La última encuesta de GEA-ISA confirma lo que otros estudios ya han mostrado: si hoy fueran las elecciones del 2012, Enrique Peña Nieto ganaría con facilidad con más del 40 por ciento de los votos mientras que en las distintas combinaciones los posibles aspirantes del PAN y del PRD apenas superarían el 15 por ciento de los votos. Pero en política el “si hoy fueran” no existe. El propio Peña Nieto ganó el 2005 su elección en el estado de México con el 50 por ciento de los votos y el PRI venía de ganar casi todo en el 2004, y terminó realizando la peor elección presidencial de su historia en el 2006.
La última encuesta de GEA-ISA confirma lo que otros estudios ya han mostrado: si hoy fueran las elecciones del 2012, Enrique Peña Nieto ganaría con facilidad con más del 40 por ciento de los votos mientras que en las distintas combinaciones los posibles aspirantes del PAN y del PRD apenas superarían el 15 por ciento de los votos. Pero en política el “si hoy fueran” no existe. El propio Peña Nieto ganó el 2005 su elección en el estado de México con el 50 por ciento de los votos y el PRI venía de ganar casi todo en el 2004, y terminó realizando la peor elección presidencial de su historia en el 2006.
Muchas veces hemos dicho que el mayor desafío para el PRI es el propio priismo y las ambiciones que surgen (algunas legítimas, otras no) cada vez que la percepción de llegar, mantener o recuperar el poder se hace presente. Como cualquier partido, el PRI si quiere ganar el 2012 debe superar las elecciones de los dos próximos años sin dividirse, sin fracturas, sin grietas. Entre el 2004 y el 2006 el PRI se fracturó, primero entre Madrazo y Elba Esther, luego con el Tucom contra Madrazo, más tarde con la designación de precandidato de Arturo Montiel con las propias fracturas del ese grupo antimadracista y finalmente por la exclusión que hizo Madrazo de todos aquellos que no fueran fieles a su persona. Y el resultado fue una catástrofe política.
La cruda fue tan grande como el cuidado que puso el PRI en recomponer sus cosas, mostrar las menores fisuras posibles y aparentar ser una fuerza homogénea. Y en buena medida lo logró hasta que el triunfo del 5 de julio avivó la hoguera de las vanidades y ahí están, matizadas, ocultas o abiertas, las diferencias. Pero el tema todavía no es el 2012, aunque esté más presente que nunca, porque los acuerdos en la cúpula son más fáciles de sellar que en las bases. La estación obligada son las elecciones estatales y allí es donde el PRI deberá saber elegir sin equivocarse a sus candidatos y evitar las rupturas, tentadoras, sobre todo, si se realizan las alianzas PRD-PAN de las que hablábamos el martes en este espacio.
Si las encuestas muestran la realidad en cada uno de los once estados en disputa, el PRI aún con alianzas en su contra podría ganar la gran mayoría de ellos. Si no se divide en luchas internas. Por ejemplo, si en Oaxaca, por una hipotética alianza entre PAN-PRD-Convergencia, iría Gabino Cué, en el tricolor son muchos los precandidatos que responden a distintas tendencias dentro del priismo local. El mayor daño que sufrió el PRI en los últimos años se llama José Murat y el ex gobernador ahora en el desempleo, pero no carente de recursos, quiere regresar, aunque sea por vías indirectas. Si logra imponer sus candidatos las posibilidades de una alianza opositora crecen geométricamente. Allí el problema parece ser la dirección del partido, repitiendo el síndrome Madrazo del 2006: ¿es lógico ser juez y parte?¿encabezar el proceso de selección y ser al mismo tiempo precandidato?. En esos debates están los priistas oaxaqueños con Jorge Franco, líder del partido, ante los demás precandidatos, como Eviel Pérez, quien parece tener las preferencias de la actual administración, el alcalde José Antonio Hernández Fraguas o José Antonio Estefan, entre otros. El candidato deberá ser el que menores conflictos internos genere y el que pueda mostrar un frente más amplio en torno suyo para enfrentarse al que tendrá enfrente.
En Puebla las cosas son más claras pero los peligros de división ahí están: Javier López Zavala, según la más reciente encuesta de Parametría, supera en simpatías y apoyo en casi tres a uno a Enrique Doger, pero éste buscará la candidatura y puede fracturar a un PRI que quizás se tenga que enfrentar también a una alianza opositora, probablemente en torno a Rafael Moreno Valle. Si se equivocan en el método y en la selección del candidato pagarán un costo alto los priistas poblanos.
En Sinaloa, otro estado bajo amenaza panista, donde el PRD tiene tan poco que no le costaría nada ir a una alianza opositora, los enfrentamientos entre el alcalde de Culiacán, Jesús Vizcarra y el senador Mario López Velarde, son la comidilla: se ha dado de todo, desde la participación del gobierno estatal y de figuras sinaloenses de peso nacional tratando de impulsar su precandidato, hasta el fantasma del crimen organizado, muy presente en la entidad y con juego e intereses propios en estos comicios. La tensión ha sido tanta, si el PRI pretende conservar el estado (y si no quiere que teniendo ya un candidato algunas investigaciones en curso se lo tiren), que no se debería descartar la necesidad de buscar una tercera opción que evite la polarización y la ruptura. Y lo mismo ocurre en casi todos los estados donde habrá elecciones en el 2010. Ya los analizaremos cada uno de ellos.