Las campañas del lodo
Columna JFM

Las campañas del lodo

La competencia se podría llamar, ¿quién gobernó peor? Nuestros principales actores políticos, incluido el presidente Calderón, parecen haber decidido que las elecciones de 2012 no se definirán con base en propuestas, sino en establecer quién ha sido peor gobernante: o sea, que no hay que elegir al mejor, sino al menos malo. En efecto, a la hora de evaluar desempeños ninguno sale demasiado bien librado.

La competencia se podría llamar, ¿quién gobernó peor? Nuestros principales actores políticos, incluido el presidente Calderón, parecen haber decidido que las elecciones de 2012 no se definirán con base en propuestas, sino en establecer quién ha sido peor gobernante: o sea, que no hay que elegir al mejor, sino al menos malo. En efecto, a la hora de evaluar desempeños ninguno sale demasiado bien librado.

El Presidente dice que en la época del PRI se reprimía, se asesinaba, había fraudes; los priistas, afirman más o menos lo mismo de estos diez años del PAN y, sobre todo, que aumentó la pobreza; en el PRD se quieren colocar por encima de sus dos contendientes y Encinas dice que hará en el Estado de México lo que no hizo cuando gobernó el Distrito Federal. Sin duda, en cada gobierno, en cada administración, de cualquier partido, hay blancos y negros, etapas oscuras y algunos aciertos, y de todos ellos se debería aprender, pero no se construye el futuro de una nación con un discurso basado, casi exclusivamente, en destacar los yerros del adversario. Eso no alcanza.

Ayer decíamos que una de las mayores confusiones políticas que vivimos es que no se termina de comprender que 2012 no será 2006, que no alcanzará un discurso de confrontación si no va acompañado de un programa que establezca expectativas para el futuro. Y eso no lo estamos viendo. En realidad tiene razón Beltrones cuando dice que “sobran candidatos y falta rumbo”, cuando pregunta a su partido “¿para qué queremos recuperar el poder?” Esa pregunta no la han respondido aún ni el PRI ni su principal aspirante, Enrique Peña Nieto: en su equipo la decisión es administrar la ventaja, no mover nada, no asumir mayores compromisos, esperando que el triunfo en 2012 caiga como fruta madura.

Tampoco responden a esa pregunta sus adversarios: en el PAN están haciendo una precampaña como si fueran, al mismo tiempo, un partido de oposición que se defiende a sí mismo estando en el gobierno. Lo entiendo, pero no lo comprendo: me parece muy bien que Ernesto Cordero diga que está seguro que será el próximo Presidente de la República pero, ¿para qué?, ¿en qué continuará la línea de este gobierno, del que forma parte, y en qué modificará las cosas? Está muy bien que Alonso Lujambio se lance directamente contra el PRI (¿no le parece de mal gusto que su primera campaña se base en el eslogan “el tamaño sí importa”, para demostrar que es más alto, me imagino que de eso habla, que Peña Nieto?), pero él también debe decirnos en qué se diferenciará de la gestión panista en estos diez últimos años. Josefina Vázquez Mota trata de mantenerse en una línea propositiva, pero la dinámica de su partido va por otro rumbo y, para acabarla, el ex presidente Fox decide intervenir en la interna panista asegurando que hace seis años “no había línea” (lo que es falso, porque todo el andamiaje gubernamental estaba puesto para apoyar a Creel), pero que ahora sí la hay con Calderón mientras le pide que no meta mano en el proceso interno.

En el PRD nadie sabe muy bien por dónde van las cosas. Todo se reduce a que se tenga la certidumbre de que López Obrador pueda aceptar la posibilidad de que él no sea el candidato de ese partido. Nada ha cambiado: su discurso sigue siendo el mismo, sus enemigos y obsesiones, también, la única diferencia es que sigue sumando a “la mafia” a cada vez más personajes, incluidos muchos de su propio partido. El esfuerzo de Marcelo Ebrard por mostrar un rostro más incluyente es de destacar, pero la dinámica partidaria no parece que lo vaya a permitir: se impondrá el discurso “nosotros los pobres, ustedes los ricos” que enarbola Alejandro Encinas en el Estado de México. En esa lógica, ¿alguien cree que López Obrador resignará la posibilidad de volver a ser candidato presidencial, aunque ahora esté muy lejos en las encuestas?, ¿por qué razón, si no es así, el PT no ha ratificado los acuerdos de que apoyarán a un candidato único de izquierda?

¿Dónde ha quedado, después de todo esto, el futuro?, ¿para qué seguir ajustando cuentas con el pasado en forma constante y, además, hacerlo en forma maniquea, sin margen alguno para los grises? Es evidente que para panistas y perredistas el adversario a vencer es el PRI; queda claro que en el PRI no quieren arriesgar nada; y que la campaña, a casi diez meses de que comience formalmente, estará marcada por la propaganda negra. Y para colmo, en el IFE, como no tienen nada que hacer, han decidido reglamentar el derecho a réplica hasta en los textos de opinión: van a terminar convirtiendo esta campaña en la más desnaturalizada de sus 20 años de historia.

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