2011: un año mejor
Columna JFM

2011: un año mejor

La inseguridad sigue siendo un elemento difícil de disociar de nuestra realidad cotidiana pero ella no sólo está marcada por la misma. En estos brindis de fin de año, me ha llamado la atención que varios empresarios muy importantes hayan manifestado su confianza, refrendada en decisiones de inversión, de que el 2011, a pesar de todos sus pesares, será un buen año para los negocios y la economía. No deja de ser importante porque en muy buena medida de ellos dependerá la generación de empleos, el crecimiento y la mejora de la calidad de vida de buena parte de la población.

La inseguridad sigue siendo un elemento difícil de disociar de nuestra realidad cotidiana pero ella no sólo está marcada por la misma. En estos brindis de fin de año, me ha llamado la atención que varios empresarios muy importantes hayan manifestado su confianza, refrendada en decisiones de inversión, de que el 2011, a pesar de todos sus pesares, será un buen año para los negocios y la economía. No deja de ser importante porque en muy buena medida de ellos dependerá la generación de empleos, el crecimiento y la mejora de la calidad de vida de buena parte de la población.

Creo que el 2011 en este sentido será un  buen año: la estabilidad macroeconómica puede servir como cimiento para recuperar los índices de crecimiento derribados por la crisis, pero la propia crisis demostró, lo hizo con muchos empresarios y trabajadores, que pese a los costos enormes que implicó, México pudo mantenerse ajeno a conflictos como los que sacuden a países como Grecia o Irlanda, o incluso los que amenazan a Portugal, España e Italia.

Y esa perspectiva para el año próximo trasciende a las autoridades, locales o federales. Se puede estar o no de acuerdo con ellas, se puede confiar o no en el sistema político o en el de partidos, se puede saber que no habrá demasiada estabilidad política porque el 2011 será un año de elecciones locales y de preparación para las federales del año siguiente, pero existen bases para pensar que puede ser, aunque no haya, que no las habrá, reformas estructurales importantes (ni siquiera menores), que las cosas pueden mejorar.

En ese sentido, debemos regresar al tema de la seguridad. A diferencia de una amplia mayoría, creo que hacia mediados del año próximo disminuirán los índices de violencia en el país. Los golpes que han recibido los cárteles a lo largo del año (a partir de la caída de Arturo Beltrán Leyva ocurrida hace exactamente doce meses), el terrible desgaste a la que los somete la guerra intestina, incluso la salida de algunas reformas tan rezagadas como la del mando único, la de la ley antisecuestros, o la de penas a menores, tendrán que ir acotando la violencia. El grado al que ha llegado la misma es cada día menos manejable, incluso para los propios grupos criminales, varios de ellos seriamente debilitados. Hoy estamos viendo que en algunos lugares del país, azotados hace relativamente poco por la violencia, como Tijuana y todo indica que también en Monterrey, las cosas comienzan a tomar un curso de cierta normalidad. La violencia se ha concentrado en Ciudad Juárez (mientras parece disminuir en el resto de Chihuahua), en Michoacán, particularmente en la Tierra Caliente, y en Tamaulipas, sobre todo en la franja fronteriza que sigue siendo un territorio muy marcado por la lucha de cárteles. Es preocupante que comiencen a encenderse focos rojos en Quintana Roo (en realidad encendidos desde tiempo atrás, pero todo mundo los ignoró) y existe un peligro real de ampliación de la violencia en estados como Zacatecas. Pero incluso así, en el contexto global, se puede pensar que existen condiciones como para tener en el segundo semestre del 2012, una disminución perceptible de la violencia. Ello es imprescindible para llagar a la elección presidencial en un marco de relativa paz.

Y en este sentido tampoco creo que el 2011 sea un año caótico en términos políticos. Las cartas están ya echadas: sucesos como las alianzas PAN-PRD que permitieron en el 2010 derrotas del PRI en Oaxaca, Sinaloa y Puebla, ya están descontadas (como se diría en el argot financiero) y los partidos, todos, saben qué límites tienen esas alianzas y cuándo y cómo se las puede, o no, contrarrestar. Si hace un año, la realización de una alianza PRD-PAN en el estado de México ocasionó una verdadera crisis con todo tipo de negociaciones, hoy ese tema ya es conflictivo sólo dentro del PRD, por el abierto enfrentamiento entre Marcelo Ebrard y López Obrador al respecto. Será difícil la elección de Guerrero, por la presencia de grupos armados y del narcotráfico, por la división de las fuerzas políticas, por esa inexplicable alianza de la izquierda con los grupos caciquiles del estado a través de Angel Heladio Aguirre, pero fuera de ese estado, y pese a lo estratégica que resulta la elección mexiquense, difícilmente nos amaneceremos con un panorama impredecible.

No se trata, insistimos, de confiar en gobiernos, congresos o clase política. Se trata de observar la situación y se verá, si se hace con objetividad, que el año que nace podrá ser mejor, en muchos terrenos, que los últimos dos. Y eso nos debe otorgar alguna leve esperanza navideña.

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Para nosotros también concluye el 2010, un año de enormes transformaciones personales, difícil como pocos. Hay que juntar fuerzas para el que viene que será por lo menos intenso. Nos encontramos en estas páginas el lunes 10 de enero. A todos y todas un abrazo, muchas felicidades y muchas gracias por acompañarnos.

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