Un mensaje, en una botella, arrojado al mar
Columna JFM

Un mensaje, en una botella, arrojado al mar

No hubo ninguna nueva estrategia en la lucha contra el crimen organizado, como suscribieron algunos colegas, en el desplegado de la presidencia de la república publicado al inicio de esta semana. Podrá ser una buena o mala estrategia, pero no hubo novedad alguna y el objetivo no era presentarla sino, por el contrario, ratificar la línea propuesta desde el inicio de esta administración. Simplemente se plasmó en un texto algo que se ha dicho en innumerables oportunidades, como eso de que no se trata de una lucha contra el narcotráfico sino por recuperar la seguridad pública, lo que para algunos resultó una novedad.

No hubo ninguna nueva estrategia en la lucha contra el crimen organizado, como suscribieron algunos colegas, en el desplegado de la presidencia de la república publicado al inicio de esta semana. Podrá ser una buena o mala estrategia, pero no hubo novedad alguna y el objetivo no era presentarla sino, por el contrario, ratificar la línea propuesta desde el inicio de esta administración. Simplemente se plasmó en un texto algo que se ha dicho en innumerables oportunidades, como eso de que no se trata de una lucha contra el narcotráfico sino por recuperar la seguridad pública, lo que para algunos resultó una novedad.

Y ese mismo hecho demuestra dos cosas: primero que en los medios no estamos atentos a algo tan básico como el mensaje central del presidente respecto al tema más candente de su administración: la lucha contra el crimen organizado y todo lo que gira en torno a la seguridad. Para muchos es más importante llevar, con todas las imprecisiones del mundo, el número de víctimas y caídos que las razones por las cuales se dan las mismas. Pero todo esto demuestra también que el mensaje gubernamental sobre el tema es una zona de desastre: si a cuatro años de gobierno y de implementar una misma estrategia todavía queda margen para que, cuando se ratifica la misma, algunos la interpreten como algo nuevo, eso quiere decir que el mensaje no ha permeado ni siquiera entre los comunicadores.

No hay en todo esto una lógica. Muchas veces hemos dicho que en este proceso tan doloroso de la recuperación de espacios arrebatados por la delincuencia al Estado no hay una historia, no hay una crónica, un relato de lo que está sucediendo. Nadie se ocupa de hacerlo desde el ámbito gubernamental y ello deja un espacio enorme para que cualquiera de quienes estemos interesados o no en el tema construyamos nuestra propia historia sin tener que contraponerla con nada. Habrá mayores o menores aciertos, habrá buena o malas intenciones e interpretaciones, pero nadie puede quejarse (si no se hace el esfuerzo para difundir una versión oficial) de que se trata de un problema de percepciones.

Lo ocurrido con el desplegado presidencial, como ha sucedido en estos años en muchas ocasiones con anuncios similares, es una demostración de esas deficiencias. Si el presidente de la República considera que está en la necesidad de publicar en todos los medios nacionales un desplegado, firmado por él mismo, ratificando y poniendo en extenso su concepción de ese capítulo central de su administración, es, como se ha dejado entrever, que quiere comenzar un debate sobre el tema con sus críticos y mostrar sus razones al público, por lo menos al especializado (me imagino que al llamado círculo rojo porque el texto se divulgó sólo en Internet y periódicos y no en los medios electrónicos, mucho más masivos). Pero si esa era la intención lo peor que se puede hacer para imponer un tema de debate es lanzar un mensaje en una botella al mar, a ver quién la recoge y cuándo. ¿Dónde estuvieron los hombres y mujeres del equipo gubernamental dando la batalla por ese tema?¿quién lo propuso a debate con los comunicadores, quién buscó que el mismo se suscitara?¿cuántos entrevistas se ofrecieron o aceptaron para platicar sobre el mismo?. No tiene sentido lanzar un mensaje presidencial de esa forma y simplemente dejarlo morir.

Pero eso sucede cotidianamente y con muchos temas. El desplegado del presidente coincidió con un fin de semana (que ha continuado hasta hoy) de una violencia brutal. Soy de los que cree que esa violencia es cada vez más un desafío de los criminales al Estado y un capítulo más de la ferocidad de la lucha entre cárteles. Esa es mi opinión pero ¿dónde está la del gobierno y sus voceros?¿puede haber pongamos que unos dos centenares de muertos en unos pocos días, nadie sabe cuántos, incluyendo matanzas como la de Chihuahua, la de Tampico, la de Ciudad Juárez y la de Nayarit, una emboscada contra policías federales en Zitácuaro, y muchos hechos más sin que nadie salga a ofrecer una explicación, sin tratar de explicar qué sucede?¿de qué sirve que haya una condena a esos hechos o un pésame a las familias de las víctimas sin dar la lucha ante la opinión pública?

Para colmo, la coincidencia de la vorágine de violencia de los últimos con la publicación del desplegado presidencial conformaban una ocasión más que idónea para dar esa batalla en el terreno de la información y las ideas. Se renunció a ella. Se prefiere que la historia de este proceso sólo la cuente el número de muertos que se sigue acumulando.

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