¿Acuerdos?, después del 4 de julio
Columna JFM

¿Acuerdos?, después del 4 de julio

El presidente Calderón llamó, después del asesinato de Rodolfo Torre Cantú, a una suerte de acuerdo nacional para analizar la estrategia de seguridad, y comenzó a reunirse con los líderes de algunos partidos políticos, en un diálogo que, en lo personal, no había abonado desde muchos meses atrás, ahora es más difícil retomarlo. El PAN, obviamente, se dijo dispuesto a ese diálogo, aunque no dejó de llamar la atención que la aceptación corrió por cuenta del senador Gustavo Madero más que por César Nava, cuyo destino está inexorablemente ligado a la elección del domingo. El PRD, en todas sus vertientes, desde la dirigencia de Jesús Ortega hasta el DIA de Manuel Camacho, desde el jefe de gobierno Marcelo Ebrard hasta el propio López Obrador, también lo aceptaron, no podían hacer otra cosa luego de las alianzas que han tejido con el PAN.

El presidente Calderón llamó, después del asesinato de Rodolfo Torre Cantú, a una suerte de acuerdo nacional para analizar la estrategia de seguridad, y comenzó a reunirse con los líderes de algunos partidos políticos, en un diálogo que, en lo personal, no había abonado desde muchos meses atrás, ahora es más difícil retomarlo. El PAN, obviamente, se dijo dispuesto a ese diálogo, aunque no dejó de llamar la atención que la aceptación corrió por cuenta del senador Gustavo Madero más que por César Nava, cuyo destino está inexorablemente ligado a la elección del domingo. El PRD, en todas sus vertientes, desde la dirigencia de Jesús Ortega hasta el DIA de Manuel Camacho, desde el jefe de gobierno Marcelo Ebrard hasta el propio López Obrador, también lo aceptaron, no podían hacer otra cosa luego de las alianzas que han tejido con el PAN. Pero el PRI, en voz de su dirigenta, Beatriz Paredes, lo condicionó y pidió que cesen las agresiones contra el priismo. Dejó, en pleno luto tamaulipeco, el tema abierto y trató de hacer con ello una demostración de fuerzas. Un día antes, Manlio Fabio Beltrones, había dicho que había que repensar el país y buscar acuerdos…a partir del 5 de julio.

El PRI irá a ese diálogo, no puede no ir, pero no lo hará antes del 5 de julio, hasta tener en sus manos los resultados electorales. Desde el poder se está cosechando con el priismo y los otros partidos, lo que se sembró desde enero pasado: el PRD ha aceptado los acuerdos porque las alianzas con el PAN le dieron algo de vida en un año electoral en el que no podía esperar, solo, absolutamente nada. Con una diferencia importante: si las alianzas fracasan el costo lo pagará Jesús Ortega, y ello determinará en buena medida el curso de la elección de candidato para el 2012.

El PRI mientras tanto se ha sentido agredido de muchas formas: primero por esas alianzas, y no sólo porque se realizaran sino también porque, guste o no, había un acuerdo con el gobierno federal de que no se iban a efectuar: se las percibió como una doble traición, y si bien el discurso se ha centrado en César Nava, los priistas en su fuero interno apuntan a los máximos niveles del gobierno. Luego por el tono de la campaña electoral, basada en una estrategia antiPRI, aumentada y corregida respecto a la del año pasado, y amplificada por la alianza PAN-PRD. Finalmente por todo el tema de las escuchas telefónicas que, como aquí dijimos, al generalizarse y terminar presentándolas de forma muy burda, tuvieron un efecto contrario al esperado: mientras el PRI terminó imponiendo el tema del espionaje telefónico, lo que se escuchaba en las grabaciones, en algunas de ellas verdaderos delitos electorales, se fue diluyendo y quedando en el anecdotario político. Hoy, ante la muerte de Torre Cantú, el PRI, que acepta su papel de víctima, está cobrando todas esas afrentas.

Con una diferencia que no es menor. Salvo que ocurra algo muy extraño, el PRI ganará prácticamente todas las elecciones del próximo domingo. Incluso, en el más puro pragmatismo político, algunos de sus principales operadores reconocen que el asesinato del candidato de Tamaulipas les dará en la mayoría de los comicios por lo menos un par de puntos más, necesario para consolidar algunos estados que estaban muy disputados. Recuerdan, en este sentido, el efecto electoral que tuvo en 1994 el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

Si exceptuamos Oaxaca, donde esa disputa parece estar vigente (aunque parece tener ventaja operativa el PRI, lo que definirá el resultado será la capacidad del tricolor de mantenerse unido ya que el ex gobernador José Murat está jugando en contra de Eviel Pérez Magaña) en los demás estados las cosas parecen estar mucho más definidas, incluyendo Puebla y Sinaloa que se quisieron ver como estados con resultados mucho más cerrados. Pudiera el PRI perder Tlaxcala, con la nueva alianza de facto PAN-PRD, pero fuera de ello, lo demás no parece que le genere mayores contratiempos al tricolor. Con un punto adicional: para cohesionar una fuerza no hay nada mejor que un enemigo exterior. Y el asesinato de Torre Cantú lo proporcionó.

Por eso el PRI esperará al 5 de julio. Irá, no puede no hacerlo, al encuentro con el presidente y las otras fuerzas políticas, pero es radicalmente diferente hacerlo con victorias o derrotas en los puños. Si los resultados son los previsibles, el 5 de julio el PRI negociará con el ejecutivo desde una indudable posición de fuerza. Así se deben entender los mensajes de Paredes, Manlio Fabio Beltrones y sus otros dirigentes. Podrá no gustar, pero es política pura.

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