Es verdad que al ser tan local la elección del domingo pasado, no hay grandes vencedores ni perdedores, quizás la excepción sea Baja California, donde los inconcebibles fallos en el PREP impiden tener un resultado final en unos comicios que fueron particularmente apretados.
Es verdad que al ser tan local la elección del domingo pasado, no hay grandes vencedores ni perdedores, quizás la excepción sea Baja California, donde los inconcebibles fallos en el PREP impiden tener un resultado final en unos comicios que fueron particularmente apretados.
Para Acción Nacional mantener Baja California es, sin duda, un imperativo político. Si las cosas se mantienen como estaban antes de los fallos del PREP, Kiko Vega podría tener una pequeña ventaja sobre Fernando Castro Trenti y el PAN, con muchas más angustias que las que debería haber tenido, podría conservar el único estado en el cual ha logrado mantener el poder durante casi un cuarto de siglo. La tesis del PAN, cualquiera que termine de ser su dirigente en el futuro, es regresar a las que fueron las bases de su poder político, hacerse fuerte en capitales y ciudades en los diferentes estados, para desde allí volver a crecer y sacar incluso cuadros y dirigencias.
Si mantiene Baja California el balance no será tan malo como algunos creen, es verdad que las derrotas en Veracruz y Tamaulipas deben haber sido muy dolorosas, pero obtuvo buenos resultados en Coahuila, en parte en Aguascalientes (donde la sorpresa fue Nueva Alianza) y sobre todo en Puebla, un estado que tiene un fuerte peso político y económico. Pero toda la lectura cambiará de acuerdo con lo que ocurra en Baja California.
En el PRI deben estar satisfechos. La elección no se convirtió en plebiscitaria sobre la administración Peña Nieto, pero, al mismo tiempo, no tuvo un solo descalabro, ningún estado donde las cosas le salieran peor que lo previsto. Quién sabe si le alcanzara a Castro Trenti en Baja California, pero incluso así, si ganara el PAN, el haber hecho una elección tan competitiva en un feudo panista debe considerarse una buena noticia. Hay resultados que tienen en ese sentido enorme peso: Veracruz quizás es la más importante. El tricolor logró recuperar prácticamente todo lo que se pensaba que podría estar perdido, y lo hizo, además, en medio de una durísima lucha política. Para el gobernador Javier Duarte que el PRI ganara la elección era decisivo respecto al futuro de su administración y lo logró con mucha mayor amplitud de la que se esperaba. Haber asegurado la mayoría en el congreso, además de gobernar todas las principales ciudades del estado, no sólo le dará el respiro que no tuvo en los primeros años de su gestión sino que podrá trabajar sobre para el futuro sobre otras bases.
Otro resultado que fue mucho mejor al que algunos esperaban fue el de Tamaulipas. Egidio Torre Cantú fue un gobernador emergente, que llegó al poder ante el asesinato de su hermano Rodolfo, a una semana de las elecciones. En los comicios federales se movieron muchas manos en Tamaulipas, imponiendo candidatos que no eran los más adecuados. Y fue uno de los estados en los que ganó con amplitud Josefina Vázquez Mota. Para estos comicios Torre Cantú logró colocar a candidatos locales cercanos a su administración en las posiciones claves, y ganó prácticamente todo. Ello enmarcado en una situación difícil de seguridad pero donde los esfuerzos del gobierno local para salir adelante son evidentes. Es otro gobernador que sale fortalecido.
Algo similar sucede con César Duarte en Chihuahua, que además de ganar la mayor parte de su estado, se queda con Ciudad Juárez, donde el trabajo de recuperación de la seguridad en verdad ha sido notable. En Quintana Roo le había ido muy mal al PRI en los comicios federales, en buena medida porque no había podido rescatar Benito Juárez, donde se encuentra Cancún y que es, con mucho, el municipio más importante de la entidad. Ahora con buenos candidatos en Benito Juárez y en Solidaridad (donde está Playa del Carmen) ha ganado todo lo importante y ello convierte a Roberto Borge en otro de los gobernadores que salen fortalecidos.
De la oposición ganó sobre todo Rafael Moreno Valle, que conserva Puebla colocando a un hombre de su entera confianza, Tony Gally, en una administración municipal que tendrá en esta ocasión más de cuatro años y le permite hasta perfilar cuadros de cara al futuro. Pero hablando de futuro, el que se afianza, en el territorio de la oposición, es precisamente el propio Moreno Valle, dentro y fuera de su estado. Los otros dos gobernadores aliancistas, Gabino Cue y Mario López Valdés, de Oaxaca y Sinaloa, no lo hicieron mal. Sobre todo en Oaxaca, Gabino logró mantener, con la coalición PAN-PRD, la mayoría en el congreso, aunque creció el PRI en el estado y podría haber arrebatado la capital. Pero no es un mal resultado para Gabino que fue el gobernador que menos acusaciones tuvo de haber intervenido en el proceso electoral. Algo similar ocurrió con Sinaloa, aunque allí el crecimiento del PRI fue mucho más notable. Pero se debe recordar que Malova tiene algo más de un pie con influencia en el priismo. En política no siempre se gana ganando.