Una alianza que se aleja
Columna JFM

Una alianza que se aleja

Si bien Marcelo Ebrard dijo que había hasta 17 posibles aspirantes a encabezar una hipotética alianza entre el PAN y el PRD para el estado de México, lo cierto es que, hoy, no aparece ni uno (o una) con posibilidades reales de ser candidato común por esos partidos. Es verdad que falta tiempo y que, además, los presuntos aliados están esperando aún que haya alguna deserción importante en el PRI para cooptar ese candidato que les falta. Pero nada hace suponer que, salvo algún error muy grave de conducción del proceso por el propio Enrique Peña Nieto, los principales aspirantes del priismo mexiquense vayan a decidir abandonar ese barco. Una cosa es Sinaloa y otra el estado de México. Una cosa es enfrentarse a un gobernador que concluye su periodo y otra a un posible futuro presidente de la república. Aunque no haya candidatura a gobernador, los cuatro o cinco aspirantes reales del tricolor saben que si todo sale bien podrán, si mantienen la disciplina, tener algún premio político importante a futuro.

Si bien Marcelo Ebrard dijo que había hasta 17 posibles aspirantes a encabezar una hipotética alianza entre el PAN y el PRD para el estado de México, lo cierto es que, hoy, no aparece ni uno (o una) con posibilidades reales de ser candidato común por esos partidos. Es verdad que falta tiempo y que, además, los presuntos aliados están esperando aún que haya alguna deserción importante en el PRI para cooptar ese candidato que les falta. Pero nada hace suponer que, salvo algún error muy grave de conducción del proceso por el propio Enrique Peña Nieto, los principales aspirantes del priismo mexiquense vayan a decidir abandonar ese barco. Una cosa es Sinaloa y otra el estado de México. Una cosa es enfrentarse a un gobernador que concluye su periodo y otra a un posible futuro presidente de la república. Aunque no haya candidatura a gobernador, los cuatro o cinco aspirantes reales del tricolor saben que si todo sale bien podrán, si mantienen la disciplina, tener algún premio político importante a futuro.

Pero, además, se percibe otro cambio decisivo. No veo al presidente Calderón demasiado entusiasmado con las alianzas. A pesar de su reticencia inicial sí tuvo simpatía sobre todo por las de Oaxaca y Puebla (no tanto por la de Sinaloa, donde el gobernador electo Mario López Valdez se apresta a construir un gabinete con muy fuerte presencia priista) pero para este 2011 como que el presidente está viendo otro panorama. A nuestro amigo Pablo Hiriart le dijo en entrevista que esas alianzas le incomodaban en ocasiones y posiblemente a la hora de construir una agenda para el final del sexenio eso sea más evidente que nunca, sobre todo al mismo tiempo que el PRD parece encaminado a una casi inevitable fragmentación e incluso el sector que aparece como aliado electoral del PAN no refleja esa alianza en el terreno político y legislativo.

La mejor demostración de ello fue la reunión de la Junta de Coordinación Política del senado con el presidente Calderón. Allí no participó Carlos Navarrete, el coordinador de los senadores perredistas por razones absurdas y en los hechos se aisló de un proceso en el que Navarrete siempre quiso participar. Y quedó en claro que la negociación para los que resta del sexenio pasará, por lo menos esa es la intención, por el PAN y el PRI, y por una razón bastante sencilla: son los dos que tienen que apostar a la gobernabilidad en el próximo sexenio porque salvo que ocurra alguna cosa muy extraña, independientemente del orden en que queden en el 2012, uno tendrá la presidencia y el otro liderará la oposición. Si el PRD continúa dividido y sin definir su verdadero rostro político poco tiene que hacer en esa disputa.

Esa nueva sintonía del gobierno con el PRI parece darse también en los encuentros privados que ha tenido el presidente con algunos gobernadores y dirigentes del tricolor e incluso con el perfil, como comentábamos ayer, de quienes serán los principales aspirantes a encabezar al PAN desde diciembre próximo. Ni Roberto Gil ni Francisco Ramírez Acuña, parecen estar demasiado entusiasmados con seguir la línea de alianzas que marcó César Nava, sobre todo cuando de cara al 2012 lo que le urge al PAN es construir sus candidaturas y una estructura partidaria que sigue siendo débil.

Y el caso Godoy parece ser un eslabón clave para terminar de definir el alejamiento del PAN y el gobierno con el PRD, al tiempo que se da un acercamiento legislativo con el PRI. Todo el episodio del diputado Julio César Godoy es desastroso para el perredismo que lo apoyó, le metió en forma secreta a la cámara, lo tuvo durmiendo dos días en las oficinas de Alejandro Encinas y acusó al gobierno de realizar una persecución política en su contra para encontrarse con que el diputado en realidad es el compadre de la Tuta y resulta indefendible. En la suma de mentiras de Godoy hay que acumular la última: la afirmación de que él había renunciado voluntariamente al PRD, al mismo tiempo que los dirigentes del partido decían que le habían exigido la renuncia para que afrontara las acusaciones en su contra. Godoy será desaforado y juzgado, eso se reflejará en la imagen del PRD y tendrá muchas repercusiones, incluyendo, por supuesto, las próximas elecciones en Michoacán, donde ni remotamente se puede esperar una alianza PAN-PRD.

Mientras tanto, en el priismo se afianza la posibilidad de que el gobernador Humberto Moreira se quede con la presidencia del partido, con el visto bueno de Enrique Peña, de Manlio Fabio Beltrones y de otros de factores de poder del tricolor. Por cierto, el presidente Calderón se acaba de reunir con Moreira para que ambos pudieran reconstruir una relación que había quedado dañada.

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