El fin de una hegemonía de tres décadas
Columna JFM

El fin de una hegemonía de tres décadas

Las mayores críticas a la designación de Ernesto Cordero en la secretaría de Hacienda provienen de los priistas y perredistas que consideran que el nuevo secretario carece de la experiencia necesaria para el cargo, mientras que otros han destacado, negativamente, su juventud, 41 años. Se olvidan dos cosas importantes: los mercados, por lo menos hasta ahora, no han reaccionado negativamente a la designación de Cordero, lo que estaría demostrando que no existen inquietudes respecto a su experiencia. Lo segundo es que ha habido hombres determinantes para la marcha de la política económica que llegaron a esos cargos más jóvenes que Cordero: estoy pensando, por ejemplo, en Carlos Salinas en Programación y Presupuesto y en todo el grupo de jóvenes economistas que lo acompañaron desde principios de los 80.

Las mayores críticas a la designación de Ernesto Cordero en la secretaría de Hacienda provienen de los priistas y perredistas que consideran que el nuevo secretario carece de la experiencia necesaria para el cargo, mientras que otros han destacado, negativamente, su juventud, 41 años. Se olvidan dos cosas importantes: los mercados, por lo menos hasta ahora, no han reaccionado negativamente a la designación de Cordero, lo que estaría demostrando que no existen inquietudes respecto a su experiencia. Lo segundo es que ha habido hombres determinantes para la marcha de la política económica que llegaron a esos cargos más jóvenes que Cordero: estoy pensando, por ejemplo, en Carlos Salinas en Programación y Presupuesto y en todo el grupo de jóvenes economistas que lo acompañaron desde principios de los 80.

En realidad, ese es un punto central pero por otras razones. Hace exactamente 30 años el país, a mitad del sexenio de López Portillo, se encontraba ante una disyuntiva, el milagro petrolero comenzaba a mostrar los rostros de la corrupción, del despilfarro, de la mala administración y por lo tanto de la crisis. Había que definir qué camino tomar en la economía y se suscitó una confrontación que marcó al país y a toda una generación de funcionarios, ya que estaba íntimamente ligada a la sucesión presidencial. Por una parte estaban los jóvenes economistas que, encabezados por Salinas y Manuel Camacho, venían detrás de Miguel de la Madrid, entonces precandidato y secretario de programación y presupuesto y, por otro lado toda una corrientes ligada con el nacionalismo revolucionario y algunas corrientes de izquierda, entre quienes destacaban, por ejemplo, Armando Labra y Rolando Cordera (que reflejó muy bien aquel momento en el libro La disputa por la nación), que impulsaban para la presidencia al entonces secretario de Hacienda, David Ibarra.

La confrontación se dio en un muy publicitado, entonces, Congreso Nacional de Economistas que ganó la primera corriente, llevó a la candidatura presidencial a De la Madrid y colocó en el manejo de las finanzas públicas a toda una generación de nuevos economistas. Hubo una última batalla: la expropiación bancaria de López Portillo, decidida por la corriente que había perdido la sucesión y que intentó, con ello, acotar los márgenes del nuevo gobierno. Se trata de una lucha que ha continuado, bajo diferentes formas y los mismos personajes, hasta nuestros días, entre quienes impulsan una economía abierta con fuerte presencia de la iniciativa privada y quienes privilegian la participación del Estado en la economía.

Las generaciones se dice que duran 30 años. Y si eso es verdad, asistimos, el miércoles, al fin de una generación en el manejo de las finanzas públicas. Todos los secretarios de Hacienda (y de programación y presupuesto, durante los años en que la cartera estuvo dividida) desde el fin de López Portillo hasta ahora, pertenecieron, con las lógicas diferencias personales y de estilo, incluso de intereses, a una misma escuela, a una misma corriente y una misma generación, quizás con la excepción, parcial, de Jesús Silva Herzog. Desde Pedro Aspe hasta Ernesto Zedillo, desde Francisco Gil Díaz hasta Agustín Carstens, desde Miguel Mancera hasta Guillermo Ortiz, esa generación manejó las finanzas públicas del país durante 30 años.

Cordero no pertenece a esa generación ni por la edad ni por la formación. Es además, el primer panista que llega a esa posición y su sola designación es un parteaguas en esta historia. El punto no es saber si es joven o cuánta experiencia tiene acumulada. Lo que será interesante de ver con Cordero en Hacienda es si el PAN tiene una concepción económica realmente propia, diferente, así sea con matices o enfoques, a la que hemos visto en las tres últimas décadas. Allí es donde deberíamos poner el acento y desde esa perspectiva evaluar no sólo la llegada sino el papel que puede jugar Cordero en el futuro.

Y no deja de ser una paradoja que mientras eso sucede en el PRI se está jugando la carta de regresar, con su experiencia, a las corrientes que tuvieron la hegemonía en los tres últimos sexenios priistas (De la Madrid, Salinas, Zedillo) mientras que en el PRD quieren regresar al poder a los que perdieron la batalla hace 30 años. ¿Podrán ofrecer Calderón y Cordero algo nuevo en el ámbito económico?. Ya no tienen excusas, el equipo es suyo e incluso la política monetaria e inflacionaria estará coordinada desde Banxico con el gobierno. Hablarán, en un sentido o el otro, los resultados.

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