Peña de cara al futuro
Columna JFM

Peña de cara al futuro

“Amo la simplicidad de las cosas bellas y buenas” decía mi padre, Emilio, al que perdí, perdimos, hace en estos días cuatro años. Le fascinaba la política y la vivió y ejerció tanto como pudo, pero no quiso quedarse en ella, quizás porque la política, la cotidiana, basada en la búsqueda exclusiva del poder, tiene poco de simple, de bello o de bueno.

“Amo la simplicidad de las cosas bellas y buenas” decía mi padre, Emilio, al que perdí, perdimos, hace en estos días cuatro años. Le fascinaba la política y la vivió y ejerció tanto como pudo, pero no quiso quedarse en ella, quizás porque la política, la cotidiana, basada en la búsqueda exclusiva del poder, tiene poco de simple, de bello o de bueno.

Lo cierto es que la política partidaria gira en torno al poder, y de la misma forma que se puede hacer casi cualquier cosa para conseguirlo, mantenerlo o arrebatarlo, también terminamos dejando en manos de los políticos el destino de las sociedades y las naciones. Paradójicamente, en ocasiones pareciera que hay espacios en que nadie quiere asumir esa responsabilidad. Algo de eso está sucediendo en estas semanas.

Llevamos más de un mes desde las elecciones del primero de julio y las instituciones electorales todavía están evaluando el proceso (y tiene el Tribunal Electoral aún más de un mes para terminar de hacerlo); los partidos que participaron en la contienda siguen, por lo menos en el caso de movimiento progresista, aduciendo un fraude que no pueden probar y que obviamente tampoco explica los casi siete puntos de diferencia que los separa del ganador. En el PAN, el inmovilismo parece ser la norma mientras nadie, o prácticamente nadie, quiere asumir la derrota y su responsabilidad. Llevamos un mes de parálisis y emponzoñamiento del ambiente político. Y alguien tiene que romper esa dinámica. Y creo que tiene que ser el propio ganador de la elección, Enrique Peña Nieto quien debe hacerlo.

Es verdad que se debe esperar la calificación de los comicios, pero Peña Nieto no debe repetir lo que vivió hace seis años Felipe Calderón: siete puntos de ventaja no es medio punto, más de tres millones de votos de diferencia no son 300 mil. Ha pasado un mes de la elección y las tres semanas siguientes a los comicios se los dejaron a López Obrador haciendo todo tipo de denuncia y sin intentar contrarrestarlo. En eso la situación ha cambiado en los últimos días, pero la gente tiene que salir del debate post electoral, sobre todo cuando ese debate no existe como tal porque no tiene sustento. Y se necesita generar otro tipo de expectativas de cara al futuro. Y eso sólo puede hacerlo la administración entrante.

Debemos comenzar a debatir proyectos, iniciativas, propuestas, incluso los nombres de quienes podrían acompañar a Peña Nieto en su gestión; debemos debatir la propia estructura del gobierno. Es verdad que la transición entre la elección y el inicio del nuevo gobierno es absurdamente larga (ninguna democracia moderna emplea cinco meses en una transición entre administraciones, mucho menos, un par de meses para calificar la elección) y que muchas cosas que se pueden planear para el nuevo gobierno pueden ser obstaculizadas, incluso destrozadas públicamente, antes de que ese nuevo gobierno pueda siquiera defenderlas o mucho menos ponerlas en práctica, pero la parálisis tampoco es una solución porque en política (y en la vida) implica vacíos y deterioro.

En ese sentido, los nombres son importantes. Por lo pronto, Peña Nieto tiene oportunidad de enviar señales sobre los caminos que podrá recorrer su administración con la designación de los coordinadores parlamentarios. Cuatro nombres son los que suenan: Emilio Gamboa Patrón y Cristina Díaz para el senado, y Manlio Fabio Beltrones y Jesús Murillo Karam para la cámara de diputados. Son, y significan, cosas diferentes: la actual secretaria general del PRI, no es una mujer muy conocida pero cumplió eficientemente con su papel, incluso a pesar de que llegó a esa posición junto con un Humberto Moreira que muy rápido se desbarrancó políticamente. Es de las pocas mujeres que podrían ocupar una posición importante en el equipo de Peña. Emilio Gamboa es uno de los políticos más experimentados y con mayor grado de interlocución de todo el sistema: presente en los primeros planos desde muy joven, desde inicios de los años 80, Gamboa es de esos pocos políticos que pueden establecer relación, porque la tiene, con casi todos. Y eso en la cámara de senadores es muy básico.

Murillo Karam y Beltrones son dos políticos de muchísimo peso y fuerza dentro y fuera de su partido. Murillo es muy cercano a Peña Nieto y podría tener una posición prominente no sólo en el congreso sino también en el gabinete. Su peso en temas políticos, pero también de seguridad y jurídicos es determinante en el equipo del mexiquense. Manlio viene de tener un extraordinario periodo como líder del senado. No es un hombre de Peña pero su interlocución es muy amplia en el congreso y su papel puede aumentar en la misma medida en que se requieran acuerdos político-legislativos, sobre todo en temas de reforma del Estado.

Comenzar a tomar decisiones en ese sentido, le permitirá a Peña colocar el debate en otro ámbito y comenzar, también, a medir sus propias fuerzas.

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