Una campaña sin rumbo
Columna JFM

Una campaña sin rumbo

La campaña electoral para los doce estados donde habrá elecciones de gobernador y otras autoridades locales en apenas tres semanas no ha pasado de las denuncias, de las advertencias de que terminarán en los tribunales, de las campañas negras entre los candidatos. Es poco, casi nada lo que tenemos de propuestas, de debates serios, y para colmo ahora se suman, a todo eso, las denuncias de violencia que en ocasiones suenan más a aquel famoso autoatentado, que a amenazas reales.

La campaña electoral para los doce estados donde habrá elecciones de gobernador y otras autoridades locales en apenas tres semanas no ha pasado de las denuncias, de las advertencias de que terminarán en los tribunales, de las campañas negras entre los candidatos. Es poco, casi nada lo que tenemos de propuestas, de debates serios, y para colmo ahora se suman, a todo eso, las denuncias de violencia que en ocasiones suenan más a aquel famoso autoatentado, que a amenazas reales.

La cereza del pastel la puso Andrés Manuel López Obrador pronosticando que el PRI se llevará el 4 de julio el carro completo por las alianzas que realizó el que se supone que todavía es su partido (aún no ha ido a ratificar su ficha de afiliación) con el PAN. Dice López que no lo consultaron y ahora pagarán el precio. En realidad el ex candidato presidencial (que sigue en campaña) lo que ha hecho es leer las encuestas y comenzar, desde ya, a cobrarle a sus viejos enemigos dentro del PRD, encabezados por Jesús Ortega, los muchos errores cometidos en todo este proceso, comenzando por la generalización de alianzas con el PAN. El PRI ganará en la enorme mayoría de los lugares donde se han hecho esos acuerdos y eso parece resultar inevitable. Y si es así será una debacle total para la dirigencia perredista (para la panista también, pero ese parece ser un costo que desde el gobierno ya han asumido) y López Obrador ya está trabajando para la sucesión en el partido, que perdió en el pasado con Alejandro Encinas.

Necesita recuperarlo para consolidar su candidatura que no está tan segura con el crecimiento de Marcelo Ebrard. La diferencia es que Marcelo crece más fuera del PRD que dentro, mientras que López mantiene una fuerte presencia entre las bases perredistas. Por eso mientras López Obrador anunciaba por adelantado la derrota, Ebrard estaba en Oaxaca apoyando a Gabino Cué y asegurando que ganarían. Porque en realidad es allí el único estado donde la alianza es competitiva, a pesar de que las encuestas la siguen mostrando abajo en expectativas de voto.

No dejó, por cierto, de ser extraño que se mofaran los aliancistas de la visita de Juanito para apoyar a Eviel Pérez (que no creo que necesite ese tipo de apoyos), sin recordar que Juanito es un monstruo que ellos crearon, en esa ocasión con toda la complicidad del propio López Obrador. Pero la memoria política es de corto alcance.

Mientras tanto, la magnitud del desastre del manejo perredista, y del DIA que encabeza Manuel Camacho, se confirmó en Quintana Roo. Como aquí, dijimos Greg Sánchez nunca tendría que haber sido el candidato del PRD, PT y Convergencia: la dirigencia del sol azteca y del DIA sabían desde enero que había una averiguación previa en su contra por delitos graves, relacionados con el narcotráfico. De todas formas lo hicieron candidato y al momento de escribir estas líneas no saben si irán con algún otro o simplemente, dejarán con carácter testimonial la candidatura de Greg con la posibilidad de perder también todas las demás posiciones locales. Sánchez, pese a lo dicho por sus impulsores, no tenía posibilidad alguna de ganar los comicios locales, pero Ortega decidió incluso reventar la posibilidad de una alianza con el PAN en ese estado para soportarlo. Hoy está a punto de quedarse absolutamente sin nada y con un candidato en la cárcel.

En Sinaloa, el peso de la alianza está en el PAN que sigue impulsando en un doble discurso a Mario López Valdez: por una parte, se apoya en la estructura que se llevó del priismo Malova (que es más bien poca) ante las fracturas que se han presentado en el PAN por esa candidatura. Por la otra, se ha entrado en una escalada verbal de supuestas amenazas que, en realidad, no parecen tener mucho sentido. Lo dicho: huele a aquel famoso autoatentado de un ex gobernador, por cierto amigo del candidato ahora panista, que suele recetar esa medicina: se lo propuso a Francisco Labastida en la campaña del año 2000; luego la practicó un oscuro candidato priista en Michocán al que le ganó Lázaro Cárdenas Batel, y ha resurgido en varios otros procesos electorales. Es el mismo ex gobernador tan cercano a Greg Sánchez que vía Jesús Ortega, le envió gente de su equipo de seguridad, el mismo que terminó embarcando al ahora ex candidato, con unos centros de espionaje que fueron descubiertos por el ejército meses atrás. Me parece una medicina demasiado amarga y que no da resultados. Algo parecido sucede en Hidalgo. Y por cierto, una funcionaria cercanísima a ese mismo ex gobernador dice que fue “levantada” en Oaxaca el fin de semana por no apoyar a Ulises Ruiz y a la campaña del PRI local. ¿No son demasiadas casualidades?

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