Eruviel y el futuro de Peña
Columna JFM

Eruviel y el futuro de Peña

Al momento de escribir estas líneas aún no concluye la consulta del PAN y el PRD sobre su hipotética alianza en el estado de México, pero todos sus dirigentes saben ya, desde días atrás, pero sobre todo luego de que el sábado se confirmara la candidatura priista de Eruviel Avila, que el ejercicio no tenía sentido: cualquiera que sea el resultado, el PRD y el PAN irán con sus propios aspirantes a esa contienda, el primero seguramente con Alejandro Encinas y en el PAN tendrán que decidir entre Luis Felipe Bravo Mena y Ulises Ramírez, ya que José Luis Durán Reveles parece muy lejano del ánimo de la mayoría de los panistas mexiquenses.

Al momento de escribir estas líneas aún no concluye la consulta del PAN y el PRD sobre su hipotética alianza en el estado de México, pero todos sus dirigentes saben ya, desde días atrás, pero sobre todo luego de que el sábado se confirmara la candidatura priista de Eruviel Avila, que el ejercicio no tenía sentido: cualquiera que sea el resultado, el PRD y el PAN irán con sus propios aspirantes a esa contienda, el primero seguramente con Alejandro Encinas y en el PAN tendrán que decidir entre Luis Felipe Bravo Mena y Ulises Ramírez, ya que José Luis Durán Reveles parece muy lejano del ánimo de la mayoría de los panistas mexiquenses.

Todo el edificio de la alianza estaba construido sobre un solo andamiaje: que el candidato priista fuera Alfredo Del Mazo, que Eruviel abandonara ese partido y se decidiera a encabezar a la oposición. No era descabellado: el PRI ya se había equivocado demasiadas veces el año pasado a la hora de designar a sus candidatos, Enrique Peña Nieto no podía repetir ese error porque le hubiera podido costar no sólo la elección estatal sino su propia candidatura presidencial. Ahora han salido versiones de que fue Carlos Salinas de Gortari o Elba Esther Gordillo los que influyeron para que Del Mazo no fuera el candidato, y seguramente esos políticos, con peso en muchas decisiones nacionales, deben haber opinado sobre el tema, pero la decisión en realidad era sencilla: Peña Nieto debía apostar por el mejor candidato, y ese era sin duda Eruviel.

Alfredo del Mazo, un joven con mucho futuro en la política, es hijo y nieto de gobernadores, es la carta futura de toda una generación del centro del estado, pero su carrera política se limita a un paso fugaz por la secretaría de turismo del estado y a un año y medio de alcalde Huixquilucan, uno de los municipios de más alto nivel de vida del país, muy lejos de las necesidades y vivencias de los grandes cinturones urbanos de miseria y marginalidad. Avila viene literalmente de la cultura del esfuerzo, nació en Ciudad Azteca, hizo toda su carrera con base en la educación pública, fue dos veces presidente municipal de Ecatepec, donde ya le ganó al PRD y al propio lopezobradorismo, fue subsecretario de gobierno y es, sin duda y fuera de encuestas sospechosas, el que tiene el mayor índice de aceptación entre los priistas y en el estado.

Muchas veces dijimos aquí que tan importante como la designación del candidato era el mensaje que enviaría Peña a los priistas con la misma. Optar por Alfredo, en estas circunstancias, hubiera privilegiado la relación política de grupo y familiar por encima de la carrera partidaria e incluso de las posibilidades reales de ganar la elección. Peña Nieto no se equivocó y decidió optar por el candidato que tienen las mayores posibilidades de ganar, el que con su designación desarticuló la posibilidad de una alianza opositora y al que se premia por su carrera y trabajo político, propiciando nuevos acuerdos, mucho más amplios que los internos del propio PRI, escapando de la lógica de grupos.

Podrá gustar o no la candidatura de Eruviel, eso lo tendrán que decidir los electores el 3 de julio, pero lo cierto es que la misma se enmarca en la línea que llevó, vía Peña, a Humberto Moreira a la presidencia nacional del partido o a Roberto Sandoval a ser el candidato del PRI en Nayarit: son los que tienen trabajo con la gente, son los que ganan elecciones, los que no pertenecen a grupos tradicionales. Y en los tres casos los que permiten una alianza amplia con distintas fuerzas, tanto hacia grupos ubicados un poco a la izquierda del PRI, como con el magisterio de Elba Esther Gordillo, cuya alianza con Peña Nieto y con ese priismo es indudable. Una vez más puede gustar o no ese apoyo de Gordillo a estos dirigentes y candidatos, pero lo cierto es que ese caudal de votos será tan importante para el PRI en estas elecciones y en el 2012, como lo fue para que la oposición ganara, sobre todo en Puebla y Oaxaca. Y ese apoyo no lo hubiera recibido Del Mazo, por ejemplo.

Creo que Peña Nieto, en ocasiones subestimado por sus adversarios, está haciendo una apuesta importantísima para su futuro: está construyendo desde ahora, con esos y otros políticos, algunos de ellos candidatos o ya en el poder, otros dejándolo en estos días, su verdadera base de apoyo, su propio grupo político, más allá del priismo mexiquense. En las últimas décadas el único que realizó un ejercicio exitoso en ese sentido fue Carlos Salinas, también desde su precandidatura presidencial, derrotando, paradójicamente a Alfredo del Mazo González. Zedillo no lo hizo ni estuvo interesado en hacerlo, obviamente tampoco pudo Labastida, lo intentó Madrazo a costa de la división del PRI y de la peor derrota electoral de la historia del priismo. Y ahora lo retoma Peña Nieto apostando a políticos relativamente jóvenes, pero con carrera, sin grupo definido pero con arraigo y votos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *