El PRI y su enemigo interior
Columna JFM

El PRI y su enemigo interior

El PRI cumplió 81 años y pese a la edad se acerca nuevamente al poder. Y allí reside su mayor desafío. El priismo tiene posibilidades serias de ganar las elecciones del 2012 porque sus adversarios se han equivocado demasiado: el PRD que logró desplazarlo al segundo lugar electoral en el 2006, ha terminado por debajo de su votación histórica gracias a la tragicomedia mexicana encarnada por Andrés Manuel López Obrador. El mismo hombre que le había quitado votos en el 2006 se los ha regresado mansamente. Y ahora que ha puesto como su principal enemigo al PRI le vuelve a hacer un enorme favor: si en 2006 muchos votos fueron para el PAN y Felipe Calderón como una forma de rechazo a López Obrador, ahora, en esta misma lógica terminarán yendo para el PRI.

El PRI cumplió 81 años y pese a la edad se acerca nuevamente al poder. Y allí reside su mayor desafío. El priismo tiene posibilidades serias de ganar las elecciones del 2012 porque sus adversarios se han equivocado demasiado: el PRD que logró desplazarlo al segundo lugar electoral en el 2006, ha terminado por debajo de su votación histórica gracias a la tragicomedia mexicana encarnada por Andrés Manuel López Obrador. El mismo hombre que le había quitado votos en el 2006 se los ha regresado mansamente. Y ahora que ha puesto como su principal enemigo al PRI le vuelve a hacer un enorme favor: si en 2006 muchos votos fueron para el PAN y Felipe Calderón como una forma de rechazo a López Obrador, ahora, en esta misma lógica terminarán yendo para el PRI.

El PAN ha intentado de todo y no parece tener rumbo. No lo tiene ahora con César Nava, pareció adquirirlo con Germán Martínez pero se desbarrancó con las elecciones y no lo tuvo antes con Manuel Espino. No es un problema de corrientes: ya lo hemos dicho antes, en ninguna de sus etapas, foxista o calderonista, el PAN ha sabido asumirse como un partido en el poder, con los compromisos y la lógica que ello conlleva. Le resulta mucho más fácil operar como un partido opositor y así lo ha asumido plenamente en este año electoral. Las alianzas con el PRD, repitiendo esquemas anteriores al año 2000, entran en esa lógica. Y paradójicamente también favorecen al PRI.

Porque esas alianzas podrán restarle algunos votos al priismo, pero no podrán operar entre su voto duro que necesariamente se galvanizará en torno a su partido. No hay nada mejor para consolidar la fuerza interior que un enemigo exterior. Si el mayor peligro para el PRI estriba en sus divisiones, ellas se minimizan cuando se sienten agredidos por la alianza de sus adversarios. Por eso las alianzas no han logrado generar rupturas en el priismo: la de Durango con José Rosas Aispuru podría ser una excepción y lo mismo podría ocurrir en Sinaloa si finalmente, aunque se ve cada día más difícil, llega el senador Mario López Valdés a esa posición, pero lo cierto es que hasta ahora lo que se percibe con mayor claridad es que esas divisiones, eso es notable en el caso de Sinaloa, se han dado más en el PAN que en el PRI.

Las rupturas no se han dado porque el PRI supo jugar con acierto con los tiempos: las alianzas obligaron al PRD y sobre todo al PAN (que es en realidad el único que tiene mucho que perder con ellas, porque para un PRD que anda en los 12 puntos todo es ganancia) a mostrar sus cartas. El priismo decidió entonces retrasar sus candidaturas para que sus opositores tuvieran definidas sus candidaturas. Al estar cerradas éstas, las posibilidades de saltar del PRI a sus rivales por haber perdido una candidatura se redujeron notablemente.

Si vemos lo sucedido en estos días, incluso en Oaxaca que era donde más se hubiera podido dar ese tipo de movimiento, no ha habido rupturas notables. Paradójicamente, donde se puede dar y donde mejor le puede ir al PAN es un estado donde no hizo alianza con el PRD y donde juega con sus propias fuerzas: es en Veracruz. La candidatura de Miguel Angel Yunes no sé si podrá ganar el estado pero pondrá en serias dificultades al PRI, incluyendo el traslado de fuerzas priistas al lado del ex director del ISSSTE. Se podrá argumentar que allí el panismo pudiera estar lastimado, como lo demostraría la renuncia de Gerardo Buganza. Pero el hecho es que las encuestas entre los propios panistas mostraban que Yunes tenía casi tres votos a uno sobre Buganza. Y es además un candidato infinitamente más competitivo que el senador. Las versiones de que Buganza podría ser el candidato del PRD, le terminarían de quitar base social tanto a Gerardo como al perredismo y colocaría claramente la contienda entre Javier Duarte, el candidato de Fidel Herrera, y Yunes.

Para el PRI el peligro sigue estando en otro lado: en la confrontación por la candidatura presidencial y en la tentación, como dijo Dulce María Sauri, de nadar de muertito, de no hacer olas de aquí a la elección presidencial. Recordemos que en 2004 el PRI estaba en una situación electoral similar a la actual y que al año siguiente Peña Nieto ganó el estado de México con más del 50 por ciento de los votos. En sólo un año, el conflicto interno, la decisión de no avanzar en el terreno legislativo, la ruptura Madrazo-Elba Esther y la propia candidatura de Madrazo lo dejaron en apenas 23 por ciento de los votos. Si repiten la historia se repetirán los resultados.

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