Más allá de la crisis y la estabilidad
Columna JFM

Más allá de la crisis y la estabilidad

La comunidad europea acaba de aprobar un plan de 750 mil millones de dólares para fortalecer el euro y evitar la caída de las economías más débiles de la región, comenzando por la griega, en virtual quiebra, en una historia muy similar a la que vivió México en 1995, con la diferencia de que aquel efecto Tequila ahora se hubiera visto amplificado tanto por la interrelación que tienen los países de la zona euro como por la su efecto en el resto de las economías emergentes.

La comunidad europea acaba de aprobar un plan de 750 mil millones de dólares para fortalecer el euro y evitar la caída de las economías más débiles de la región, comenzando por la griega, en virtual quiebra, en una historia muy similar a la que vivió México en 1995, con la diferencia de que aquel efecto Tequila ahora se hubiera visto amplificado tanto por la interrelación que tienen los países de la zona euro como por la su efecto en el resto de las economías emergentes.

El paquete de apoyos financieros permitió que las bolsas y el euro se revalorizaran luego de dos semanas de tropiezos, pero, mientras tanto, muchos especialistas se siguen preguntando, tanto respecto a lo sucedido en Europa, y antes en Estados Unidos, hasta qué punto, esta operación de salvataje no terminará incubando la próxima crisis financiera. Porque resulta evidente que sin una reforma profunda en el sistema financiero este tipo de crisis reaparecerá en forma endémica. La paradoja de lo sucedido en estos días en Europa es que la crisis griega, que arrastraba a España, Portugal y otros países, se daba al mismo tiempo que los números mostraban que por primera vez desde el inicio de la crisis global se estaba recuperando la economía productiva.

México en este sentido, y por encima de entusiasmos excesivos, ha hecho la tarea y ha logrado mantener, sin costos inmanejables, la estabilidad económica y evitado que la crisis se transformara en una catástrofe social como la de 1995. Lo que sigue faltando es una política económica que transforme esa estabilidad en un crecimiento significativo y estable. Y en ese sentido faltan reformas pero también una estrategia mucho más agresiva en distintos ámbitos. Ejemplos hay muchos: el plan de infraestructura anunciado desde el año antepasado sigue estando por debajo de los objetivos que se propuso. En el sector energético, donde podríamos tener los mayores índices de crecimiento y empujar una verdadera transformación, retrocedemos e incluso regresamos o profundizamos la inversión en viejas tecnologías, como la utilización de carbón cuando la mayoría de las naciones industrializadas están virando rápidamente hacia la energía nuclear, con sus nuevas posibilidades y tecnologías que la hacen más segura, más limpia y más eficiente.

La industria petrolera ha logrado frenar la caída de la producción pero está muy lejos de las verdaderas posibilidades del país y medidas como la construcción de la refinería en Hidalgo hacen pensar que quizás esos recursos podrían tener un mejor destino. En realidad, en el terreno energético el destino del país tendría que pasar por la verdadera integración energética con Estados Unidos y Canadá, un terreno en el que podríamos obtener enormes ventajas. Pero los intereses políticos de corto plazo lo impiden.

Como impiden que se aprueben los cambios a la ley federal del trabajo, pese a que la misma tiene 40 años de antigüedad y que la necesidad de empleo es una de  necesidades más acuciantes de la población. Pero vienen campañas electorales y el dinero de los sindicatos es importante para ellas, aunque cada día tengan menos afiliados y menor influencia y representatividad en la sociedad. Y es verdad que ha habido un fuerte crecimiento en estos cuatro primeros meses del año en la generación de empleos pero ¿alguien tiene dudas de que ello no alcanza?.

Por eso, y por muchas otras cosas, entre ellas el tener un clase política cuyo horizonte apenas pasa de su distrito electoral en turno, pese a la estabilidad económica, pese a que se tomaron medidas macroeconómicas acertadas, pese a la cercanía y el enorme comercio bilateral con Estados Unidos, no estamos en el mapa económico mundial. Llegan, es verdad inversiones, pero no generamos expectativas como país, por lo menos no como lo hacen Brasil, la India o China. Y entre ellos tendríamos que estar. Se argumentará que en muchos capítulos estamos mejor que Brasil, por ejemplo, y puede ser verdad, pero son las ventajas que arrastramos de tiempo atrás, no por los cambios y las innovaciones que pudiéramos haber realizado, porque en ese sentido no hemos hecho casi nada y Brasil sí lo ha hecho en forma constante en los últimos 15 años (los mismos que tenemos nosotros de parálisis). En política, decía don Jesús Reyes Heroles, “lo que parece, es”. No nos hemos percatado que en la economía también.

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