Seis años después, la historia se repite
Columna JFM

Seis años después, la historia se repite

Para estas mismas fechas hace seis años habían estallado ya los famosos videos de Carlos Ahumada exhibiendo a René Bejarano y otros miembros del equipo cercano a Andrés Manuel López Obrador recibiendo dinero del empresario. También habíamos visto a Gustavo Ponce Meléndez, secretario de finanzas del DF, jugando ciento de miles de pesos en la sala VIP del Bellagio en Las Vegas. Y había comenzado ya el proceso que terminaría con el desafuero del propio López Obrador por desacato al poder judicial.

Para estas mismas fechas hace seis años habían estallado ya los famosos videos de Carlos Ahumada exhibiendo a René Bejarano y otros miembros del equipo cercano a Andrés Manuel López Obrador recibiendo dinero del empresario. También habíamos visto a Gustavo Ponce Meléndez, secretario de finanzas del DF, jugando ciento de miles de pesos en la sala VIP del Bellagio en Las Vegas. Y había comenzado ya el proceso que terminaría con el desafuero del propio López Obrador por desacato al poder judicial.

Pareciera que ahora se quiere repetir la fórmula y la estrategia aunque con actores diferentes. El objetivo es el PRI y particularmente Enrique Peña Nieto, y si hace seis años el acompañante del PAN en toda aquella historia fue el PRI, ahora es el PRD el que trabaja junto con el blanquiazul y, en forma casi obvia, entonces y ahora, el gobierno federal. Dicen que la historia se repite pero primero como tragedia y luego como comedia. Lo que estamos viviendo tiene poco o nada de cómico, pero no deja de ser una mala caricatura de lo vivido hace seis años, cuyos costos se prolongan hasta hoy. En lugar de los videos y las ligas de Bejarano, Imaz y cía, ahora tenemos la soberbia telefónica de Fidel Herrera, y las amenazas a otros gobernadores. Si hace seis años teníamos a un jefe de gobierno capitalino que había decidido mandar al diablo las instituciones y desacataba los fallos de la Suprema Corte, ahora tenemos a gobernadores calificados de señores feudales o virreyes: en ambos casos lo que hay son enemigos identificados, en el pasado López Obrador, en la actualidad el PRI y sus gobernadores. Ya el propio Marcelo Ebrard habla de una alianza PAN-PRD en el estado de México, y todas las apuestas políticas están hechas en torno al 4 de julio próximo.

Pero creo que se están equivocando en esa estrategia. Una cosa es ver a los hombres cercanos al entonces jefe de gobierno embolsándose millones de pesos en efectivo y otra una ola de denuncias basadas en grabaciones telefónicas, algunas contundentes, como la de Fidel Herrera, y otras bastante vacuas como las de Ulises Ruiz, mientras se amenaza con más grabaciones a prácticamente todos los gobernadores priistas: con una diferencia, los videos eran un brutal instrumento político y legal, las grabaciones podrán ser auténticas pero no pueden presentarse como prueba ante un juez. Es diferente impulsar un proceso de desafuero porque se desacató una orden de la Suprema Corte que presentar una denuncia ante el Trife.

Pero hay otra diferencia sustancial. Para buena parte de los principales grupos de poder, López Obrador era una amenaza, un hombre que no se sabía hacia dónde quería llevar el país y que estaba mostrando desde ese momento su peor cara de intolerancia, en un proceso que lo llevó a ir alejándose cada vez más de la gente hasta que perdió la elección, y sigue perdiendo peso e influencia hasta el día de hoy. La estrategia que ha planteado el panismo (y el gobierno, es un hecho) más que contra un personaje va contra un partido que tiene la mayoría del congreso, casi dos tercera parte de los gobernadores y que tiene un par de prospectos para el 2012, Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, en ese orden y con una amplia ventaja del primero, a los que esos mismos grupos de poder (que tanto temían de López Obrador) ven con muy buenos ojos para el 2012. A muchos no podrá gustarles el regreso del PRI pero, con o sin razón, verdad o mentira, muchos lo ven como una posibilidad de gozar de mayor gobernabilidad y control, exactamente lo contrario de lo que se percibía hace seis años con López Obrador. La diferencia es sustancial y se comprobará el 4 de julio.

Algunos aseguran que las denuncias están acortando las distancias electorales. Quién sabe. Habrá que ver qué sucede en Veracruz, pero las elecciones en los demás estados parecen mantener el rumbo que ya tenían desde tiempo atrás, con Oaxaca como la más disputada. Pero nadie parece estar pensando en el 5 de julio y los siguientes dos años: la confrontación del foxismo con López Obrador no afectaba la gobernabilidad global, salvo en el DF; la del gobierno federal y el PAN contra el PRI sí. Lo decíamos cuando se decidió lanzar la ola de alianzas PAN-PRD y habrá que repetirlo ahora: ¿realmente existe ya la convicción de que no habrá nada que sacar en el congreso y en la relación del gobierno federal con los gobernadores en los próximos dos años?¿realmente se están evaluando los costos y beneficios de la actual estrategia más allá del domingo 4?¿qué tanto se tendrá que cambiar a partir del 5 de julio para mantener, por lo menos, una relación fluida entre los distintos grupos de un poder tan fraccionado, tan desequilibrado como el actual?

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