El equipo de EPN, el regreso de la política
Columna JFM

El equipo de EPN, el regreso de la política

Una de las cosas que deberían despertar optimismo respecto al futuro inmediato es que el equipo que ha anunciado el presidente Peña Nieto parece estar diseñado en forma muy coherente con las tareas que les han sido encomendadas y quizás más importante que eso es que se ha decidido, independientemente de la calidad técnica de los integrantes, privilegiar la política.

Una de las cosas que deberían despertar optimismo respecto al futuro inmediato es que el equipo que ha anunciado el presidente Peña Nieto parece estar diseñado en forma muy coherente con las tareas que les han sido encomendadas y quizás más importante que eso es que se ha decidido, independientemente de la calidad técnica de los integrantes, privilegiar la política.

Poco antes de que falleciera ese gran empresario y político (mejor persona aún) que fue don Gilberto Borja me decía que él añoraba los tiempos en los que los secretarios de estado eran personajes que desayunaban, comían y cenaban haciendo política, recibiendo gente, haciendo contactos, solucionando cosas, mientras sus subsecretarios de encargaban de todo el trabajo técnico, arduo, de oficina. Nadie quiere, me decía y tenía toda la razón, un secretario encerrado, agobiado por temas y problemas, que no trabaje hacia fuera. Los puestos en el gabinete son políticos y así deben ser entendidos, la responsabilidad de sus integrantes es hacer política. Para eso están en el cargo. Ahora, decía don Gilberto, estabamos en el gobierno de Ernesto Zedillo, todos son técnicamente muy buenos, pero nadie hace política, y por eso los gobiernos no funcionan.

El mayor problema que tuvieron las administraciones del PAN fue la ausencia de política, de políticos. Es verdad que el PAN venía de una larga historia de oposición y no se le podía pedir que tuviera la misma disponibilidad de cuadros que tiene el PRI, pero incluso así, podían haber privilegiado mucho más la política. En el gobierno de Fox la política importaba poco; en el de Felipe Calderón era obvio que el más experimentado del equipo era él mismo y al presidente nunca le gustó delegar. Entonces las cosas giraban en torno suyo: era el propio presidente el que hacia o dejaba de hacer política. Con todos los costos que eso conlleva.

En el gabinete de Peña se privilegiará la política, contando además con gente que puede ser muy capaz en lo suyo. Ejemplos: se regresa a una secretaría de Gobernación convertida en un ministerio del Interior que reintegra la seguridad a su estructura. Es una buena noticia por muchas razones pero la principal es porque, como hemos dicho en innumerables oportunidades, lo que ha fallado no es la estrategia de seguridad, sino la política de seguridad, la coordinación interna y externa, la elaboración de un discurso, una lógica de medios adecuada a los objetivos perseguidos en ese terreno. Todo eso es política. Miguel Osorio está perfectamente bien capacitado para cumplir con esa labor, y en el ámbito de la seguridad Manuel Mondragón es un hombre que hace de la confianza y el entendimiento político algo más que una virtud. Ahí está su gran mérito. ¿Es mejor policía, por ejemplo, don Manuel que Genaro García Luna?. No lo creo, nadie tiene en México la formación policial de Genaro; lo que sí creo es que por edad y por formación puede dar un mensaje muy diferente al que daba mi amigo García Luna, que no es, ni nunca pretendió ser un político. Mondragón, buen policíaa, es también un muy político.

El martes, el presidente Peña volvió a reiterar que las fuerzas armadas seguirán en su labor actual, que en eso no habrá cambios, por la sencilla razón de que no puede haberlos. Pero si hubo cambios en el discurso: las fuerzas armadas además de preservar la seguridad interior y nacional, deben buscar, dijo el presidente, “la paz”. El almirante Vidal Soberón y el general Salvador Cienfuegos, son dos militares hechos para eso. Y se asegura que aún falta por llegar al gabinete de seguridad, otro militar muy político, el también general Rafael Macedo de la Concha. Y para completarla a la procuraduría general de la república, llega Jesús Murillo Karam, un político completísimo.

A Sedesol llegó Rosario Robles, una mujer que ha pasado desde el sindicalismo universitario a la jefatura de gobierno del DF y el liderazgo del PRD, que conoce la política social desde la izquierda, como no puede conocerla el priismo, que sabe de triunfos y derrotas y que aportará muchísimo. Pero que nadie se engañe: Rosario puede ser muchas cosas, menos una tecnócrata de la pobreza. No es, con todo respeto, Santiago Levy.  Mercedes Juan, me parece una maravilla en salud. En el sexenio pasado se hicieron muy bien las cosas en el sector, pero me parece que en la consolidación del mismo, recurrir a una mujer con la experiencia de Mercedes, sobre todo en el ámbito estrictamente sanitario es una garantía. Pero que nadie diga que Mercedes no es política: ha sido hasta vicepresidenta de la cámara de diputados.

También me dio gusto ver en turismo a Claudia Ruiz Massieu. Es talentosa, tenaz y tiene una herencia de la que abrevar y a la que tratar de emular: su padre José Francisco fue uno de los grandes de la política mexicana. Ya hablaremos de la otra gran vertiente del gabinete: el equipo económico que encabeza Luis Videgaray.

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