Florence en la alfombra roja
Columna JFM

Florence en la alfombra roja

Mientras Florence Cassez a su llegada al aeropuerto Charles de Gaulle era recibida por el canciller francés, con alfombra roja como estrella de cine, llevada al pabellón de honor de la terminal y presentada como una heroína, una de las víctimas de la banda de los Zodíacos a la que pertenecía Florence, Ezequiel Elizalde, sintetizaba el sentir de muchos mexicanos (más del 80 por ciento según algunas encuestas) y decía que se iba de México porque “éste es un país de porquería”.

Mientras Florence Cassez a su llegada al aeropuerto Charles de Gaulle era recibida por el canciller francés, con alfombra roja como estrella de cine, llevada al pabellón de honor de la terminal y presentada como una heroína, una de las víctimas de la banda de los Zodíacos a la que pertenecía Florence, Ezequiel Elizalde, sintetizaba el sentir de muchos mexicanos (más del 80 por ciento según algunas encuestas) y decía que se iba de México porque “éste es un país de porquería”.

Por supuesto que México no es un país de porquería como dice con justa indignación Ezequiel al ver que se dejaba en libertad y se enviaba en primera clase (boleto pagado por el gobierno mexicano) a Florence Cassez a París convertida en una extraña réplica de Ingrid Betancourt. Pero la decisión adoptada el miércoles por la Suprema Corte sí huele muy mal, por la forma en que se llevó la sesión y por el fondo de la decisión asumida.
Una cosa es respetar a la Suprema Corte y admitir los enormes avances que su desempeño ha generado y otra es insistir en que en este asunto la Corte se equivocó. El cambio de la posición de la ministra Olga Sánchez Cordero (a la que respetamos por su labor desde hace años) y el voto que sorprendió a propio y extraños del nuevo ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, se percibieron como altamente politizados y le dieron la libertad a Cassez cuando lo correcto, como lo plantearon los ministros José Ramón Cossio y Juan Pardo Rebolledo era reponer el proceso, estableciendo qué pruebas se admitirían y cuáles no en el mismo.

En un caso tan delicado como el de Cassez no se podía decretar la libertad sin más trámite sin establecer si era inocente o culpable. No se podía ignorar los testimonios de las víctimas, de los cómplices y de los policías e investigadores que participaron en su detención. El montaje televisivo, realizado minutos después del operativo original, no afectó en lo más mínimo la investigación ni el hecho de que allí estaban las personas secuestradas y allí vivía Florence con su novio Israel Vallarta. Dijo en entrevista la ministra Sánchez Cordero que en el contexto del montaje fueron cambiando los testimonios de las víctimas. Sencillamente y con todo respeto a la ministra, eso es falso: algunas de las víctimas como Ezequiel Elizalde desde siempre sostuvieron que Cassez era su secuestradora. A la señora Ríos se le tomó una declaración inmediatamente después de que fue liberada donde habló de generalidades sobre su secuestro (¿alguien puede asumir lo que significa para una mujer estar secuestrada durante días, que sea abusada frente a su hijo, como para pedirle inmediatamente una declaración exhaustiva de lo sucedido?) y días después entregó una declaración pormenorizada de lo que había sucedido identificando plenamente a Cassez. ¿Qué sentido tendría que siete años después, cuando esos hombres y mujeres secuestrados por la banda de los Zodíacos viven en su mayoría incluso fuera de México precisamente por el temor que les generó ese suceso, que se mantuvieran incólumes en sus testimonios?¿qué necesidad tendrían de sostener antes y ahora que Cassez efectivamente fue su secuestradora?

¿Porqué tendrían que seguir insistiendo en que Cassez era su cómplice por lo menos otros cinco integrantes de la banda de los Zodíacos? Están detenidos, la mayoría ya con sentencias firmes que no podrán cambiar ¿para qué mantenerse en sus dichos?. El único que no ha hablado al respecto es Israel Vallarta. Lo que sucede es que esperaba esta resolución: con ella sus abogados podrían también terminar sacándolo de la cárcel. Si el montaje fue suficiente para liberar a Cassez, el hecho es que Vallarta estuvo en la misma circunstancia: claro, no es francés, ni tiene detrás un buen equipo de abogados ni aboga por él algún presidente, pero en la estricta lógica de la Corte también tendría que ser liberado, lo mismo que miles de otros delincuentes que están en una situación similar.

Es un desastre de resolución, la peor que se podía tomar. Da una imagen de impunidad y de una justicia que privilegia las presiones políticas, internas o externas. El abogado de Florence, Agustín Acosta ha sabido explotar esos intersticios magníficamente bien (no lo condeno: es su trabajo, lo hace muy bien y para eso le pagan): logró que René Bejarano quedara en libertad sin explicar hasta el día de hoy qué hizo con los millones que le pedía vía extorsión a Carlos Ahumada y ahora libera a Cassez pese a testimonios en su contra de víctimas, cómplices y policías.

Viendo a más largo plazo, el caso Cassez ratifica algo que sabíamos desde hace mucho: es urgente que tengamos juicios orales, sobre todo para este tipo de delitos que lesionan tanto y tan frecuentemente a la sociedad.

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