La estrategia de picar el ombligo
Columna JFM

La estrategia de picar el ombligo

Una máxima en la política tendría que ser no picarle inútilmente el ombligo a los adversarios. Cuando, en la política y en la vida, se ataca a alguien con virulencia se debe tener la certidumbre de la victoria, si solo se ataca y el adversario no sale afectado, el que terminará derrotado es el atacante. En El arte de la guerra Sun Tzu dice que “un ejército victorioso gana primero y entabla batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. El tema de las grabaciones telefónicas con todo lo que han desencadenado posteriormente, parece un intento de luchar primero para tratar de obtener una victoria posterior. Y según Sun Tzu esa maniobra está destinada a la derrota.

Una máxima en la política tendría que ser no picarle inútilmente el ombligo a los adversarios. Cuando, en la política y en la vida, se ataca a alguien con virulencia se debe tener la certidumbre de la victoria, si solo se ataca y el adversario no sale afectado, el que terminará derrotado es el atacante. En El arte de la guerra Sun Tzu dice que “un ejército victorioso gana primero y entabla batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. El tema de las grabaciones telefónicas con todo lo que han desencadenado posteriormente, parece un intento de luchar primero para tratar de obtener una victoria posterior. Y según Sun Tzu esa maniobra está destinada a la derrota.

Veamos lo que pasó en los últimos días: todo comenzó con las grabaciones de Fidel Herrera. Fue un golpe durísimo para el mandatario veracruzano y para la campaña de Javier Duarte, que podría enviar esa elección al Trife, independientemente de los resultados del 4 de julio. Pero alguien no se conformó con eso: entonces comenzaron a aparecer como por arte de magia grabaciones de todo el mundo, sobre todo gobernadores priistas, distribuidas con generosidad: algunas con verdadera sustancia, otras con chismes (un saludo a Carlos Marín y mis queridos amigos de Milenio, infamados injustamente), unas terceras simplemente hechizas. El impulsor público de esta estrategia, César Nava, comete dos errores: primero, acepta haber divulgado las grabaciones, aunque luego trata de matizarlo; segundo, en lugar de personalizar el hecho, de concentrarlo en una persona o un estado, trata de generalizarlo y todos los gobernadores del PRI pasan a ser sus enemigos y “virreyes” en sus entidades. Comienza la respuesta y la lluvia de demandas de procesos penales o un juicio político contra sus adversarios. Pero el PRI esgrime una carta que puede utilizar: si la Suprema Corte no involucró directamente al secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, en el caso del incendio en la guardería ABC, en un fallo que no gustó en la sociedad, los diputados priistas consideran que entonces ellos pueden avanzar con un juicio político contra el funcionario. Traducido al español: si tú me acusas de corrupto, yo te acusaré de provocar la muerte de 49 niños. No importa si es justo o no, lo importante es que se puede plantear para buscar una respuesta política que a la larga avalará el PRD, porque ya antes había pedido esa misma medida contra el mismo funcionario.

Así planteada la batalla y sin mayor parque mediático luego de que su partido generalizó el ataque en lugar de focalizarlo en el punto más débil de su adversario (Veracruz), el presidente Calderón tuvo que ir al puerto a inaugurar la regata del Bicentenario. Ahí lo recibió el gobernador Fidel Herrera: el presidente y el gobernador se tomaron la foto juntos. Alguien invitó al gobernador del Banco de México, Agustín Carstens sin mayor explicación (¿quizás como enlace entre un buen sector del priismo y el gobierno del que Agustín formó parte?) y al llegar al buque Papaloapan, el presidente Calderón se encuentró, además, con la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, que fue invitada, a su vez por el propio secretario de la Marina, el almirante Francisco Saynes. Y nuevamente el presidente y la líder del PRI aparecen juntos en la foto. Y todos terminan avalando lo dicho por Herrera de que no es hora para grabaciones ni juicios políticos sino de una conmemoración republicana. Es más, el gobernador aclara que el culpable del espionaje que sufrió no es ni el presidente ni el secretario de Gobernación, sino el panista César Nava y lo avalan los demás priistas. Y con eso descontamina el tema.

En otras palabras, los priistas, con más colmillo, hicieron lo contrario que los panistas: personalizaron el enfrentamiento, quitaron del medio al presidente y el secretario de Gobernación, y concentraron todos sus obuses en el líder del PAN, al que siguiendo los criterios del caso Carpinteyro pueden terminar enjuiciando, mientras mantienen bajo la manga la carta del juicio político a Molinar, misma que jugarán de acuerdo a lo que hagan sus adversarios.

Habrá que esperar los resultados electorales, por lo pronto no creo que las grabaciones hayan cambiado en la mayoría de los casos la dinámica de los comicios estatales. Pero el ambiente político ha quedado convulsionado y a partir del 5 de julio las cosas serán mucho más difíciles. Es evidente que la estrategia panista puede haber alterado los ánimos, puesto en el debate muchos temas, pero hasta ahora ha sido neutralizada por los priistas. Dice Maquiavelo que “las armas se deben reservar para el último momento, donde y cuando los otros medios no basten”. Pero ni Sun Tzu ni Maquiavelo son best sellers.

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