuaron en forma diferente por razones políticas, como Argentina, donde se ocultó la expansión de la enfermedad para no afectar las elecciones, han terminado pagando un costo alto en términos sanitarios y sociales.

Pero en nuestro caso, al mismo tiempo que nos tenemos que felicitar por lo bien manejada que fue esta situación en la mayoría de los casos y por la creciente coordinación entre las autoridades federales y locales de salud, tampoco deberíamos caer en las exageraciones. Salvo alguna sorpresa, este nuevo brote de la influenza A H1N1, no tendrá consecuencias graves.

Y por eso mismo no parece lógico decir que si no se aprueban los nuevos impuestos no habrá dinero para comprar vacunas y prevenir la enfermedad. No estoy de acuerdo con todo el paquete fiscal pero sí con el impuesto del 2 por ciento y porque es necesario para incorporar al cuadro de contribuyentes a los millones que están fuera de él o evaden o eluden sus obligaciones. Pero no es verdad que sin esos recursos no habrá vacunas o existirá una emergencia sanitaria. Defendamos lo defendible del paquete fiscal con razones no con emociones.

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