El fracaso de Castañeda
Columna JFM

El fracaso de Castañeda

Resulta desconcertante escuchar de un hombre inteligente como Jorge Castañeda la afirmación de que ante la ola de violencia que se vive en el país, él prefiere que la lucha contra el crimen organizado fracase. Jorge lo dijo el lunes pasado, paradójicamente casi a la misma hora en que estaba siendo detenido Edagar Valdez Villareal, la Barbie, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, sin utilizar eufemismo alguno: “¿qué es lo que hay que combatir?¿al narco o la masacre de los 72 migrantes y realmente es lo mismo?¿el gobierno nos puede demostrar que la masacre de los 72 migrantes es efecto de la causa de estar apretando a los cárteles y si fuera cierto qué preferimos, el éxito o el fracaso?…así como están las cosas yo prefiero el fracaso. Si el costo del éxito es una masacre, pues nos quedamos con el fracaso Ciro”.

Resulta desconcertante escuchar de un hombre inteligente como Jorge Castañeda la afirmación de que ante la ola de violencia que se vive en el país, él prefiere que la lucha contra el crimen organizado fracase. Jorge lo dijo el lunes pasado, paradójicamente casi a la misma hora en que estaba siendo detenido Edagar Valdez Villareal, la Barbie, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, sin utilizar eufemismo alguno: “¿qué es lo que hay que combatir?¿al narco o la masacre de los 72 migrantes y realmente es lo mismo?¿el gobierno nos puede demostrar que la masacre de los 72 migrantes es efecto de la causa de estar apretando a los cárteles y si fuera cierto qué preferimos, el éxito o el fracaso?…así como están las cosas yo prefiero el fracaso. Si el costo del éxito es una masacre, pues nos quedamos con el fracaso Ciro”.

O sea que para Jorge Castañeda para evitar la violencia es preferible fracasar en la lucha contra la delincuencia organizada. Pero ¿qué quiere decir fracasar en esa lucha?. Quiere decir no tener control territorial del Estado sobre bastas zonas del país; dejar a la gente a su merced; quiere decir abandonar los cuerpos de seguridad en manos del narcotráfico y de la mano con ellos los gobiernos locales, subiendo en la pirámide del poder hasta llegar a los niveles más altos; quiere decir dejar que la economía nacional se termine de distorsionar completamente con el dinero producto de esas actividades.

La violencia del narcotráfico contra otros grupos del crimen, contra el Estado y la sociedad, no nació con el gobierno de Calderón. Viene de lejos, pero el hecho es que en los últimos años de la administración Fox esa lucha no se abandonó pero se hizo lo que propone Castañeda ahora: dejarla en manos de grupos y funcionarios especializados, no volcar en ella la fuerza del Estado, dejar que todo se concentraran en la detención de algunos capos y, en otras palabras, mirar hacia otro lado.

El problema es que ello agudizó el control territorial del narcotráfico sobre amplias regiones del país. No es una ocurrencia, en el libro El otro poder (Aguilar Nuevo Siglo, noviembre del 2001) esa es la tesis que planteamos: que el narcotráfico se estaba adueñando de territorios mientras el gobierno de Vicente Fox ignoraba esa amenaza y veía sólo capos. La violencia por el control de territorios está basada en una transformación del negocio que venía dándose desde 1994 aproximadamente, y es el del peso creciente del llamado narcomenudeo, de la venta de drogas en el mercado interno. Se equivoca Jorge, como lo argumentaba aquella tarde con Ciro, si cree que la disputa es por una ruta: es por el control de un territorio cada día más pequeño entre una multitud de actores que participan en ese negocio. Por si hiciera falta demostrarlo lo acaba de declarar el propio Valdez Villareal al dar su versión de porqué comenzaron los enfrentamientos entre los grandes cárteles. Y que no diga Castañeda, que el consumo no ha crecido: todas las encuestas serias lo demuestran y en los hechos tenemos, por lo menos, seis millones de consumidores de distintas drogas. Y esos son los que lo reconocen: el consumo, incluyendo el ocasional, es mucho mayor. Fracasar en la lucha contra el crimen organizado implicaría, también, abandonar a esos millones de consumidores, habituales u ocasionales, en manos de las bandas del crimen organizado.

¿Se acabaría la violencia con el fracaso de la lucha contra el crimen organizado?¿las distintas bandas si ya no son perseguidas por las autoridades simplemente dejarían de pelear entre ellas?. Por supuesto que no. De los miles de muertos que existen en esta lucha, la enorme mayoría provienen de los enfrentamientos entre los distintos cárteles y devienen de la disputa por los territorios. Las víctimas son casi siempre pandilleros, vendedores locales, policías locales que quedaron atrapados en la trama de corrupción entre uno u otro grupo. O migrantes que debían ser reclutados para ello. Y la división de esas organizaciones les hace disputar aún con mayor fiereza ese territorio, que ya no es un estado, sino una colonia o en ocasiones una escuela o una esquina.

Es esa extensión del negocio la que propicia el crecimiento de los tres delitos que más castigan a la ciudadanía junto con las devastadoras consecuencias del consumo de drogas: el robo, la extorsión y el secuestro. ¿Alguien puede creer que si el Estado abandona la lucha contra la delincuencia o si fracasa en ella como espera Castañeda, se acabarán los robos, los secuestros, las extorsiones?. Castañeda es un hombre influyente y que es escuchado dentro y fuera de México. Resulta lamentable que desee el fracaso de la lucha contra el crimen sólo para lucir políticamente correcto ante ciertos auditorios.

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